El racismo de los dominicanos
Por ROBERTO CASSÁ
Se ha hecho un tópico achacar una condición racista a los dominicanos, en primer lugar por actitudes atribuidas respecto a los inmigrantes haitianos y, tal vez, los haitianos en general. Tal acusación se ha incrementado por las denuncias que formulan publicistas haitianos, radicados sobre todo en el exterior, elevadas a razón de ser, en sustitución del examen responsable de la tragedia humanitaria que sufre el pueblo haitiano.
La acusación no es nueva, y ya acompañó la voluntad ampliamente mayoritaria de los dominicanos por constituirse en Estado desde 1844. La genealogía de la acusación corresponderá a otro artículo. Ahora resulta suficiente glosar su utilización por Jean Price-Mars, una de las figuras de mayor relieve de la intelectualidad haitiana en el siglo XX. En su fallida tentativa de justificar la agresividad del Estado haitiano contra la búsqueda de libertad de los dominicanos, este intelectual asevera que los dominicanos sufren de un defecto congénito que conceptualiza como bovarysmo, tomado de un tratadista francés para significar la pretensión de apropiación de algo que no es propio. Cito a Price-Mars, en la traducción de su libro La Republique d´Haïti et la Republique Dominicaine.(Tomo II, página 623, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2000):
“Ahora bien, en el otro campo, vemos que los dominicanos, en una exaltación de bovarysme colectivo, creían pertenecer a la raza blanca, dueña del universo. Se persuadieron de que eran blancos. Aferrados a dicho postulado, debieron creerse, como sus semejantes de igual especie, superiores al resto de la creación”.
En esta cita se presenta un abuso de generalización. Con la alusión a “los”, Price-Mars alude a todos los dominicanos. Pretende que la población dominicana, en su generalidad, se solidarizaba con los preceptos racistas enarbolados por la dictadura de Trujillo, a través de intelectuales como Manuel Arturo Peña Batlle, cuyas tesis somete a crítica.
En un pionero artículo acerca de aspectos de las mentalidades colectivas en la población dominicana, Rolando Tabar alerta frente a la atribución de criterios al margen de especificaciones de momentos históricos, pertenencia a sectores sociales y distribuciones territoriales (Rolando Tabar, “Algunas caracterizaciones sobre los dominicanos”, Estudios Sociales,Vol. XXXIV, No. 123, enero-marzo de 2001, pp. 25-44). Tabar registra la escasez de estudios previos acerca de la temática. Y, aunque la variable “racial” no está contemplada en los resultados presentados en el artículo, en comunicación personal me explicó que, en la encuesta que practicó junto a otros investigadores, después de una preferencia de convivencia con dominicanos, seguía los haitianos, por delante de nacionales de países de la cuenca del Caribe.
El ingrediente más agudo de la persistencia de la desigualdad en variados órdenes radica en la formación de una masa migrante, carente de derechos, sometido a condiciones más fuertes de explotación social, objeto de mecanismos de discriminación étnico-nacional.
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Al margen de la objeción metodológica a la pretendida homogeneidad que no ha existido nunca, Price-Mars revela desconocer claves de la constitución del colectivo dominicano, muy distintas a las del haitiano. Lo que ha sido característico en nuestro caso es la aspiración a la integración social y cultural, sin que se borraran, como es de rigor, distinciones y conflictos de variados géneros. Para refutar el hispanismo de los intelectuales trujillistas, y a causa de la mayoritaria proveniencia africana en la población dominicana, Price-Mars aduce que entre Haití y República Dominicana únicamente existe una diferencia de grados. Se niega, así, a reconocer las diferencias cualitativas entre ambas formaciones sociales, definidas por procesos divergentes de colonización y la subsiguiente formación de los respectivos pueblos. En definitiva, sustentando la teoría de la negritud, escamotea los fundamentos diferenciados del pueblo dominicano en cuanto a cultura, relaciones sociales y constitución nacional. Por tanto, rechaza implícitamente, el corolario de Juan Pablo Duarte, fundado en una interpretación en clave democrática y liberadora de la historia dominicana, de que no puede haber fusión entre dominicanos y haitianos. Comentarios