Donald Trump: La inflación, los aranceles y la deuda
Julio E. Diaz Sosa
El informe del mes de octubre sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en los Estados Unidos, publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), mostró un aumento del 0.2 % en octubre, el mismo incremento experimentado durante el mes de septiembre. Esto elevó la inflación interanual al 2.6 %, un aumento del 0.2 % respecto al mes anterior, en consonancia con las expectativas del mercado.
Los precios de los alimentos se aceleraron, especialmente en los supermercados. La agricultura, afectada gravemente por los huracanes en Florida, incluidos los cítricos como las naranjas, impulsó estos incrementos. Los precios de los alimentos fuera del hogar se moderaron, pero siguen aumentando mucho más rápido que antes de la pandemia, a pesar de la reintroducción de menús económicos en muchos restaurantes de comida rápida.
Los precios en las gasolineras y otros productos energéticos continuaron bajando. Sin embargo, el problema real son los precios en comparación con los niveles previos a la pandemia. Todas las gasolinas refinadas promediaron US$ 3.19 por galón en octubre, todavía aproximadamente un tercio más altas que en febrero de 2020.
El IPC subyacente, que excluye los alimentos y la energía, aumentó un 0.3 % en octubre, el mismo incremento que en septiembre. Este índice se mantuvo con un aumento interanual del 3.3 % en octubre, también igual que en septiembre. Esto es una noticia más favorable para la Reserva Federal, ya que las condiciones de crédito restringidas también están suprimiendo la demanda y fomentando algunos descuentos. Sin embargo, los costos de alimentos y energía están más expuestos a shocks externos, como tormentas y otros fenómenos naturales.
Con la victoria del expresidente Donald Trump, podría revivirse el fantasma de la inflación si se aplican las políticas comerciales draconianas que plantea su administración. Esta misma semana, el presidente electo anunció que, desde el primer día de su mandato, aplicará aranceles del 25 % a todas las importaciones provenientes de México, China y Canadá para detener el flujo de drogas ilegales, como el fentanilo, y el flujo de inmigrantes indocumentados.
La implementación de aranceles ha sido un pilar fundamental de la agenda económica de Trump, con promesas de fortalecer las industrias nacionales y reducir el déficit comercial. A medida que se prepara para asumir el cargo en enero, es crucial evaluar el impacto económico potencial de dichas políticas en la economía de los Estados Unidos.
Los aranceles son impuestos aplicados a bienes y servicios importados, con el objetivo de aumentar el costo de los productos extranjeros en comparación con los nacionales. Los objetivos inmediatos incluyen proteger las industrias nacionales, aumentar los ingresos del gobierno y abordar los desequilibrios comerciales. Sin embargo, los aranceles también pueden generar costos de producción más altos, represalias comerciales de los socios internacionales y posibles distorsiones en la dinámica del mercado.
Las estimaciones realizadas utilizando modelos econométricos como el SVAR sugieren que los aranceles podrían reducir inicialmente el crecimiento del PIB real debido al aumento de los costos de producción y a la disminución del poder adquisitivo de los consumidores. Sin embargo, con el tiempo, ciertas industrias nacionales podrían experimentar un crecimiento si los aranceles logran desviar la demanda de productos extranjeros hacia los productores locales. El efecto general dependerá de la magnitud de las represalias comerciales y de las interrupciones en el comercio global.
De manera similar, los efectos sobre el empleo varían según los sectores. Las industrias protegidas, como el acero y la manufactura, podrían ver una creación de empleo. Por el contrario, los sectores dependientes de las exportaciones podrían sufrir pérdidas de empleo debido a las represalias comerciales y a la reducción de su competitividad global. Es probable que los efectos netos sobre el empleo sean neutrales o ligeramente negativos a corto plazo.
En cuanto a su efecto inflacionario, los aranceles aumentan el costo de las importaciones, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores. Según el Tax Policy Institute, un repunte inflacionario podría costarles a las familias estadounidenses un promedio de US$ 4,000 al año, considerando los bienes que consume típicamente una familia de clase media. Esto podría llevar a la Reserva Federal a adoptar una política monetaria más restrictiva, moderando aún más el crecimiento económico.
Aunque uno de los objetivos centrales de Trump con la implementación de estos aranceles es reducir el déficit comercial con países como China, los resultados sugieren que las mejoras serían modestas. Los mayores costos de importación podrían reducir los volúmenes de importaciones, pero las medidas de represalia probablemente disminuirían la demanda de exportaciones, contrarrestando cualquier ganancia.
Otro factor importante es el vencimiento significativo de la deuda soberana. Estados Unidos enfrenta un desafío significativo de refinanciamiento en 2025, con aproximadamente US$ 7 billones en bonos que vencerán. Esto se debe a estrategias previas del Departamento del Tesoro que favorecieron instrumentos de deuda a corto plazo, como los T-Bills, para gestionar déficits presupuestarios y evitar presiones sobre los rendimientos a largo plazo. Sin embargo, este enfoque ha resultado en un volumen sustancial de deuda que requiere refinanciamiento en el corto plazo.
Además, los bancos estadounidenses están limitados por requisitos regulatorios, lo que restringe su capacidad para absorber más emisiones de deuda. Refinanciar a rendimientos elevados incrementa los pagos de intereses netos, que ya han superado US$ 1 billón anualmente.
Dadas estas circunstancias, es plausible que Trump intente influir en Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, para reducir las tasas de interés y facilitar un refinanciamiento más fluido. No obstante, Powell ha afirmado que no renunciaría si Trump se lo pidiera, subrayando la falta de autoridad legal del presidente para destituirlo.
El camino hacia la disminución de la inflación será irregular, pero los detalles del informe actual sugieren que otro recorte de tasas en diciembre es probable. A largo plazo, las decisiones de la Reserva Federal estarán guiadas por su mandato de promover el máximo empleo y precios estables, independientemente de las presiones políticas del presidente.
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