Adiós a la lucha contra el cambio climático
Juan Temístocles Montás
El calentamiento global registrado en el planeta desde el inicio del siglo XX hasta ahora está relacionado con el aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, principalmente, con el incremento de la concentración de dióxido de carbono (CO2), producto principalmente de la quema de combustibles fósiles (como carbón, petróleo y gas natural) y la deforestación. La concentración promedio de CO2, que es el más importante de los GEI, se incrementó de 285 parte por millón en 1880 a 425.4 en diciembre de 2024.
Esa situación explica por qué la temperatura media global del planeta ha aumentado más de 1.5 grados Celsius (°C) por encima del nivel pre-industrial, según el servicio climático de la Unión Europea, umbral establecido por el Acuerdo de París para reducir significativamente la posibilidad de que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, derretimiento de los glaciares y pérdida de biodiversidad, que si ocurriría si la temperatura aumentara 2 °C.
La preocupación por el calentamiento global ha llevado a plantear como urgente la necesidad de propiciar una transición energética, entendida ésta como un cambio desde un modelo energético basado predominantemente en combustibles fósiles hacia fuentes de energía renovables y sostenibles, como la solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica. El concepto abarca también la modernización de los sistemas energéticos, la eficiencia en el uso de energía, la electrificación de sectores clave como el transporte y la industria. Se busca alcanzar emisiones netas cero (idealmente para 2050) mediante la eliminación gradual de los combustibles fósiles y su sustitución por energías renovables.
Las transiciones energéticas se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. Son procesos complejos y multifacéticos que reflejan cambios en la forma en que las sociedades producen, distribuyen y consumen energía. Hemos pasado del uso de la madera al carbón y más tarde al petróleo y el gas.
Sin embargo, a pesar de que la necesidad por generar una transición energética se ha venido planteando desde hace varias décadas, se observa que el avance en esa dirección ha sido parsimonioso, sino que nulo. De acuerdo con datos de la Agencia Internacional de la Energía en 1990 los combustibles fósiles aportaron más del 80% de la energía primaria a nivel mundial y esa situación fue prácticamente la misma en 2022. En cuanto a la producción de electricidad, los combustibles fósiles aportaron más del 60% del total mundial generado tanto en 1990 como en 2022. Ese comportamiento está en gran medida determinado por China y la India, que han incrementado considerablemente el uso de los combustibles fósiles entre 1990 y 2022, tanto como fuente primaria de energía como en la generación de electricidad.
Esto explica por qué las emisiones mundiales de CO2 a la atmósfera crecieron en un 72% en ese periodo.
La decisión del presidente Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y promover la explotación de combustibles fósiles y el uso de vehículos de combustión interna va en consonancia con su promesa de acabar con lo que llama “políticas de extremismo climático” del anterior presidente estadounidense Joe Biden. Representa un golpe significativo a los esfuerzos por reducir el uso de combustibles fósiles y mitigar el cambio climático. Históricamente, Estados Unidos ha sido el mayor generador de gases de efecto invernadero, debido a su largo periodo de industrialización y uso intensivo de combustibles fósiles desde el siglo XIX. Según datos acumulativos, desde la Revolución Industrial hasta el presente, las emisiones estadounidenses de CO2, representan aproximadamente el 25% de las emisiones globales históricas, seguido por la Unión Europea con el 22% de las emisiones históricas.
Por su parte, China es ahora el mayor emisor anual, pero su contribución histórica es relativamente menor, ya que su industrialización masiva comenzó a finales del siglo XX. Representa el 11% de las emisiones globales históricas.
Por lo tanto, la falta de compromiso de Estados Unidos dificultará aún más la transición energética, alejará la posibilidad de lograr limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C, y pone en riesgo que la humanidad logre ganar la batalla contra el cambio climático.