Venezuela, la triste historia de una ciudad libremente amurallada

Por Lina Paulino..

Periodista y psicóloga clínica

El tiempo ha pasado y sólo queda plasmada en la historia  aquellos  hechos de gloria, cuando  aquella imponente patria venezolana brillaba con luz propia, y razones tenia para enorgullecerse, era un país que invitaba al progreso, a la superación, y  que te permitía soñar con una vida de telenovela, como aquellas que tantos disfrutábamos, con sus bellas mujeres y hombres galanes.

 Hoy en día la realidad ya no es la misma, los filmes vivenciales parecen sacados de una película de misterio, donde el suspenso y el miedo mantienen en vilo a toda una nación cuyo peor error fue confiar y aferrarse a una ideología que prometía mayor equidad, igualdad, y  justicia social, pero que a su paso ha dejado desolación, dolor, frustración y un desconcertante futuro que aterroriza hasta al que no ha nacido.

No he sido parte de esa trama, no formo parte de su historia, de forma exacta no soy venezolana, sin embargo, tengo una línea sanguínea que  hace unirme a la verdad de una patria, que aunque muchos quieran negar,  ya no es la misma, ha sucumbido ante  el infortunio del poder.

Como estampidas humanas los hijos de la República Bolivariana de Venezuela, han buscado padres adoptivos, se han dispersados, pero nunca ha olvidado regresar. Ellos no han sido cobardes solo  victimas sobrevivientes del engaño, y la maldad, del caos y el hambre, de la violencia, y el falso socialismo igualitario que ha permeado en la conciencia como una gran frustración.

Las  ideas se han cauterizados, los sueños se han desvanecidos, el juicio se ha perdido, no hay acuerdos, ni entendimiento, solo hay un gemir de impotencia, amenazas, llantos de dolor,  y un escalofriante gritos apocalíptico que dice  `la ciudad ha sido amurallada`.

Como si se hubiera perdido en su propia selva,  Venezuela parece estar  atrincherada, ante los ojos inciertos de una comunidad internacional que también se perdió en el intríngulis y que se niega a tomar el guion, para intervenir  en la historia que traspasa las barreras y afecta los confines.

Esto no es un poema,  es la expresión humilde acerca de un pueblo, que apagó su antorcha,  y puso la bandera a media asta, por el luto de los desaparecidos, los que se ha ido, los que no regresaran  y aquellos que solo le queda permanecer, sin identidad, sin orgullo,  sin patria, cantando al ritmo de la Canción, mi pueblo ya no es mi pueblo es una ciudad cualquiera.

, Quizás no es hora de buscar culpable,  pero si de encontrar soluciones, tampoco es  tiempo para lucha de poder y venganzas, sino de aferrarse a la idea de  un final feliz para esta nueva historia, que hoy está siendo contada en Venezuela pero que amenaza más allá de sus  murallas latinoamericana.

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