Miriam Germán Brito defiende su gestión al frente de la Procuraduría General: «Ni gané ni perdí, me marcho tranquila»

Santo Domingo, 23 de julio – Miriam Germán Brito, procuradora general de la República, defendió su gestión al concluir su mandato, destacando que no ha claudicado ante la presión de sectores que consideran la justicia como un juego de intereses individuales en lugar de una vocación sagrada. Germán Brito enfatizó que sus principios siempre se han impuesto ante cualquier circunstancia.

Al presentar un documento de memorias al finalizar su gestión, Germán Brito subrayó los logros y acciones que considera exitosas, así como los hitos y transformaciones alcanzados.

También reconoció los aspectos no tan positivos y los desafíos que quedan por enfrentar. Según sus palabras, estos cuatro años no han sido fáciles, debido a los ataques disimulados y las descalificaciones internas que ha enfrentado.

Germán Brito señaló que ha sido testigo de la falta de equilibrio y honestidad en ciertos sectores, viendo cómo algunos nunca reconocen nada, mientras que otros siempre están dispuestos a ayudar y a impulsar hacia adelante.

Aunque podría parecer que la ética ya no está de moda, Germán Brito mantiene firmemente que esta no debe estar ausente ni en la política ni en el servicio público. Habló de una ética universal y humanista, algo que considera esencial en su labor.

La procuradora manifestó que ha dedicado la mayor parte de sus años al sistema de justicia penal, una tarea que con el tiempo se ha convertido en su pasión personal y misión de vida. Reconoció que el camino no siempre ha sido dulce, pero las recompensas que trae la satisfacción del deber bien cumplido son incomparables.

Germán Brito expresó que ser parte del sistema no siempre implica comprender las complejidades de las instituciones que lo conforman. De hecho, admitió que conocía poco del Ministerio Público más allá de lo legal-normativo, por lo que el aprendizaje ha sido grande y sus lecciones la acompañarán donde vaya.

El inicio de su gestión coincidió con un momento institucional complejo, cargado de muchos cuestionamientos que proyectaban hacia afuera un órgano carente de legitimidad y con tachas éticas que aún se encuentran en proceso.

En este escenario, le tocó la ardua tarea de reencauzar el órgano persecutor por el cauce de la legalidad y la transparencia, y de imprimir la huella del apego al debido proceso y a los derechos fundamentales.

Intentar transformar una cultura enraizada, cualquiera que sea, genera mucha resistencia, algo natural en el ser humano. Germán Brito manifestó que incomoda dejar atrás patrones que se han convertido en práctica común, especialmente cuando son promovidos por la autoridad competente. Sin embargo, siempre encontró total disposición por parte de su equipo para seguirla en esta aventura, sin lo cual nada habría sido posible.

Un aspecto característico de su gestión ha sido la capacidad de «dejar hacer», respetando la sabia autoridad de cada fiscal en su ámbito de actuación e interviniendo solo cuando hubo razones válidas para hacerlo.

Esto incluía definir directrices claras para garantizar la protección de los derechos de poblaciones en mayor riesgo de vulnerabilidad y unificar criterios en la persecución penal de ciertos delitos.

Germán Brito reconoció que tuvo serias diferencias con sus pares en muchas ocasiones, alcanzando consenso en algunos temas y no llegando a acuerdos en otros. La visión que tiene sobre la forma de conducir la institución no es compartida por muchos, pero ella se mantiene firme en sus convicciones.

Indicó que las memorias reflejan de manera sucinta el largo y rico trayecto recorrido, con sus altas y bajas, no solo para que sirvan a los esfuerzos de continuidad, sino también como un legado de integridad. Al concluir, reafirmó su compromiso con los principios que han guiado su gestión, dejando un mensaje claro sobre la importancia de la ética en el servicio público y la justicia.

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