Obispos llaman a fortalecer la esperanza y abordan desafíos nacionales en vísperas del 27 de febrero

Santo Domingo, 24 de febrero . – Con motivo del 181 aniversario de la Independencia Nacional, que se conmemora el próximo 27 de febrero, la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) emitió su tradicional Carta Pastoral bajo el título «Fortalecer la esperanza: un llamado a la fe y la solidaridad». En ella, los obispos hicieron un profundo análisis de los desafíos que enfrenta la República Dominicana y exhortaron a la sociedad a actuar con responsabilidad y compromiso para superarlos.

Uno de los principales temas abordados en el mensaje de la CED es la crisis del sistema de salud, la cual consideran uno de los mayores problemas que afectan a los dominicanos.

Denunciaron la falta de recursos humanos y económicos, así como las deficiencias en infraestructura, señalando que no se percibe con claridad una política pública eficiente para la gestión del sector salud.

Asimismo, expresaron su preocupación por la falta de atención a la salud mental y las dificultades que enfrentan los ciudadanos con las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) y las Prestadoras de Servicios de Salud (PSS).

En relación con la juventud, los obispos manifestaron su inquietud por la cantidad de jóvenes que ni estudian ni trabajan, un sector vulnerable que, según indicaron, es propenso a emigrar o caer en actividades ilícitas en busca de dinero fácil.

En este sentido, hicieron un llamado a la sociedad para que se creen oportunidades reales que les ayuden a salir de la desesperanza y encontrar un propósito de vida.

Sobre la situación de los adultos mayores, la Iglesia católica criticó la falta de atención y el abandono que sufren muchos ancianos en el país, quienes en ocasiones son excluidos de la vida familiar y condenados a la soledad.

Los obispos exhortaron a la sociedad a valorar la experiencia y sabiduría de los mayores, viéndolos como un «valioso tesoro» que debe ser protegido y cuidado.

Otro de los puntos destacados en la Carta Pastoral es la preocupación por la degradación ambiental. La CED advirtió sobre los daños provocados por la industria minera, mencionando entre las principales amenazas el desbordamiento de presas de colas, la contaminación de los ríos y el deterioro de la flora y fauna.

En este sentido, instaron a las autoridades a adoptar mejores prácticas en la gestión de desechos tóxicos y a respetar los derechos de las comunidades afectadas por estas actividades económicas.

En materia de seguridad, los obispos se sumaron al clamor ciudadano de vivir en un país más seguro, por lo que pidieron la implementación efectiva de la reforma policial iniciada por el gobierno.

Si bien reconocieron avances en el sistema penitenciario, lamentaron que muchas cárceles del país sigan siendo lugares inhóspitos que no cumplen con su función de rehabilitación y reinserción social.

Sobre la cuestión migratoria, los obispos insistieron en que este tema no debe ser utilizado como «moneda de cambio» en la política nacional y exigieron que sea abordado con seriedad y respeto a la dignidad humana. Instaron a las autoridades a cumplir su deber con responsabilidad y a considerar el impacto de la movilidad humana en la sociedad dominicana.

Asimismo, la CED denunció la brecha existente entre ricos y pobres en el país, señalando que el alto costo de la canasta básica y la falta de empleo continúan afectando a una gran parte de la población.

«Hoy en día, la alta tasa de desempleo y el elevado costo de la canasta familiar nos recuerdan que todos los bienes creados deben distribuirse de manera equitativa, de acuerdo con la justicia y con la ayuda de la caridad», expresaron.

En su mensaje, los obispos subrayaron la necesidad de continuar desarrollando políticas públicas que garanticen el acceso a la salud, la educación y la vivienda digna para todos los ciudadanos.

En el contexto de la hospitalización del papa Francisco por problemas de salud, los prelados se unieron en oración por su pronta recuperación e invitaron al pueblo dominicano a pedir a Dios por su fortaleza en la fe y la esperanza.

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