Yamandú Orsi, el heredero de Mujica que llevará las riendas de Uruguay

Montevideo, Uruguay, 25 de noviembre. – «La esencia de la política son los acuerdos», repite Yamandú Orsi, el político de izquierda que se convertirá en presidente de Uruguay el próximo 1 de marzo. Esta frase, que marcó su campaña, la pronunció con la calma característica de los nacidos en Canelones, mientras votaba este domingo como candidato del Frente Amplio (FA).

Con el 50% de los votos en la segunda vuelta electoral, Orsi superó al centroderechista Álvaro Delgado por cuatro puntos, consolidando su camino a la presidencia.

A los 57 años, Orsi se perfila como un líder que combina la cercanía con los ciudadanos y la habilidad para negociar, atributos que lo han convertido en uno de los políticos más populares de Uruguay. Durante 10 años fue intendente de Canelones, el segundo departamento más poblado y una representación en miniatura de Uruguay, según lo describe su mentor y expresidente José Mujica. «Si se sobrevive a Canelones, se puede gobernar cualquier cosa», ha dicho Mujica, quien ve en Orsi a un heredero político con el temple para asumir desafíos nacionales.

Una trayectoria marcada por la honestidad y el trabajo

Orsi nació en Santa Ana, Canelones, en el seno de una familia de chacareros. Pasó su infancia ayudando en el campo hasta que su padre, conocido como «Bebe», enfermó y la familia se trasladó a la capital del departamento.

Allí, Orsi ayudó en el almacén familiar mientras completaba sus estudios. En 1986, se mudó a Montevideo para estudiar profesorado de historia, donde tuvo su primer contacto con el Movimiento de Participación Popular (MPP) liderado por Mujica.

El inicio de su carrera política se dio cuando Marcos Carámbula, entonces intendente de Canelones, lo invitó a trabajar como su mano derecha. “Orsi tiene condiciones innatas para la política. Es inteligente, escucha, aprende y jamás utilizó su poder para beneficio personal”, asegura Carámbula.

Durante su mandato en Canelones, Orsi enfrentó una deuda de 100 millones de dólares, equivalente a varios presupuestos anuales, y trabajó incansablemente para sanear las finanzas y transformar el departamento.

Su honestidad ha sido una constante en su carrera, destacada tanto por aliados como por adversarios. Incluso un intento de desacreditarlo con falsas acusaciones de violencia, surgido en marzo de este año, terminó reforzando su imagen. Las mujeres que lo acusaron confesaron haber inventado la historia y fueron encarceladas, mientras Orsi reafirmó su compromiso con la política limpia.

Un candidato híbrido y negociador

Orsi logró la candidatura presidencial del Frente Amplio al vencer a Carolina Cosse, exintendenta de Montevideo, en las internas de junio. Su perfil es considerado «híbrido», pues comprende tanto las dinámicas metropolitanas como las del interior del país. Esta perspectiva, sumada a su experiencia como intendente, lo convierte en un político con capacidad de negociación efectiva, incluso con opositores del Partido Nacional y el Partido Colorado.

Como intendente, Orsi trabajó año tras año con otros 18 intendentes para acordar el presupuesto federal. Esa experiencia, según sus allegados, le otorga una ventaja crucial para forjar alianzas en un gobierno que requerirá del apoyo de sectores diversos para impulsar sus reformas.

El legado de Mujica y un enfoque federal

Mujica ha sido una influencia clave en la carrera de Orsi, quien comparte con él una visión de política cercana a las raíces. «Orsi no olvidará de dónde viene», asegura Carámbula, recordando cómo «Bebe», el padre del futuro presidente, solía pasear frente a la intendencia de Canelones para conversar con los vecinos. Orsi observaba a su padre desde su oficina, recordando siempre la conexión con sus orígenes.

La llegada de Orsi al poder marca un hito, ya que será el primer presidente desde 1985 nacido fuera de Montevideo. Este factor, combinado con su enfoque federal, promete una gestión más inclusiva que dé protagonismo a los departamentos del interior, históricamente relegados en las decisiones nacionales.

Desafíos en el horizonte

Orsi asumirá la presidencia en un contexto complejo. Aunque ha prometido acuerdos, las diferencias entre el Frente Amplio y los partidos de oposición son profundas. Entre los temas prioritarios estarán la recuperación económica tras la pandemia, la seguridad pública y la agenda climática, áreas en las que su experiencia como intendente podría ser determinante.

Además, tendrá que gestionar las expectativas dentro de su propia coalición, donde conviven sectores más radicales con otros moderados. Mujica, un veterano de la política, ha señalado que el reto de Orsi será mantener la unidad del Frente Amplio mientras busca consensos con sectores opositores.

El estilo de liderazgo de Orsi

Padre de mellizos y amante de la vida sencilla, Orsi proyecta una imagen de líder accesible y práctico. Si bien su estilo es menos disruptivo que el de Mujica, comparte con él la capacidad de conectar con diversos sectores sociales. Durante la campaña, se mostró como un político pragmático, dispuesto a ceder en ciertos puntos para avanzar en otros.

Este enfoque, combinado con su capacidad para escuchar y aprender, podría ser clave para superar las divisiones políticas y sociales que enfrenta Uruguay. Con un país que valora la estabilidad y la honestidad en sus líderes, Orsi parece encarnar esos valores, consolidándose como un heredero político que promete continuar el legado de Mujica mientras traza su propio camino.

El futuro de Uruguay bajo Orsi

A partir del 1 de marzo, Yamandú Orsi tendrá la oportunidad de demostrar que su experiencia en Canelones y su enfoque en los acuerdos pueden traducirse en un gobierno exitoso a nivel nacional. Para muchos, su elección simboliza un cambio generacional y una oportunidad para renovar la confianza en la política.

Si logra superar los desafíos que se avecinan, Orsi podría no solo consolidar su liderazgo, sino también fortalecer al Frente Amplio como una fuerza política de largo plazo en Uruguay. El tiempo dirá si el “Uruguay en chiquito” que gobernó durante una década es realmente el mejor campo de entrenamiento para liderar un país entero.

Con datos de El País, de España

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