Montecristo

Chiqui Vicioso

Las dictaduras, las incipientes y las de viejo cuño, viven inventado modos de destruir al “adversario”.

Todos conocemos lo que sucedió en España a través del martirio de sus mayores poetas. A Miguel Hernández lo mataron de hambre. Fueron menos crueles con Lorca, a quien lo mataron y ya.

Ni hablar de los horrores de Trujillo y su asesinato a palos de tres hermanas, que además eran madres; y de Balaguer y su creación de la Banda Colorá, asesina de miles de jóvenes en barriadas, y sus banderas rojas en los fusiles de la soldadesca. Reivindicarlo como “padre de la Democracia” fue exacto, porque la “Democracia” chorrea sangre por todos lados.

Cortarle las manos en un estadio, al cantautor Victor Jara, fue la “hazaña” por la que pasó a la historia Pinochet, hoy también investigado por la muerte de Pablo Neruda.

Bolsonaro, reivindicó todos los asesinatos de las dictaduras militares, y hoy, a diferencia de Trump que la reivindica, (sobretodo después de que trascendiera como perros entrenados le arrancaran los testículos a los prisioneros en Guantánamo, y otros métodos de tortura); reniega de la tortura, porque Dilma (quien conoció a su esposo en una sesión de tortura), no solo sobrevivió sino que llegó a ser presidenta del país.

Esos casos trascendieron porque l@s asesinad@s eran gente famosa o conocida, pero de todas las dictaduras la argentina se llevó todos los “galardones”. Si Pinochet asesinó a siete mil personas, los militares y paramilitares argentinos, en una operación que inventó Kissinger denominada “Cóndor” (su llamada telefónica a Pinochet urgiéndole a asesinar a todos los “comunistas trascendió a la Historia), asesinaron y desaparecieron a 30,000 personas, entre ellas a miles de mujeres y lo que es más horrible, miles de parturientas.

Las asesinaban durante el parto y luego se distribuían l@s niñ@s, muchos de ellos hoy criados por los asesinos de sus padres, una lucha titánica, que ha trascendido a la humanidad, de las Abuelas de la Plaza de Mayo, en búsqueda de sus niet@s.

De eso trata la serie Montecristo, de Netflix, un ejercicio brillante de contar una historia de horror, a través de un recurso literario, la novela El Conde de Montecristo. Búsquenla, para que puedan entender de qué se trata.

La trama sirve para mostrar la angustiosa búsqueda de una mujer de su origen y el destino de sus padres, y el horror de la dictadura argentina, a la cual hoy el esquizofrénico de Javier Milei, está tratando de retornar. Cada noche me ahogo en llanto.

Por eso, a puertas de las elecciones, fíjense cómo manejan los candidatos el presente y futuro de la infancia, su salud mental y escolaridad. Es el mejor retrato y la mejor advertencia.

El Nacional

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