En el filo de la navaja: Huracanes y aguaceros: ¿Desprevenidos o desinteresados?

Por la redacción

La República Dominicana está en la ruta de los huracanes, lo que supone una exposición constante a estos fenómenos que, gracias al cambio climático, se han vuelto más destructivos y letales.

Además, otras condiciones meteorológicas como vaguadas y ondas tropicales nos impactan frecuentemente, dejando un saldo mixto: por un lado, la lluvia beneficia nuestras presas, abastece los acueductos, riega los campos y genera electricidad; por otro, provoca desbordamientos de ríos y arroyos, inundaciones urbanas que destruyen propiedades y hasta cobran vidas.

La responsabilidad de nuestras autoridades es vital para informar y orientar a la ciudadanía sobre las medidas preventivas, y más aún, para trabajar constantemente en la mitigación de los efectos negativos de estos fenómenos.

En estos días tuvimos la amenaza del huracán Beryl. El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y la Oficina Nacional de Meteorología emitieron boletines sobre posibles lluvias, ráfagas de viento y descargas eléctricas.

El Distrito Nacional, que estaba en alerta, experimentó un martes nublado con ligeras lluvias, contrario a las expectativas. Sin embargo, al día siguiente, una vaguada combinada con una onda tropical inundó Santo Domingo, generando caos en el tráfico y la ausencia total de agentes de la Digesett para controlar el desorden, agravado por fallas en el servicio eléctrico que dejaron sin funcionar los semáforos.

¿Cómo se explica que el COE, y la Digesett como parte de este centro, no anticiparan un operativo de emergencia para el caos vehicular previsible? El ciudadano común, que no tiene conocimientos de meteorología, no entiende por qué no llovió el martes, pero sí el jueves, y por eso critica en redes sociales.

 El general Juan Manuel Méndez, director del COE, otrora prudente y dedicado, ahora luce descontrolado y hasta agresivo, especialmente después de entrar en la política. Su reacción desconsiderada ante las críticas, diciendo «no estábamos viviendo romo ni estábamos con un jumo», revela un cambio lamentable en su personalidad, rebajando su estatura como funcionario dedicado a prevenir y salvar vidas.

Las inundaciones urbanas en avenidas y sectores de mucho tránsito y concentración habitacional son conocidas por todos, especialmente por las autoridades, que desde su llegada al poder han esperado a que la capital sufra varios eventos, incluso con víctimas mortales, para actuar.

El ejemplo más notorio es la avenida Luperón, que ha estado inundándose por años. Tras el último «río» en esta transitada vía, el Ministerio de Obras Públicas y la Alcaldía del Distrito Nacional anunciaron con bombos y platillos que destaparon los desagües y resolvieron el problema. Pero, ¿por qué no lo hicieron antes? Como dice el refrán popular, ponemos candados después que nos roban.

Qué pena general, qué pena autoridades. La ciudadanía merece algo mejor que reacciones tardías y explicaciones desafortunadas. En un país donde cada gota de agua puede convertirse en una tragedia, es imperativo que se adopten medidas preventivas sólidas y se actúe con la celeridad y eficacia que la situación demanda.

Comentarios
Difundelo
Permitir Notificaciones OK No gracias