Incentivos a la mediocridad profesoral
Carlos Salcedo
Aunque soy abogado de profesión, previo a ello realicé, entre otros, estudios de educación. Por lo tanto, siempre he sentido que tengo vocación magisterial.
Aunque razones de tiempo no me permiten ya hacerlo con la asiduidad de antes, he impartido docencia por muchos años en altos centros de estudios. Esto porque creo que todos los que tenemos algo que enseñar debemos dar de nuestro tiempo para que se eleve el nivel de la formación educativa y profesional, en todos los niveles.
En materia de educación preuniversitaria, hemos avanzado en temas de infraestructura escolar y en algunos otros aspectos; pero el mayor problema identificado es el de la calidad educativa.
Y es que, aunque se habla de mejoría, lo cierto es que hay un deterioro del aprendizaje, según el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes o Informe PISA, lo cual es común y generalizado entre los estudiantes de América Latina y el Caribe, donde la realidad socioeconómica no se presenta como una variable atada al buen desempeño escolar.
Lo grave es que dicha situación es más notoria que en otros países de la región en la República Dominicana. De acuerdo al análisis “El aprendizaje no puede esperar, lecciones para América Latina y el Caribe a partir de PISA 2022”, realizado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 98 % de los estudiantes dominicanos más pobres y el 81 % de los más ricos tuvieron un bajo desempeño.
¿Qué hubo mejoría en 2023 y 2024? Sí, pero solo algo, si tomamos como base los resultados del mismo informe PISA; pero el propio presidente Luis Abinader, al tiempo de regocijarse del avance, afirmó, en su momento, que no es suficiente.
Efectivamente, en comparación con los otros 13 países de Amética Latina y el Caribe que participaron en PISA, la República Dominicana es el que tiene la mayor proporción de estudiantes con bajo desempeño: el 92 % no obtuvo puntajes para pasar en matemáticas, el 75 % no aprobó lectura y el 77 % ciencias.
Además, solo el 10 % de los estudiantes alcanzó la competencia básica entre los estudiantes de 15 y 16 años, a quienes se le aplica esta prueba, lo que, unido al bajo desempeño en lectoría, sobre todo la comprensiva, impide a los estudiantes participar plenamente en la sociedad, quienes muestran rezagos de 7 años en comparación con los países ricos.
Sabemos que son múltiples las causas de este preocupante desempeño escolar. Sin embargo, la baja calidad profesoral es una de uno de sus principales razones. Como premio, el Ministerio de Educación (Minerd), aunque con la excusa de que son acuerdos previos a la actual gestión, honra el compromiso, premiando con incentivos a los profesores que han obtenido resultados mediocres y medianamente regulares en la Evaluación de Desempeño Docente (EDD).
Me parece muy bien, si queremos que los estudiantes tengan mejores resultados y puedan integrarse a la sociedad de manera productiva, para lo cual la forma de lograrlo, según la política de incentivo para profesores mediocres del Minerd, es que sigamos incentivando la baja calidad educativa y profesoral.
Es decir, la visión es que recompensando a profesores corrientes y con baja calidad magisterial lo vamos a lograr.
A final de cuentas, los profesores mediocres son seres humanos, dominicanos que merecen que, en lugar de estar gestionando un salón de belleza, un puesto de frutas, un colmado o sirviendo en centros de trabajos que sus capacidades permiten, debemos seguir fomentando con ellos, en lugar de calidad educativa alta, para que los resultados y efectos de la educación sean valorados positivamente, continuemos estimulando, desde el Estado -¡cosas veredes, Sancho! – una calidad educativa baja, como la que exhibimos hoy.
Esto, sin dudas, a juzgar por las decisiones gubernamentales recientes, bajo la excusa de que otro gobierno fue el que lo pactó con la ADP, gracias a las presiones enormes de este gremio, con suspensión de docencia incluida, para mejorar la calidad de vida de los profesores, sin importar el objetivo fundamental de la educación preuniversitaria que lo es la calidad educativa.
A Dios que no coja confesados, porque la que nos espera no es diferente a la que, en general, es la actual sociedad de analfabetos funcionales.
Y que siga la fiesta de incentivos a la mediocridad profesoral porque lo que merecen nuestros estudiantes son profesores bien pagados; pero incapaces de proveer la formación necesaria para emprender la labor que permita el verdadero desarrollo de nuestro país, que debe pasar por la alta calidad de nuestra educación escolar y universitaria. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
El Día