El arzobispo belga

Miguel Reyes Sánchez

El papa Pío IX designó primero como Delegado Apostólico y luego como Vicario Apostólico de Santo Domingo, a un sacerdote de nacionalidad belga.

Esa elección causó grietas en las relaciones Iglesia-Estado dominicano en el siglo XIX, ya que desde el mismo momento de la independencia nacional se estableció como prioridad que la Iglesia estuviera gobernada por el clero nativo.

El 18 de marzo de 1861, al producirse la Anexión a España, República Dominicana se convirtió en Provincia de Ultramar de España. Cuando la nación recobró su soberanía en 1865 con la Restauración, una de las mayores aspiraciones era la designación de un arzobispo y gestionar la firma de un Concordato con la Santa Sede.

En ese momento, el Papa Pío IX designó al padre belga Luis-Nicolás-Joseph de Bouggenoms como Vicario Apostólico de Santo Domingo, cuyas funciones asumió simultáneamente a las de su sede en Saint Thomas.

Como relata Mons. Rafael Bello Peguero en un artículo en la revista Clío 162 titulado “El Padre Buggenoms (1816-1882)”, el 24 de marzo de 1866 se le escoge como Delegado Apostólico de Santo Domingo “para buscar una solución a los asuntos de la Iglesia Dominicana”, y el 19 de marzo de ese año fue designado Administrador Apostólico.

Aunque el clero dominicano acató dicha designación, el presidente José María Cabral remitió a Santa Sede una nota diplomática con el rechazo del Gobierno dominicano de esa elección vaticana, debido a que fue inconsulta y recayó en un extranjero.

La designación fue mantenida y durante el período que estuvo designado Buggenoms realizó 3 breves visitas a Santo Domingo: dos veces en 1866 y una vez a finales de 1868.

Cada una de estas visitas, analizadas a profundidad por José Luis Sáez, S.J. en su obra “Episcopologio de la Arquidiócesis de Santo Domingo”, constituyó un dolor de cabeza para Bouggenoms.

En la primera visita lo recibió el presidente Buenaventura Báez, quien respetó las decisiones del Papa, pero su candidato como Vicario Apostólico era el P. Calixto María Pina, y no el P. José Benito Díaz Páez, que se desempeñaba como gobernador eclesiástico, residente en Los Llanos, pero considerado enemigo de Báez.

En la segunda visita se fue complicando el asunto, al reunirse Bouggenoms con el presidente José María Cabral este le comunica que al ser extranjero no podría ejercer la jurisdicción eclesiástica en el país, lo declaró persona non grata y lo expulsó del país el 3 de septiembre, apenas seis días después.

Mientras, en su tercera y última visita el 19 de septiembre 1868, el presidente Báez lo recibió, pero encontró una insubordinación del clero dominicano, encabezada por padre Billini, que se negó a reconocerlo como Vicario Apostólico, aunque el 29 de septiembre fue acatada su autoridad.

El 14 de noviembre de 1868 dio por terminada su misión y en 1870 viajó a Roma donde el Papa Pio IX el 4 de mayo le aceptó su renuncia como Vicario Apostólico de Santo Domingo.

Listín Diario

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