Armas en 3D: Una amenaza emergente
Sagrario Ortega |
Madrid, 2 marzo .- Todavía representan un mínimo porcentaje de las incautadas cada año en España y en Europa, pero la Guardia Civil lo tiene claro: la fabricación de armas en 3D supone una amenaza emergente, porque su número crece cada año, como explican a EFE los expertos del instituto armado.
Los investigadores del grupo contra el tráfico de armas de la Unidad Central Especial (UCE 3) de la Jefatura de Información de la Guardia Civil ya han llevado a cabo varias operaciones en los últimos años contra la fabricación de armas por este método y han desmantelado algunos talleres clandestinos.
¿Cómo se fabrican? La modalidad más barata y habitual es la que se fabrica casi totalmente en material plástico muy asequible y al alcance de cualquiera que pueda además comprarse una impresora 3D.
Y hay dos tipos de armas que se fabrican con polímero. Una de ellas es la que es casi completamente de plástico, salvo alguna pequeña pieza metálica como muelles o la aguja percutora.
Son “muy rudimentarias y muy básicas”, señalan a EFE los expertos de la Guardia Civil. Suelen ser monotiro (de un solo disparo) o de dos cañones, pero de un calibre de poca potencia -un 6,35 o un 7,65, un 22 o un 9 corto-.
Al ser totalmente de plástico no soportan la presión de la explosión del disparo del cartucho. Tanto es así, que cuando han disparado unas pocas veces sus cañones se suelen fracturar y quedan inservibles.
Son las primeras 3D que “salieron al mercado”, las conocidas como tipo ‘liberator’. Pero este modelo ha evolucionado.
Pistolas híbridas
Y lo ha hecho hacia las armas híbridas, es decir, algunas partes son de plástico fabricadas en 3D y otras son metálicas como los cañones y los cierres.
Con la impresora se fabrica la empuñadura, la culata, el armazón… pero el cañón es en este caso metálico, fabricado artesanalmente con el torno de una fresadora, tal y como han constatado los agentes de la Guardia Civil en operaciones en las que han desarticulado talleres de fabricación ilegal de este tipo de armas.
Y al ensamblar las partes plásticas con las metálicas el resultado son ya armas más sofisticadas semi automáticas o incluso automáticas, que disparan ráfagas. O lo que es lo mismo, son armas de guerra.
El arma automática más habitualmente fabricada en 3D es un subfusil FGC9, las siglas de Fuck Gun Control en inglés y que en español significa algo así como ‘que le den al control de armas’. Son del calibre de 9 milímetros y están “de moda”.
La parte de plástico es la más fácil de hacer. Basta con tener la impresora, bajarse de internet unos planos -se distribuyen libremente en la red- y seguir unos tutoriales. Lo más difícil es conseguir o fabricar las piezas metálicas.
Perfil del “fabricante”: un joven inteligente ante un desafío
A las fuerzas de seguridad hay algo que les preocupa: estas armas las puede fabricar cualquiera, subrayan las fuentes de la UCE 3.
De hecho, el perfil que han constatado los investigadores es el de una persona joven, inteligente, en muchas ocasiones introvertido y que, “por suerte, fabrica armas en 3D como un reto, un desafío, y no para emplearlas de forma ilegal, es decir, para cometer delitos”.
“Siempre existe el riesgo de que se desvíen para ese uso o que un delincuente que no tenga otros medios para conseguir un arma, la fabrique así. Hasta ahora los casos que hemos detectado en España son ‘frikis’”, añaden las fuentes.
Otro riesgo -explican- es la imposibilidad de seguir el rastro de un arma de esas características, ya que al ser de fabricación casera no tienen ninguna marca identificativa, ni número de serie…, “de tal manera que si aparecen en un delito no podemos rastrearlas”.
Es una amenaza “de baja intensidad”
Aunque parezca alarmante -dicen las fuentes-, este asunto hay que ponerlo en su justa medida. Es una amenaza emergente, que “va en auge”, pero que “está empezando y, cuantitativamente, “es de baja intensidad, casi anecdótico”.
Según los datos de Europol, entre 2018 y 2022, ambos incluidos, se detectaron a nivel europeo 63 casos.
Respecto a la UCE 3 de la Guardia Civil están aumentando las operaciones. En los dos últimos años han llevado a cabo cuatro y se incautaron cinco armas en 3D. Pero si se compara esta cifra con las 8.000 armas ilegales de todo tipo que intervienen todos los cuerpos de seguridad anualmente en España, apenas representan un 0,075 por ciento del total.
En cualquier caso, el peligro está ahí, dicen las fuentes, porque las impresoras 3D cada vez tienen más capacidades, se están abaratando y lógicamente su venta es libre.
No obstante, fabricar un arma en 3D es un proceso laborioso. Al más experto fabricar un subfusil tipo FGC9 le puede costar entre 15 y 20 días. Y lo más difícil es montar todas las piezas, sobre todo las metálicas. Para esta parte, se necesita una maquinaria especial que no está al alcance de cualquiera. Así que se recurre a “talleres” clandestinos externos.
Cómo ponerle coto
No es fácil poner coto a esta actividad, pero se están estudiando algunas medidas, como la posibilidad de restringir la difusión libre de los planos en internet, pero sería como “poner puertas al campo” porque ¿cómo se puede evitar que alguien se los descargue si no todos los países lo restringen?.
De todos modos, las descargas pueden servir como indicio a los investigadores para llevar a cabo sus pesquisas.
Tampoco se puede limitar la venta de impresoras 3D, porque nadie sabe si el comprador la va a utilizar para fabricar una taza, un tapón o cualquier otra cosa inocua.
Algunas operaciones
La UCE 3 de la Guardia Civil ha liderado algunas operaciones internacionales, como la denominada ‘Carmelo’, desarrollada a finales de 2023 en España y otros siete países europeos y americanos. Catorce personas fueron detenidas y se intervinieron 80 armas de fuego, varias 3D.
También se desmantelaron 14 talleres clandestinos, entre ellos uno en León, otro en Jaén y otro en Madrid, donde un joven fabricaba armas híbridas con su impresora 3D.