Abinader, Tom Lluberes y Séneca
Pablo McKinney
De la mano de Rubén Blades, el cancionero popular lo explica muy bien: “No va para ningún lado quien no sabe dónde está”, como lo hace también el refranero español: “Quien no sabe para donde va… ya llegó”; ambas expresiones heredadas de la que nos legó el filósofo estoico, Séneca: “Ningún viento es favorable para quien no sabe hacia donde navega”. Como ven, en Occidente, todo lo dijeron los griegos o lo replicaron los romanos frente al Tíber.
Sin embargo, para fortuna del presente y del futuro nacional, Luis Abinader ha resultado ser el secreto mejor guardado del Caribe. Por eso, -mezquindades aparte-, con su extraño don de la ubicuidad, con sus días de 36 horas, su espontaneidad y su salud mental, el muy señor sigue sorprendiendo a sus adversarios, incluidos a los incapaces de reconocer los talentos de los demás. errare humanum est, perseverare diabolicum.
Todo indica que Abinader tiene claro el camino y, quizás por eso, porque sabe hacia donde navega, le han resultado tan favorables los vientos electorales.
A los dominicanos, la democracia electoral les dio la oportunidad de expresarse y así lo han hecho. Sigamos con los romanos: “La voz del pueblo es la voz de Dios”. El PRM y aliados ganaron las presidenciales (57.44% de los votos), las legislativas (29 de 32 senadores y 146 de 190 diputados), y las municipales (122 de 148 alcaldías). Si eso no es legitimidad, que venga Dios y lo vea.
Los electores le han entregado al PRM and friends las mayorías cualificadas necesarias para realizar las urgentes y viejas reformas que hace mil años -y por miles de razones y temores- gobiernos anteriores de todos los colores han postergado.
Por suerte, según mis fuentes, entre sus lecturas juveniles en el Instituto Loyola, -que quizás les sugirió el santo bueno de Tom Lluberes-, Abinader incluyó Las Cartas a Lucilio, de Séneca, el Manual de vida, de Epicteto, y las Meditaciones, de Marco Aurelio, por lo que tiene claro el camino, y no pierde oportunidad para decir a quien quiera escucharlo, (menos al inefable senador Cholitín en la luna), que “no hay fuerza capaz de hacerlo beneficiarse de una posible modificación constitucional para repostularse en 2028”, aunque el comportamiento de nuestros tres presidentes vivos justifique todas las dudas y desconfianzas ciudadanas. Por lo que veo, Homero Figueroa, De Vengoechea y Raúl Baz tienen trabajo pendiente. Buena suerte.
Listín Diario