Contratistas son víctimas de violencia estatal

Por Miguel Liberato

Los gobiernos que ha tenido el país en los últimos treinta años han ejercido violencia estatal contra centenares de contratistas que le entregaron al Estado obras de infraestructura nacional y los funcionarios se han resistido a saldarles las deudas por los trabajos ejecutados.

Esa irresponsabilidad gubernamental está ocasionando cierta actitud que en un futuro no lejano podría tener repercusiones negativas en las contrataciones de obras estatales, pues violencia genera violencia.

No me refiero a la violencia como acción física de causar daños, sino más bien a una violencia de carácter social, que podría incluir apropiaciones preventivas de recursos del erario.

Eso es lo que se está transmitiendo a las nuevas generaciones de contratistas gubernamentales que a través de los medios de comunicación y las redes sociales perciben una clara advertencia de que todos los gobiernos maltratan a quienes tienen deudas por cobrarle al Estado.

Lo que confirma la historia de centenares de contratistas es que desde 1996, los inquilinos que ha tenido la Casa de Gobierno desde entonces han pisoteado la continuidad del Estado y con ello se han asegurado el calificativo de politicastros.

Los funcionarios gubernamentales ligados al área de la construcción siempre han tratado las deudas con los contratistas como una cantera que permite realizar practicas corruptas apadrinadas por el jefe superior.

Esos abusadores del poder tienen caras conocidas porque llevan cicatrices funestas que el dinero mal habido nunca podrá borrar. Lo lamentable es que esos gavilleros andan libremente por nuestras calles.

El suicidio de un arquitecto en un baño de la desaparecida Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras Estatales (OISOE) los puso en evidencia, pero el poder corrupto evitó que los verdaderos culpables  fueran encarcelados.

Durante décadas se ha estado jugando con la miseria y penurias de profesionales arruinados por la irresponsabilidad de políticastros y el presidente Luis Abinader tiene la oportunidad de cambiar esta triste realidad.

Todavía creemos que el actual mandatario de la nación está por encima de las mezquindades de los políticastros que lo han precedido, pero por otro lado es muy cuestionable que en los tres años que pronto cumplirá en el poder, los funcionarios empoderados no hayan hecho cumplir la promesa de pagar las viejas deudas a los contratistas.

Particularmente me niego a imputarles ineficiencia a esos funcionarios que en tres años no han solucionado el pago de esas deudas. Qué resta pensar?

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