La Oferta que no se debe rechazar
Rafael Acevedo Pérez
Desde aquel famoso censo de David, diversos países de cultura judeocristiana han tenido serias dificultades en cuanto desarrollar sus diversos proyectos colectivos, debido a que la ambición de algunos o de muchos perjudicó siempre los ideales de un orden social de igualdad, hermandad y justicia.
Pero también ha habido pueblos, como los hindúes y los chinos, con culturas muy diferentes a las nuestras, que han tenido aún mayores dificultades para desarrollar proyectos comunes, debido principalmente a su gran diversidad de creencias que por siglos imposibilitaron el surgimiento de ideales y proyectos colectivos. Y solo en tiempos recientes han enfrentado el problema de la diversidad cultural y religiosa, habiendo desarrollado proyectos nacionales rigurosos donde la uniformidad y la disciplina han sido impuestas con medios y acciones coercitivas.
Por siglos, el mundo occidental pareció crecer en ideales democráticos compromisarios con el bien común; no obstante, el “sueño americano”, y otros similares parecen estar camino a la disolución, en aras del consumismo, la vida licenciosa y una permisividad legalizada que amenazan valores culturales claves. Por lo cual la humanidad de hoy parece no tener un rumbo claro. Mientras tanto, en la conducción del mundo tenemos hombres y mujeres que mayormente procuran la creación de poder y riqueza, y una paz acomodada a sus intereses, vinculada a planes de dominación mundial, a menudo contrarios a principios humanistas y cristianos.
La oferta de esos poderosos que dirigen las grandes economías se trata invariablemente de mayor capacidad de consumo y prosperidad material. En consecuencia, la humanidad ha fracasado en cuanto a tener identidad, ideales y propósito comunes más elevados. Apenas algunos pueblos luchan por rescatar sus bases culturales originales; mientras gradualmente vamos perdiendo nuestras identidades nacionales, sin haber llegado a saber aún quiénes somos, qué queremos, y hacia donde debemos ir.
Los organismos multinacionales principalmente promueven derechos de minorías, lo que, a pesar del rechazo que a menudo suscitan, siguen adelante porque a las mayorías no parece importarles mucho el tema, o les da lo mismo, ya que carecemos de valores compartidos contra los cuales contrastar el desorden moral y psicosocial que padecemos.
Hubo civilizaciones y pueblos que desaparecieron por su falta de valores y de proyectos comunes. La tradición cuenta que Yahvé decretó algunas destrucciones. Ocurre actualmente, que somos nosotros quienes generamos situaciones genocidas.
Los daños a la naturaleza, al medio ambiente son testimonios contundentes y una catástrofe nuclear no es imposible.
Miles de años atrás, Dios tuvo la misericordia de elegir un pueblo para mostrarnos un camino y un modo de ser; como individuos y como sociedades. Y hace poco más de dos mil, envió a Jesucristo para “relanzar su Plan”. Actualmente muchas gentes lo han estado menospreciando; el precio que podríamos pagar por este descomunal desaire es, sencillamente, incosteable (unaffordable). Como decíamos en el Cibao, “Si Dios no mete su mano…” estamos en graves problemas.
…Que el Señor nos renueve Su Oferta; vuelva a apiadarse de nosotros y, además, nos dé una Navidad serena y reflexiva. Con paz y concordia entre individuos y pueblos.