El Partido Colorado afianza su monopolio político en Paraguay

Asunción, 30 abr (EFE).- El holgado triunfo este domingo de Santiago Peña, candidato del Partido Colorado a la Presidencia de Paraguay, consolida a esta formación política nacida en 1887 y que se declara nacionalista, republicana y conservadora, como la fuerza hegemónica en un país que ha gobernado durante 71 años.

La Asociación Nacional Republicana (ANR), nombre oficial del coloradismo, es el segundo partido de América Latina con más tiempo en el poder, sólo superado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha gobernado México durante 77 años.

Tras su triunfo electoral, Peña, un economista de 44 años, arrancó su discurso en la noche de este domingo dando las gracias al presidente del partido, Horacio Cartes, el acaudalado empresario que presidió Paraguay entre 2013 y 2018 y que sigue manejando los resortes del poder, como quedó demostrado con el triunfo de su delfín político.

A pesar de que el pasado 27 de enero Estados Unidos le sancionó por corrupción, un mes antes Cartes había conseguido hacerse con la presidencia del partido, y logró que su candidato se impusiera en las elecciones primarias. Esta noche, además, cosechó un arrollador triunfo para ambos.

La imposibilidad de que los mandatarios puedan ser reelegidos y el hecho de que en las elecciones presidenciales no haya posibilidad de una segunda vuelta -algo que en América Latina sucede únicamente en Paraguay y Venezuela- hace que en cada cita con las urnas las opciones del oficialismo se revaliden.

“La victoria oficialista en Paraguay ha roto la tendencia del voto de castigo a los oficialismos que estaba vigente en la región desde 2019”, declaró a EFE el politólogo y jurista argentino Daniel Zovatto, quien ha seguido sobre el terreno los comicios paraguayos durante la última semana.

El rotundo triunfo de Santiago Peña sobre el opositor Efraín Alegre, junto con el importante apoyo obtenido tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, y la victoria en quince de las diecisiete gobernaciones dibujan un cómodo escenario para un partido acostumbrado a ejercer el poder sin apenas oposición, salvo la de sus propias filas, en un ejercicio que algunos analistas califican como gatopardismo político.

Éste ha sido el caso del actual gobernante, Mario Abdo Benítez, enfrentado a su antecesor en la presidencia, y quien se impuso hace cinco años en las elecciones internas a Santiago Peña, apoyado precisamente por Horacio Cartes.

Esta alambicada construcción política explica que esta misma noche, Peña dirigiera sus dardos hacia la gestión del actual mandatario, a pesar de ser correligionario de su mismo partido.

El propio Mario Abdo Benítez, hijo de quien fue secretario privado del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), decidió no acudir al cuartel electoral de los colorados y se limitó a felicitar a quien será su sucesor en la jefatura del Estado mediante un lacónico mensaje en las redes sociales.

“Felicitaciones al pueblo paraguayo por su gran participación en esta jornada electoral y al presidente electo @SantiPenap. Trabajaremos para iniciar una transición ordenada y transparente, que fortalezca a nuestras instituciones y a la democracia del país”, escribió en su cuenta de Twitter.

La tarea que debe enfrentar el futuro Gobierno, proclamó Peña, «no es para una sola persona o solo para un partido», después «de los últimos años de estancamiento económico, de déficit fiscal, con un preocupante índice de desocupados y el aumento de la pobreza extrema”.

Y aunque durante 71 de los últimos 75 años el país ha estado gobernado por el Partido Colorado, proclamó: “desde mañana empezaremos a diseñar el Paraguay que todo queremos, sin groseras desigualdades ni injustas asimetrías sociales”.

Manuel Fuentes

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