El burro, una especie amenazada a la que se homenajea en un pueblo colombiano
San Antero (Colombia), 12 abr (EFE).- Con una población mundial que disminuye debido a su sacrificio para obtener sustancias cosméticas y porque ha perdido espacio en las tareas del campo con la industrialización, el burro es hoy una especie amenazada a la que se homenajea en el pueblo colombiano de San Antero.
Según el listado de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el burro está en peligro crítico de extinción, que es un paso previo a que se declare extinto en estado silvestre.
Tal como ocurre en Otumba (norte de México) o en la localidad zamorana de San Vitero (España), que también realizan festivales de este tipo, en San Antero, pueblo de 35.000 habitantes en el departamento caribeño de Córdoba que vive de la pesca, la agricultura y el turismo, se busca crear conciencia ecológica y preservar a los burros.
Con actividades que combinan las tradiciones religiosas y expresiones culturales para reactivar una economía que depende en gran medida de los visitantes que buscan las cristalinas aguas de la bahía de Cispatá, el Festival del Burro se convierte cada Semana Santa en una atracción en el norte de Colombia.
«Desde hace más de un siglo el festival se trataba de una celebración religiosa llamada ‘el paseo de Judas’ y desde 1987 en el municipio se decidió que además se debía rendir homenaje al burro, un animal importante en el desarrollo de nuestro pueblo», explicó a EFE el alcalde de San Antero, Lormandy Martínez.
Aunque no hay cifras actualizadas de cuántos asnos hay en Colombia, el censo agropecuario de 1995 mostraba que la recua superaba los 300.000 pero en 2013 se había reducido a 63.000.
Desde 2016 el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) endureció las condiciones para exportar pieles de burro, que en específico van a China, ante las denuncias de que el sacrificio ilegal de los animales está reduciendo su población en el país. Incluso, en la Fiscalía General de la Nación hay investigaciones abiertas sobre el particular.
PERDIENDO ANTE LAS MÁQUINAS
Carlos Bertel, quien ha vivido sus 65 años en San Antero, afirma que la gente en los campos ya no quiere usar a los burros para sus tareas agrícolas porque prefieren las motocicletas, que les sirven como medio de transporte y de carga, tareas para las que tradicionalmente se usaba a estos animales.
«Estos pelaos (jóvenes) de ahora ya ni saben montar en burro, se la pasan subidos en moto porque esta no se enferma y un mecánico de moto es más barato que un veterinario», dice.
La situación de los burros no es grave solo en Colombia. La reina emérita Sofía de España advirtió hace unos años sobre la amenaza para la supervivencia de estos animales luego de ver en un viaje a África «pieles secando al sol para exportar a China» en donde las procesan para producir ejiao, una gelatina usada para elaborar desde cosméticos hasta reconstituyentes.
Desde que comenzó su domesticación, hace unos 7.000 años en el este de África, la cantidad de burros ha ido decreciendo y en la actualidad se calcula en 50 millones de ejemplares, pero se estima que al terminar la década quedarán apenas unos 22 millones.
CONCURSO DE DISFRACES
Además del reconocimiento de la importancia del burro y de dar un trato digno a estos animales, el festival en San Antero incluye diferentes facetas culturales, como grupos de danzas y de teatro y bandas.
Precedido de la «burrolgata», un desfile en el que participan los cerca de 500 asnos que todavía hay en San Antero, el evento mayor es el concurso de disfraces de burros, en donde predominan las parodias de la actualidad política y la farándula, combinados con mensajes ecológicos de preservación del medio ambiente y en especial de estos animales.
«Mi mensaje cada año es para que cuidemos el manglar porque es la cuna de los ecosistemas y en esta región debemos trabajar para desarrollar un ecoturismo que sea sustentable porque creo que lo más importante es preservar la naturaleza», dice Alberto Cárdenas, quien acompaña el disfraz del «burro manglero».
Por su parte Carlos Álvarez, quien disfrazó su burro de cangrejo azul, que al igual que el asno también es una especie amenazada, sostuvo que hay que preservarlos.
«Estamos enviando el mensaje de que no contaminen nuestras playas, que es donde vive este crustáceo», que al igual que el burro, es fundamental en la economía de San Antero.