La deshonesta demagogia de Elon Musk sobre las bandas de engaño pederasta

Por Michelle Goldberg

Columnista de opinión

The New York Times

Hace más de una década, un espantoso escándalo de tráfico sexual conmocionó al Reino Unido. A partir de finales de la década de 1990, miles de chicas, en su mayoría blancas, del norte postindustrial de Inglaterra, muchas de ellas procedentes de familias con dificultades, fueron captadas por redes de hombres, en su mayoría paquistaníes, que a menudo se hacían pasar por sus novios antes de atraparlas en un infierno de repetidas violaciones y prostitución. Varias chicas fueron asesinadas.

Los abusos masivos se prolongaron durante años, mientras quienes intentaron dar la voz de alarma —como Sara Rowbotham, trabajadora de salud de la ciudad de Rochdale; una agente de policía de Manchester, Maggie Oliver, y una diputada de West Yorkshire, Ann Cryer— fueron ignoradas en gran medida.

Parte de la indiferencia oficial fue aquella a la que a menudo se enfrentan las víctimas de abusos; en un documental de 2017, Cryer describió a agentes de policía diciendo que parecía que las niñas, muchas de las cuales tenían 12 o 13 años, estaban consintiendo. Pero dadas las etnias de los perpetradores y de las víctimas, las autoridades también estaban aterrorizadas de inflamar las tensiones raciales, y dejaron que las niñas fueran sacrificadas por su propia cobardía política.

La primera periodista que sacó a la luz las bandas de grooming (grupos que se enfocan en el engaño pederasta) parece ser la feminista Julie Bindel, que escribió en The Times de Londres en 2007. Unos años más tarde, el reportero de investigación Andrew Norfolk publicó una premiada serie sobre el escándalo en el mismo periódico. Desde entonces, ha habido varios juicios de alto nivel y decenas de condenas, así como investigaciones oficiales tanto a nivel local como nacional.

Eso no significa que el problema esté resuelto; Alexis Jay, la académica que dirigió una investigación nacional sobre los abusos, ha dicho que se han llevado a cabo pocas de las recomendaciones de su exhaustivo informe de 2022. Pero la crisis salió a la luz desde hace tiempo, aunque Elon Musk solo haya decidido recientemente convertirla en una causa célebre.

Si has estado en X en los últimos días, puede que tengas la impresión de que se ha producido alguna novedad importante en esta horrible historia. Musk, el propietario de la plataforma, ha publicado incesantemente sobre el tema, difamando a Jess Phillips, ministra laborista que supervisa las cuestiones de violencia contra las mujeres y las niñas, calificándola de “apologista del genocidio de violación” y pidiendo su encarcelamiento. También ha pedido el encarcelamiento del primer ministro Keir Starmer, y ha instado al rey del Reino Unido a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones, algo que el monarca no puede hacer.

Como hombre más rico del mundo y miembro casi oficial del equipo de Donald Trump, Musk tiene una enorme influencia, y sus admiradores, tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, han hecho suya la causa. Kemi Badenoch, jefa de los conservadores, exige una nueva investigación nacional, que su partido podría haber emprendido fácilmente cuando estaba en el poder hasta el año pasado. Starmer, por su parte, se vio obligado a responder el lunes a las afirmaciones de Musk.

En este alboroto, estamos viendo una versión de derecha particularmente feroz de una turba de Twitter a la antigua usanza, pero con apuestas mucho más altas. Musk está utilizando una auténtica atrocidad para proseguir sus campañas contra Starmer, con quien mantiene una larga disputa sobre la regulación de las redes sociales, y contra la inmigración masiva. El horror visceral de la historia subyacente —especialmente para quien acaba de descubrirla— confiere a sus ataques demagógicos un brillo de rectitud. Pero gran parte de lo que dice sobre la culpabilidad del gobierno actual está distorsionado o es rotundamente falso, parte de su cruzada cada vez más vigorosa contra los líderes liberales que quedan en el mundo.

La causa cercana de la ira de Musk es el rechazo de Phillips a una petición de la ciudad de Oldham para abrir una investigación nacional sobre la historia del engaño pederasta y la explotación sexual de menores en esa localidad. Phillips dijo que la investigación debía encargarse a nivel local, como se hizo en las ciudades de Rotherham y Telford. No tengo ni idea de si fue la decisión correcta, pero no es escandalosa; como informó The Independent, el anterior gobierno conservador rechazó la petición de Oldham por el mismo motivo. Pero para Musk y sus seguidores, es la prueba de que Phillips, una mujer con un largo historial feminista, está implicada en un monstruoso encubrimiento destinado a proteger a Starmer, director de la fiscalía del país de 2008 a 2013.

El historial de Starmer en este asunto dista mucho de ser vergonzoso. Como informa The Financial Times, fue Starmer “quien inició los procesamientos de la banda de engaño pederasta de Rochdale” durante su último año en la fiscalía, “poco después de que el escándalo de la localidad del Gran Manchester fuera el primero en salir a la luz”. Además, dijo The Financial Times, su oficina revisó el modo en que “investiga los abusos sexuales para garantizar que más autores comparezcan ante la justicia”, facilitando la revisión de casos antiguos.

Eso no significa que el historial de Starmer fuera impecable. En 2009, los fiscales de su oficina abandonaron un caso contra un grupo de abusadores en Rochdale a pesar de disponer de pruebas de ADN, insistiendo en que la víctima no resultaría creíble. Pero dos años después, con el apoyo de Starmer, un nuevo fiscal jefe de la región del noroeste de Inglaterra, Nazir Afzal, reabrió el caso y consiguió la condena de nueve hombres. Como dijo Afzal en 2022, “Keir apoyó al cien por ciento la decisión de admitir públicamente que nos habíamos equivocado en el pasado”. Por las calumnias de Musk nunca sabrías que Starmer asumió sus errores y tomó medidas para enmendarlos.

Mientras tanto, cabe señalar que Musk ha estado prestando su apoyo entusiasta a un hombre que puso en peligro las condenas en otro caso de tráfico de personas presentado por Afzal. En 2018, el activista de extrema derecha antiislamista Tommy Robinson violó las restricciones que un juez había establecido durante los juicios de una banda de engaño pederasta de Huddersfield al enfrentarse a algunos de los acusados en Facebook Live. Uno de los miembros del jurado mencionó posteriormente a Robinson durante las deliberaciones, lo que estuvo a punto de provocar el colapso del caso. A causa de Robinson, escribió Afzal, “tuvimos que luchar para convencer al tribunal de que permitiera continuar el juicio. Esos criminales estuvieron a punto de quedar en libertad y las víctimas a punto de no obtener justicia”.

Robinson está en prisión por desacato al tribunal derivado de un caso de difamación no relacionado y Musk ha exigido reiteradamente su puesta en libertad. Cuando Nigel Farage, jefe del partido derechista Reform UK, intentó distanciarse del rudo Robinson, Musk pidió la sustitución de Farage. Al erigirse en el trol más poderoso de la Tierra, Musk no hace nada por proteger a las mujeres ni a las niñas. Más bien parece querer demostrar que el mundo es su juguete.

Mientras escribo esto, su post fijado en X es una encuesta en la que pregunta si “Estados Unidos debería liberar al pueblo del Reino Unido de su gobierno tiránico”. (“Sí” va ganando). Como gran parte de lo que dice, es una broma tonta pero amenazadora. Qué parodia que el mundo deba tomárselo en serio.

The New York Times

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