Robert F. Kennedy Jr., un conspiranoico en la corte de Trump
Gina Montaner
Si fuera verdad que los muertos se revuelcan en sus tumbas cuando los importunamos, el que fuera presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, y sus hermanos, Ted y Robert Kennedy, no han cesado de dar vueltas últimamente. El causante de este malestar en el remanso del más allá sería Robert F. Kennedy Jr., hijo de Bobby, asesinado en 1968, y perteneciente a una dinastía que en la mitología estadounidense es lo más próximo a la realeza.
Pero si alguna vez hubo un Camelot que envolvió a los Kennedy, esa aura se ha diluido con el tiempo y los escándalos, que no han sido pocos, de la numerosa saga. Ciertamente, Kennedy Jr., abogado medioambientalista que comenzó en las filas demócratas antes de abrazar el trumpismo y la doctrina MAGA, no se ha quedado atrás a la hora de generar polémicas que vienen de lejos: desde los años que consumió drogas duras hasta sus descabelladas teorías de conspiración en lo relativo a la sanidad, a pesar de no tener credenciales algunas como médico o científico. Nada de ello ha impedido que Donald Trump lo seleccionara para ocupar el cargo de secretario de Salud y que haya sido ratificado por un Senado con mayoría republicana en el que sólo un miembro de esta bancada, el senador por Kentucky Mitch McConnell, votó en contra junto a todos los demócratas. ¿Por qué se opuso al candidato de Trump con los riesgos que conlleva llevarle la contraria a un individuo como el actual presidente? Resulta ser que McConnell, de 82 años, conserva recuerdos de la poliomielitis que sufrió a los cuatro años, cuando todavía no había vacuna contra la polio. De aquella experiencia traumática tiene secuelas en sus debilitadas piernas. Desde entonces, al contrario que el recién electo secretario de Salud, es un firme defensor de las campañas de inmunización. Incluso durante la pandemia del Covid-19, cuando Trump, bajo su primer mandato, se hacía eco de curas falsas y hablaba de “inyecciones con desinfectantes”, el veterano republicano respaldaba la vacunación contra un virus que desde marzo de 2020 a febrero de 2022 acabó con las vidas de un millón de estadounidenses.
Precisamente cuando el Covid-19 arreciaba en el mundo entero, en vez de apoyar la ansiada vacuna, Kennedy Jr. se pronunció en contra de tan significativo avance. Lo cierto es que desde hacía tiempo se había convertido en un abanderado del movimiento antivacunas, asegurando, sin pruebas científicas, que las vacunas están relacionadas a los casos de autismo en niños. En las audiencias de confirmación que se celebraron antes de la votación en el Senado, se mostró incapaz de argüir con fundamento controvertidas declaraciones del pasado de las que intentó escabullirse para salir más o menos airoso del interrogatorio.
Con un negacionista antivacunas al frente de la sanidad en el país, conviene recordar algunas de las cosas que ha defendido y defiende: Kennedy Jr. está resuelto a eliminar del agua potable el flúor, al sostener que puede causar enfermedades neurodegenerativas, cáncer de huesos y artritis, entre otros males. Sin embargo, según las autoridades sanitarias no hay evidencias que apunten a ello; ha llegado a afirmar que el causante de los tiroteos masivos en Estados Unidos es el uso de antidepresivos recetados, y no la cantidad ingente de armas que se obtienen con más facilidad que un medicamento; sobre el Covid-19, en una rueda de prensa que dio en la ciudad de Nueva York en 2023, aseveró que el virus atacaba “en específico” a personas negras y de origen caucásico, mientras que “judíos askenazi y chinos” eran, según él, inmunes. Son algunos de los bulos que ha propagado a lo largo de los años y que el mandatario republicano aplaude.
El nombramiento de Kennedy Jr. coincide con el triste aniversario del estallido mundial del Covid-19 hace cinco años. Hasta que al fin se aprobó la vacuna que salvó a tantos, millones de personas fallecieron durante la pandemia. Con su único voto en contra en medio de la servidumbre republicana, Mitch McConnell evocó al niño que en 1944 no se libró de la polio porque la vacuna no se desarrolló hasta la década de los cincuenta. Por eso no titubeó a la hora de señalar los antecedentes del nuevo zar del Departamento de Salud: “… esgrimir peligrosas teorías de conspiración y erosionar la confianza en las instituciones públicas de salud no le dan derecho al Sr. Kennedy a encabezar estos importantes esfuerzos.” En la “era dorada” de Trump se impone la conspiranoia al conocimiento científico. Eso sí es un hecho. [©FIRMAS PRESS]
Listín Diario