Siete soldados israelíes mueren en una emboscada dentro de su dura campaña en Gaza

RAFAH, Franja de Gaza, 13 Dic  — Al menos siete soldados israelíes murieron en una emboscada en Ciudad de Gaza, según dijeron medios israelíes el miércoles, mientras el ejército seguía enfrentando una intensa resistencia a una ofensiva contra Hamás que ha provocado indignación internacional e inusuales críticas estadounidenses sobre la muerte de miles de civiles.

El gobierno del presidente Joe Biden ha insistido a Israel en que tome más medidas para evitar lastimar a los civiles palestinos, aunque ha bloqueado las peticiones internacionales de un cese el fuego y enviado ayuda militar a su estrecho aliado. Israel ha rechazado las sugerencias estadounidenses de un plan de posguerra que reactive el paralizado proceso de paz con los palestinos.

La ofensiva aérea y terrestre ha matado a unos 18.400 palestinos, la mayoría civiles, desde el ataque de Hamás el 7 de octubre que desencadenó la guerra. Casi el 85% de los 2,3 millones de habitantes de la Franja de Gaza se ha visto obligado a abandonar sus hogares, y buena parte del norte de Gaza se ha convertido en un erial.

Las tropas terrestres israelíes siguen inmersas en fuertes combates con milicianos palestinos en Ciudad de Gaza y sus alrededores, más de seis semanas después de que los soldados invadieran el norte. Durante la noche y el miércoles de madrugada se produjeron enfrentamientos en varios puntos, con especial dureza en Shijaiyah, según los vecinos.

 “Es terrorífico. No pudimos dormir”, dijo por teléfono Mustafa Abu Taha, un trabajador agrícola palestino que vive en el vecindario. “La situación va a peor y no tenemos un lugar seguro donde ir”.

El ejército dijo que un total de ocho soldados murieron el martes. Medios israelíes dijeron que siete murieron en la emboscada en el barrio de Shijaiyah, en Ciudad de Gaza, donde hubo disparos y varias explosiones. Ese mismo barrio populoso fue el escenario de una de las mayores batallas de una guerra anterior en Gaza.

SUFRIMIENTO EN EL SUR

Cientos de miles de personas han acatado las órdenes israelíes de huir al sur de Gaza desde que comenzó la guerra, pero esa región también ha sufrido reiterados bombardeos.

El sistema de salud y las operaciones humanitarias han colapsado en gran parte del territorio debido a los combates y al bloqueo israelí sobre la Franja de Gaza, y los cooperantes han advertido de hambruna y expansión de enfermedades entre los desplazados que se cobijan en refugios y campamentos de carpas abarrotados.

Los chaparrones de la noche inundaron los campamentos de carpas en lugares como la zona sureña de Muwasi, un tramo de costa árida donde Israel ha dicho a la gente que busque refugio.

Los ataques israelíes nocturnos golpearon dos edificios residenciales en Jan Yunis, en el sur, donde fuerzas terrestres israelíes han iniciado una nueva línea de ataque este mes.

Un ataque contra una vivienda cerca de la autopista principal entre Jan Yunis y la localidad fronteriza sureña de Rafah mató a dos niños de dos y ocho años, una mujer octogenaria y otra mujer en la treintena, según Mohammed al-Beiyouk, primo de una de las víctimas. Otro ataque mató a un bebé y a su abuelo, según registros hospitalarios del Hospital Nasser en Jan Yunis.

El ejército no suele hacer comentarios sobre ataques concretos. Israel dice que intenta evitar el daño a los civiles y culpa a Hamás de la alta cifra de muertos porque oculta combatientes, túneles y armas en zonas residenciales.

En Israel, la atención sigue centrada en las atrocidades ocurridas el 7 de octubre, cuando fueron asesinadas más de 1.200 personas, la mayoría civiles, y unas 240 fueron tomadas como rehenes. En torno a la mitad de ellos siguen cautivos. Ha habido poca cobertura mediática o debate público sobre las penurias de los civiles en Gaza.

La indignación internacional ha seguido creciente. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el martes una resolución que pedía un cese el fuego humanitario por 153 votos a favor, 10 en contra y 23 abstenciones. La votación no vinculante era principalmente simbólica, pero servía de indicador de la opinión global. Ninguna de las grandes potencias se sumó a Israel y Estados Unidos en su oposición.

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