La extrema derecha repuntará en las elecciones en la UE. El centro también virará hacia la derecha
BRUSELAS, 5 junio — Parecía una frase cualquiera de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pero resume lo que está en juego para muchos en las elecciones al Parlamento Europeo de esta semana: ¿Qué hacer con la extrema derecha? ¿Se puede confiar en ella?
La líder de la UE había dicho, básicamente, que la primera ministra ultraderechista de Italia, Giorgia Meloni, cuyo partido está muy arraigado en el postfascismo, podría estar lista para su momento de gloria como posible socio de coalición una vez que las elecciones, que se celebrarán a lo largo de cuatro días en los 27 países del bloque, concluyan el domingo.
Durante un debate electoral, von der Leyen declaró que Meloni cumplía todos los requisitos necesarios, el último de los cuales era estar “a favor del Estado de derecho”. Aunque, de inmediato, añadió “si esto se mantiene”.
Esa duda provisional acerca de si ampliar la confianza básica a partidos extremistas y populistas está en la mente de muchos mientras la UE parece encaminada a virar a la derecha como nunca antes en su historia, que tiene su germen en la derrota de la Alemania nazi y la Italia fascista en la Segunda Guerra Mundial.
Desde las últimas elecciones europeas hace cinco años, los partidos populistas, de ultraderecha y extremistas lideran ya tres países, están integrados en coaliciones de gobierno en varios más y están en auge en las encuestas en todo el bloque como nunca antes.
Como resultado, es probable que todo el espectro político del enorme bloque pueda inclinarse hacia la derecha tras los comicios, según indican una plétora de encuestas y ratifican los observadores políticos.
“Habrá un giro hacia la derecha. La pregunta es: ¿de qué magnitud?”, dijo Maria Demertzis, del centro de estudios independiente Bruegel, con sede en Bruselas. “Las cifras importarán porque uno de los posibles resultados podría ser que la extrema derecha se convierta en el segundo (mayor) partido. Si ese es el caso, será interesante ver cómo y quién gobernará».
En el segundo mayor ejercicio de democracia del mundo por detrás de las recientes elecciones en India, casi 400 millones de votantes elegirán a los 720 miembros del Parlamento Europeo desde el círculo polar ártico a las fronteras con África y Asia, con repercusiones en multitud de aspectos, desde las políticas contra el cambio climático y de defensa hasta asuntos migratorios o relaciones geopolíticas con China y Estados Unidos.
Durante mucho tiempo, las elecciones al Parlamento Europeo tuvieron poca importancia ya que los pesos pesados del bloque, Francia y Alemania, establecían gran parte de la política del grupo en expansión y la legislatura parecía un retiro dorado para los políticos más veteranos y una incubadora de jóvenes talentos.
Pero a medida que crecían las competencias de la Eurocámara en cuestiones como las normas bancarias, la política agraria o el presupuesto comunitario, también lo hacía el interés de los votantes y el nivel de los legisladores. Aunque en 2019 se consideró que superar un umbral de participación del 50% era un gran avance, un encuesta del Parlamento apunta que en los próximos comicios podría participar el 71% de las personas con derecho a voto, otro gran paso adelante.
El Partido Popular Europeo de von der Leyen, un grupo de mayoría democristiana, es el más grande de la legislatura y está encaminado a gobernar tras las elecciones. Para cualquiera a la derecha del PPE, romper su coalición con los socialistas, los progresistas proempresiales y los verdes debería ser la principal cuestión en juego.
Aunque audaces, descarados y bulliciosos en el mejor de los casos, los extremos de la derecha pueden ser belicosos y mordaces en el peor. Así que, aunque las cuentas cuadren para una brillante victoria de la derecha el domingo, lo más probable es que el total sea menor que la suma de sus partes.
Frente a la unidad de la extrema derecha para mantener fuera a los migrantes, ridiculizar las medidas climáticas como una ficción progresista y defender los valores familiares conservadores, hay también diferencias fundamentales. En lo relativo a la guerra en Ucrania, por ejemplo, algunos como Meloni están con Occidente, al contrario que el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán. Otros se mantienen en una zona gris.
No ayuda que los partidos populistas y de ultraderecha estén divididos ahora en dos grupos en el Parlamento — Identidad y Democracia, al que pertenece la Agrupación Nacional de la francesa Marine Le Pen, y el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, en el que se sitúa Meloni.
Unos cortejan al centro, otros a la polémica. Identidad y Democracia expulsó el mes pasado a Alternativa para Alemania. o AfD, luego de que su líder coronase una creciente lista de escándalos afirmando que no todos los miembros de la unidad de élite SS de los nazis — que estuvo implicada en grandes atrocidades durante la IIGM, eran criminales de guerra.
“AfD se ha convertido en una plaga que nadie quiere tocar”, dijo Roberto D’Alimonte, analista político en la Universidad LUISS de Roma.
La formación de los nuevos grupos de partidos de ultraderecha y populistas tras las elecciones no está clara por el momento.
A día de hoy, algunos quieren ante todo ser “salonfähig”, la cualidad de ser aceptado en los círculos más selectos a pesar de su trasfondo extremista. Le Pen aspira a convertirse en presidenta de Francia en 2027 y Meloni ya ha alcanzado ese estatus como primera ministra de Italia.
En casi dos años al frente del país, Meloni ha superado las preocupaciones iniciales, ha demostrado ser fiable en las cumbres europeas y estar dispuesta a trabajar para alcanzar compromisos muy reñidos, hasta el punto de mantener al polémico Orbán a raya en los debates clave. Los líderes, incluida von der Leyen, han pasado por alto las quejas que salen de Italia sobre el trato que da a los grupos que no cumplen con sus valores familiares tradicionales o las acusaciones de limitar la libertad de prensa.
Y con los liberales y los verdes abocados a la derrota, el PPE de von der Leyen quiere mantener abiertas sus opciones para armar coaliciones, incluyendo a Meloni, por encima de las sonoras objeciones de sus aliados.
Aunque las coaliciones en el Parlamento Europeo sean frágiles ya que los legisladores están marcados en ocasiones por sus agendas nacionales, no por la comunitaria, von der Leyen está ansiosa por encontrar una coalición que le de los 361 votos que necesita para asegurarse un segundo mandado de cinco años como presidenta de la Comisión, quizás el puesto con más poder dentro de la UE.
Y es ahí donde Meloni se convierte en una pieza clave que podría tener en sus manos el destino de von der Leyen y de un enorme bloque geopolítico a punto de virar más hacia la derecha.
“Es una de esas personas, no exactamente de la extrema derecha, sino de la derecha de la derecha”, apuntó Demertzis. “Ha estado hablando con el PPE, pero también con grupos de la derecha más extrema, como Le Pen y otros. Y, por supuesto, dependiendo de cuál sea el resultado de la votación, podría tener un gran as en la manga”.
AP