El legado del Dr. Peña Gómez a la vida democrática en República Dominicana
Peña Gómez es sinónimo de democracia. Las batallas democráticas libradas por el Dr. Peña Gómez se enmarcan en tres grandes esferas, a saber, (i) la implantación de la democracia después de la caída de Trujillo [1961-1962], (ii) la restauración de la democracia [periodo comprendido entre la Revolución Constitucionalista iniciada en 1965 y el ascenso al poder del PRD en 1978] y (iii) la promoción de la democracia como valor político en los planos internacional [a través de la Internacional Socialista] y nacional [en su calidad -por ejemplo- de ideólogo de la tesis del gobierno compartido].
A partir de la muerte de Trujillo el Dr. Peña Gómez, abanderado de la democracia representativa probablemente aún sin saberlo, fue el organizador de la Caravana de la Libertad (el recorrido electoral de cara a las elecciones de 1962 que hiciera la avanzada del PRD encabezada por Ángel Miolán) y de la campaña presidencial del profesor Juan Bosch para las elecciones del 1 de diciembre de 1962. Derrocado Bosch, quien para ese momento era el líder del PRD, el Dr. Peña Gómez también jugó un rol protagónico en el liderazgo del PRD toda vez que tuvo que hacerse cargo de la dirección partidaria en ocasión del exilio del presidente Bosch.
En 1965 el Dr. Peña Gómez fue quien, en el programa Tribuna Democrática, con su voz de trueno y al ritmo del himno de Francia (el cual -por casualidad- sonaba en ese momento) informó sobre el apresamiento de la Jefatura del Estado Mayor e hizo el llamado para que el pueblo se lanzara a las calles aquel abril de 1965 en procura del restablecimiento y la reposición del gobierno constitucional del derrocado profesor Bosch.
En el periodo comprendido entre 1966 y 1978, el doctor peña Gómez asumió una férrea lucha política contra Balaguer en pro de la democracia y el respeto a los derechos fundamentales y a las libertades civiles. Durante este periodo el Dr. Peña Gómez también libró una batalla importante entre un PRD -representado por el profesor Bosch- que proponía que las elecciones eran un matadero electoral y otro PRD -encabezado por el Dr. Peña Gómez- que postulaba que sólo excepcionalmente se podía recurrir a la violencia y que la vía ordinaria para el ascenso al poder era la vía pacífica, es decir, el voto popular. El éxito electoral del PRD en 1978 parece inclinar la balanza en favor del Dr. Peña Gómez.
Durante los ocho años en los que su partido estuvo en el poder (1978-1986), el Dr. Peña Gómez ocupó la sindicatura del Distrito Nacional y creó el Bloque Institucional Social Demócrata como plataforma para lidiar con las divisiones propias del PRD. En el año 1994, siendo candidato presidencial por el PRD, fue víctima de un fraude electoral que le impidió llegar a la presidencia de la República. A mi modo de ver, el fraude fue la más ligera de las campañas que se montaron contra el Dr. Peña Gómez. En el marco de una campaña que no se limitó a aspectos de discriminación racial, se le acusó de tener vínculos con el narcotráfico y de hacer brujería. Recuerdo, de niño, haber visto en televisión nacional -una y otra vez- un comercial del Dr. Peña Gómez supuestamente practicando vudú, como forma de desvincularlo de prácticas culturales y religiosas asociadas a la dominicanidad y situarlo, por el contrario, del otro lado de la frontera. Como ejemplo basta citar las palabras pronunciadas por Balaguer en el acto de proclamación de la alianza materializada por el Frente Patriótico Nacional, la cual -decía Balaguer- buscaba “impedir que el país caiga en manos que no sean verdaderamente dominicanas.”
La bonhomía del Dr. Peña Gómez lo condujo a suscribir, junto a Balaguer y otros actores, el Pacto por la Democracia, el cual fue posterior y parcialmente mutilado en la Asamblea Nacional. En el referido pacto se instauró la doble vuelta electoral, se acordó el establecimiento del Consejo Nacional de la Magistratura y la reforma electoral. En términos democráticos, el aporte más tangible del Dr. Peña Gómez puede encontrarse en las conquistas parciales -pero importantes- alcanzadas con la implementación del Pacto por la Democracia. Refiriéndose a la crisis electoral de 1994, el embajador John Graham -Jefe de Misión OEA para observación de las elecciones de 1994 y mediador internacional- explicó que “[t]anto Balaguer como Peña Gómez entendieron las consecuencias horrorosas y actuaron en consecuencia, pero Peña Gómez aún más. Y creo que el país nunca reconoció adecuadamente la parte crucial del rol de Peña Gómez en la crisis.”
Las relaciones internacionales del Dr. Peña Gómez se ejemplifican en su compromiso con lo que -en su entendimiento- eran causas que procuraba en el bienestar y la emancipación de los pueblos latinoamericanos, tales como la revolución sandinista y la independencia de Puerto Rico. Además de haber sido vicepresidente de la Internacional Socialista (mundial), su impronta internacional queda sellada en los vínculos de amistad que desarrolló con líderes de la talla de Olof Palme, François Mitterrand, Mario Soares, Rubén Berríos, Fidel Castro y Felipe González, con cuyas palabras -pronunciadas con vehemente emoción en el velatorio del Dr. Peña Gómez en República Dominicana- quiero quedarme: “querido Peña Gómez, yo te quiero como amigo y te deseo que la tierra te sea más leve que lo que te fue la vida, que pese menos sobre ti que la carga qué has llevado siempre sobre tus hombros. Querido Peña Gómez, has ganado siempre -¡incluso cuando perdías!- porque ganabas en el corazón de este pueblo que sabe que tú eres el presidente de todos los dominicanos desde hace muchos años. Tú eres el presidente en el corazón de este pueblo y lo seguirás haciendo. Ojalá que tu partido y tu gente esté a la altura de tu corazón y de tu generosidad.”
El Dr. Peña Gómez partió físicamente de este mundo a las 10.00 p. m. en Cambita Garabitos, San Cristóbal. Aún vive. Corresponde a las nuevas generaciones preservar y promover su ejemplo de nobleza, desapego, instrucción, ejercicio ético del poder y lucha -real- por los mejores intereses.
P.S. Dedicado a doña Milagros, a Andrés (Juanito), a don Máximo y a Ramón -peñagomistas de corazón y convicción- y a la memoria de mi abuelo Fello.