Biden tiene pocas opciones al ocupar la inmigración el lugar central en elección de 2024
SCOTTSDALE, Arizona, EE.UU., 2 febrero — Casi inmediatamente después de entrar a la Oficina Oval en su primer día como presidente, Joe Biden comenzó a revertir las políticas de inmigración de su predecesor, a las que había atacado como duras e inhumanas durante toda la campaña de 2020.
Mucho ha cambiado en tres años.
Biden, quien adopta cada vez más el tono del expresidente Donald Trump, presiona al Congreso para que imponga restricciones de asilo que habrían sido impensables cuando asumió el cargo. Lo hace bajo presión no sólo de los republicanos sino también de los demócratas, incluidos funcionarios electos en ciudades a miles de kilómetros de la frontera que sienten los efectos de solicitantes de asilo que llegan a Estados Unidos en cantidades récord.
Ahora que la campaña presidencial de 2024 se perfila como una probable revancha entre Biden y Trump, la inmigración ha pasado a primer plano como una de las mayores responsabilidades legales potenciales del presidente. Biden, quien busca neutralizarla, ya ha aceptado una amplia medida bipartidista que todavía se negocia en el Senado y que ampliaría su autoridad para imponer nuevos límites estrictos a los cruces fronterizos.
“Si ese proyecto de ley fuera sancionado hoy, cerraría la frontera ahora mismo y la arreglaría rápidamente”, dijo Biden el fin de semana pasado.
El futuro del proyecto de ley es incierto, y Trump se ha pronunciado en contra, pero los aliados demócratas de Biden se impacientan esperando que el presidente actúe.
La gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, una demócrata liberal, pidió recientemente al presidente que convocara a la Guardia Nacional, y cuando él declinó, ella misma lo hizo a expensas del estado.
“Todos los habitantes de Arizona deben saber que estamos tomando medidas importantes y significativas para su seguridad, incluso cuando el gobierno federal se niega a hacerlo”, dijo Hobbs en su discurso de informe del Estado en enero.
La afluencia ha puesto a prueba los servicios sociales en ciudades como Nueva York, Chicago y Denver, que enfrentan dificultades para albergar a miles de solicitantes de asilo que no tienen vivienda ni autorización para trabajar. Las imágenes de inmigrantes sin ningún lugar a dónde ir que acampan en sitios públicos han dominado los noticieros locales.
Nueve gobernadores demócratas de todo el país enviaron una carta la semana pasada a Biden y a los líderes del Congreso en la que piden medidas por parte de Washington “para resolver lo que se ha convertido en una crisis humanitaria”.
Los estados y las ciudades gastan miles de millones de dólares para responder a la situación, pero se ven superados por el ritmo récord de recién llegados, escribieron los gobernadores de Arizona, California, Colorado, Illinois, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey, Nueva York y Nuevo México.
Pidieron dinero para responder a sus necesidades inmediatas y el compromiso de trabajar para modernizar las leyes de inmigración.
“Está claro que nuestro sistema nacional de inmigración es obsoleto y no está preparado para responder a esta migración global sin precedentes”, escribieron los gobernadores.
Mientras tanto, Trump está ansioso por reavivar las pasiones que la frontera alimentó durante su exitosa campaña de 2016, cuando su promesa de construir un muro a lo largo de la frontera sur con México se convirtió quizás en su grito de guerra más reconocido.
“Ha sido un mensaje que ha resonado no solo entre los republicanos o los demócratas, sino en todo el país, porque ahora incluso esas ciudades liberales, esas ciudades azules, esos alcaldes azules, dicen: ‘ya no podemos manejar la crisis y dennos ayuda”, dijo Corey Lewandowski, el primer director de campaña de Trump en 2016. “Es un cambio fundamental en la forma de pensar sobre el tema en los últimos ocho años”.
Trump lamentó durante el fin de semana que su mensaje fronterizo no resonara cuando se postuló para la reelección en 2020. Dijo que fue porque había hecho un trabajo tan bueno para controlar la frontera que “la sacó del juego”, aunque en ese momento los votantes se centraban principalmente en la pandemia de COVID-19 y esta había perjudicado las perspectivas laborales para los inmigrantes.
“Literalmente, no podíamos expresarlo en un discurso”, dijo Trump en un mitin de campaña el sábado en Las Vegas. “Nadie quería oír hablar de la frontera. No teníamos ningún problema fronterizo. Pero ahora podemos hablar de la frontera porque nunca ha estado peor que ahora”.
