Testigo del Tiempo: ¡Que malos son!

J.C. Malone

Los republicanos del Congreso dicen que Hunter Biden, hijo del presidente Joe Biden, se enriqueció traficando influencias presidenciales, evadió impuestos y violó leyes federales. Aseguran que el presidente es “su cómplice».

     Hunter se declaró culpable de no pagar impuestos, el departamento de Justicia de su padre le perdonó violar leyes federales sobre compra de armas de fuego. Los republicanos aseguran tener pruebas contundentes que involucran directamente al presidente.

Si aparecen esas evidencias, tendremos un melodrama, desgarrador sobre adicción y el sufrimiento de la familia presidencial, millones con familiares adictos, se identificarán con ellos.

Dividirán la nación.

Los muy buenos sentirán pena por la familia presidencial, devastada por las drogas, votarán para reelegir a Biden.

Los malos, realmente son muy malos, dirán que Hunter acumuló $230 millones traficando influencias, manipulando su adicción, protegiendo a su padre y principal fuente de ingresos.

Hay gente muy mala, ¡que malos son!

Como adicto, Hunter mantuvo techo, comida, cuidados médicos, todo lo que el adicto común y corriente, vulgar y silvestre aspira. Y se beneficia de su adicción, la casa editorial Simon & Schuster le pagó unos $2.0 millones por el manuscrito de su libro “Beautiful Things”.

Tan afortunado es Hunter, que tras más de cinco años “investigándolo” el FBI no presenta cargos en su contra, pero asegura que su investigación sigue “en proceso”. Con eso se protege la agencia, en caso de que aparezca algo contundente, y protege a Hunter, porque no puede hablar de “investigaciones en proceso”.

Los republicanos aseguran que padre e hijo trabajaban juntos. Que el padre hacía lo que le convenía a China y Ucrania, el hijo cobraba y ambos se repartían la plata. Aseguran tener copias de grabaciones y de mensajes de texto que incriminan directamente al presidente.

Ellos no han presentado pruebas que confirmen sus alegatos.

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