Retos de la formalización en tiempos de la “nueva normalidad”
Por Ignacio Méndez
El tema crucial para iniciar a plantearse seriamente una política de formalización debe ser el hacerse muy sinceramente una simple pregunta: “¿Para qué formalizar?”, porque, si es solamente para cumplir con las metas de empresas formalizadas y de complacer las solicitudes de un sector que se queja de la competencia de los informales a “manu militari” no se conseguirá absolutamente nada.
Lo cierto es que la preocupación sobre la informalidad de la economía debiera ser el perseguir la cobertura de protección social para los trabajadores independientes y a los propietarios y empleados de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES).
Porque lo realmente lo preocupante, es que los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, ni prestaciones laborales, tampoco protección social o representación en ninguna de las instancias del gobierno o del sector privado. El verdadero objetivo debiera ser, por tanto, formalizar para lograr empleos de calidad y empleados con cobertura de la seguridad social. Una gripe, una enfermedad repentina, una cirugía puede afectar gravemente una empresa mipyme, hasta llegar a provocar su cierre.
Esto es particularmente relevante en estos momentos de pandemia porque, normalmente los empleos informales tienden a concentrarse en sectores especialmente vulnerables como los servicios y el comercio minorista, así como en otros como pequeños hoteles, bares, restaurantes, transporte. Estas han sido las actividades más afectadas por las restricciones para frenar la pandemia, como los toques de queda y por los cierres transitorios o definitivos motivados por las disposiciones sanitarias.
En el caso particular de República Dominicana, la informalidad en el mercado laboral registró un crecimiento de un 3.2% durante el primer
trimestre de 2021 con respecto a igual periodo del año pasado, siendo los sectores de construcción, comercio, transporte y comunicaciones los principales responsables del incremento, de acuerdo con los resultados de la encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo publicada por el Banco Central.
El caso dominicano se repite, con variantes, a lo largo y ancho del continente y del mundo, unido también a otra situación impensable hace algunos meses, mientras tenemos millones de trabajadores de todo el mundo aferrándose como pueden a sus empleos, precarios o no, informales o no. Según un reportaje de la BBC News, en los Estados Unidos las cifras de renuncias voluntarias están superando los récords históricos: sólo en el mes de abril pasado casi cuatro millones de trabajadores (el 2.7% de la fuerza laboral) dejaron sus puestos, contrastando con la existencia (en mayo) de 9.3 millones de desempleados. Hay varias razones detrás de todo esto, entre ellas el “agotamiento laboral”, personas queriendo hacer un cambio en sus vidas, disfrutar de autonomía trabajando remoto o con opciones de trabajo flexible, etc.
La situación de los trabajadores informales, su escasa remuneración y su falta de cobertura en términos de protección y seguridad social, unida al auge de la economía digital y los nuevos empleos derivados de ella y que hacen bastante complicado para las autoridades regularla eficientemente, y sumada ahora la “nueva economía post pandemia”, está significando una situación muy compleja para las empresas y las autoridades.
Para las empresas porque tienen que entender qué es lo que realmente quieren los trabajadores en términos de flexibilidad, trabajo híbrido, remoto o presencial, entre otros; de forma que les ayude a retener a los empleados de calidad. Para las autoridades, porque tendrán que flexibilizar regulaciones, códigos, procesos de reportería, etc., que se adapten a esta “nueva normalidad” que todavía está por definirse, una burocracia que no complique más a los formales actuales y que no cause un incremento mayor de los negocios informales.
Mientras tanto, el “informal” que tiene la dicha de encontrar ocupación en estos tiempos se aferrara a ella como siempre lo ha hecho. Son las autoridades y los gremios los que deben de buscar el cómo llegar a garantizar un trabajo decente para la gran mayoría, pero con una mentalidad práctica y realista, con atractivos para quienes busca conquistar.