Expectativas electorales
Ruddy L. González
Nombres de incumbentes, motivos y circunstancias podrían considerarse las excepciones de las tensiones, traumas, peligros y frustraciones que han generado los procesos electorales a lo largo del período de democracia que ha vivido el país en los últimos 56 años. Los procesos de reelección que siguieron la instauración del gobierno de Balaguer en 1966, pasando por el ‘tranque’ y posterior ‘negociación’ de 1978, el asomo de crisis política de 1994 y el desastre de febrero de 2020, han sido provocados, de una u otra forma, por acciones y/o inconductas originadas en la Junta Central Electoral.
La conformación de la actual Junta Central Electoral, luego de las quejas y tensiones de los accidentados comicios de 2020 –el lío de los equipos en febrero y de la posposición de mayo a julio por la pandemia- abrió un marco de esperanzas de que las cosas serían diferentes y que podíamos ‘dormir tranquilos’ con la organización, ejecución y resultados de las votaciones. Sin embargo, los choques que se han generado entre el Pleno de la Junta y los partidos, representados por delegados ante el organismo de elecciones, nos provoca expectativas negativas. Primero fue con la estructuración de la Dirección de Informática –cuestionada por los partidos- y ahora con la conformación de las Juntas Municipales, también cuestionada por los principales partidos de la oposición. Estamos a tiempo de que el Pleno de la Junta y los partidos limen asperezas, diluyan el fantasma del fraude, alejen el temor y abran las ventanas de la confianza, el respeto, la comprensión dejando atrás la imposición y la denuncia baladí.