Como presidente, Trump separó a los niños de sus familias en la frontera entre Estados Unidos y México como un intento por disuadir a las personas de cruzar, en una política que fue calificada como inhumana por los líderes mundiales, los legisladores estadounidenses e incluso el papa Francisco. Cuando se postuló para el cargo por primera vez se refirió a los inmigrantes mexicanos como “violadores y criminales”, y en esta campaña ha ido más allá: dijo que los inmigrantes “envenenan la sangre de nuestro país”.
Al final, el total de deportaciones fue mayor durante el primer mandato del presidente Barack Obama —quien promulgó prioridades de aplicación de la ley similares a las de Biden— que bajo Trump. Eso se debió en parte a la falta de cooperación de muchas ciudades y estados cuyos líderes se opusieron a las políticas de inmigración de Trump.
Hacia el final del gobierno de Trump, Estados Unidos había completado más de 720 kilómetros (450 millas) de construcción de un nuevo muro a lo largo de la frontera de 3.145 kilómetros (2.000 millas). Gran parte de la construcción se realizó en áreas donde ya había algún tipo de barrera.
Un acuerdo de inmigración en el Congreso que había estado en proceso durante semanas se desmorona ahora en gran medida porque Trump se resiste a darle a Biden una victoria en materia de inmigración, un tema que quiere hacer suyo en su intento por regresar a la Casa Blanca, y sus partidarios en el Congreso siguen su ejemplo.
El portavoz de la Casa Blanca, Angelo Fernández Hernández, dijo que los republicanos de la Cámara de Representantes, bajo el presidente Mike Johnson, bloquean los esfuerzos de Biden para mejorar la seguridad fronteriza.
“Ya es hora de que el presidente (de la cámara baja) Johnson y el Partido Republicano en la Cámara de Representantes se unan al presidente Biden y trabajen entre ambos partidos en beneficio de la mayoría del pueblo estadounidense, el cual respalda el enfoque del presidente Biden”, agregó Fernández Hernández en un comunicado.
La frustración entre los votantes ha aumentado.
Wayne Bowens, un agente inmobiliario jubilado de 72 años de Scottsdale, Arizona, dijo que está disgustado por las recientes medidas fronterizas tanto de Biden como de Trump. Biden solo está cambiando su posición porque le preocupa perder, explicó, y Trump espera bloquear el acuerdo en el Senado para que le ayude a ganar.
“Ucrania, Israel. La gente está muriendo. Y, no obstante, otras personas están pensando: ‘¿Cuántos votos puedo obtener si juego esto bien?’”, agregó Bowens, un republicano al que no le gusta ninguno de los dos candidatos principales, pero quien probablemente votará por Trump a menos que surja un tercer candidato viable. “El mundo se ha vuelto muy repugnante”.
La inmigración permanece como una de las principales preocupaciones de los votantes para la elección de 2024. Una encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research a principios de este mes encontró que quienes expresan preocupaciones sobre la inmigración aumentaron al 35% en comparación al 27% del año pasado. La mayoría de los republicanos, el 55%, dice que el gobierno debe centrarse en la inmigración en 2024, mientras que el 22% de los demócratas catalogaron la inmigración como una prioridad. Eso representa un aumento del 45% y el 14%, respectivamente, en diciembre de 2022.
Los arrestos por cruces ilegales en la frontera con México alcanzaron un máximo histórico en diciembre desde que las cifras mensuales se han hecho públicas.
La Patrulla Fronteriza contabilizó casi 250.000 arrestos en la frontera con México en diciembre, un 31% más que los 191.000 de noviembre y un 13% más que los 222.000 de diciembre de 2022, el máximo histórico anterior.
La situación en la frontera hace que Biden sea vulnerable, en dos grupos de votantes que necesita conquistar: los latinos y las mujeres republicanas blancas con educación universitaria, dijo Mike Madrid, un estratega republicano radicado en California quien ha trabajado para derrotar a Trump y escribió un libro sobre votantes latinos programado para salir a la venta este verano.
Biden no tiene más remedio que adoptar una seguridad fronteriza más estricta y restringir el asilo, aunque eso enojará a los progresistas de su base, opinó Madrid.
“Ese es su mayor problema”, dijo Madrid. “Y es también su oportunidad principal, porque creo que, si puede poner a los republicanos a la defensiva, estará en una posición muy dominante para ganar la reelección”.
AP