Experiencia de vida
Cuando estas notas circulen en la edición de este miércoles de Listín Dario, estaré en sala de cirugía en manos de médicos y personal de alta experiencia, que tienen la misión de corregir algunos problemas en mi salud.
No soy un paciente ‘bueno’, lo reconozco, pues nunca, hasta ahora, había estado interno en una habitación de hospital, ya que la buena salud me ha acompañado a lo largo de la vida.
Me siento en las mejores manos médicas, con un trato excelente del personal profesional que me ha asistido y acompañado en este episodio; una familia abnegada, encabezada por Ingrid, mi esposa, y mis hermanos que no me ha dejado solo ni por un minuto, alentándome y dándome ánimo; mis compañeros de trabajo y amigos que se han preocupado al extremo por mi situación, y de tanta gente que se ha mantenido pendiente por diversas vías, con mensajes, llamadas de teléfono, etc.
Me siento mimado, debo confesar. Pero ha sido todo ese cariño, las muestras de tanto afecto, de preocupación, de solidaridad, lo que allana este camino.
En mi artículo de la semana próxima pretendo contarles otras experiencias de este tránsito de vida.
Gracias por quererme tanto.