Seamos humildes, aspiremos a los imposible
Pablo McKinney
Como es sabido, “las cosas para ser posibles no tienen que ser probables”. Por eso, como los muchachos del mayo 68 de París, los dominicanos debemos ser humildes y aspirar solamente a lo imposible. Ya me explico.
El país nacional arrastra una deuda social que se ha ido acumulando, como se han acumulado las tareas por realizar que de gobierno en gobierno se van postergando, porque aquí siempre hay unas elecciones que ganar, una oligarquía que complacer, unos grupos de “padres de familia”, convencidos de que los demás somos “hijos de la gran p….”.
Los dominicanos tenemos informes del FMI, Banco Mundial, BID; tenemos Plan Decenal de Educación, Informe de Atallí, la Constitución, las leyes y sus reglamentos; por tener, tenemos hasta la sonrisa de diosa y las piernas interminables de cierta dama “cuyo nombre debo olvidar.” Sin embargo, algo siempre ocurre que nos impide organizar la casa nacional con la justicia social como bandera. Nuestro país es una mafia donde quiera, una pandilla en cualquier parte, pandillas de “supervisores” en alcaldías, ministerios, mafias de la Policía, contubernios cívico-militares-empresariales en Migración, puertas giratorias en la frontera. Mafias para cualquier cosa, pandillas por donde quiera. Precisamente por eso, sería fantástico, “sería un detalle, todo un gesto por su parte”, que el presidente Abinader, con las fuerzas legislativas que cuenta y los poderes que la Constitución le otorga, hiciera lo que nunca se ha hecho y está contenido en sus 16 propuestas de reformas para refundar institucionalmente el país.
Mientras Venezuela navega en la incertidumbre de un mundo multipolar y cínico, las élites nacionales y los miembros de la amplia clase media no podemos continuar “turistiando” orgullosos, orondos y parejeros por el mar de nuestros egos, mientras, por lo menos, uno de cada tres dominicanos no disfruta de esas mieles salvo en las estadísticas oficiales.
Nuestros problemas son conocidos por casi todos. Al fin, aquí todo ha sido ya estudiado, analizado, diagnosticado. Somos el país de las mafias coronadas, con una clase política analógica que teoriza como nunca y posterga como siempre, con unos especímenes sin jubilación que siempre tienen un problema para cada solución, perdón por la rima. El presidente Abinader (hijo del Doctor que sí era mi amigo) tiene la voluntad, el poder, los legisladores. Las 16 reformas están ahí. Entonces, manos a la obra, Presidente, que sí lo piensa mucho no lo hace.
Listín Diario