«Necesitamos desarmar la Tierra», pide Francisco

«Hay una necesidad de reflexión, de sentido de la complejidad».

ROMA, 18 marzo. – «Debemos desarmar las palabras para desarmar las mentes y desarmar la Tierra.

Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad».

    Así lo escribe el Papa en un pasaje de una carta publicada en el sitio web del Corriere della Sera.

La carta, fechada el 14 de marzo, está dirigida al director, Luciano Fontana, quien le había enviado un mensaje de buenos deseos y le preguntó si quería intervenir con un llamamiento.

    «La guerra, añade el Papa Francisco, no hace más que devastar las comunidades y el medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos. La diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan un nuevo impulso y credibilidad».

    Francisco agradece al director «por las palabras de cercanía con las que ha querido hacerse presente en este momento de enfermedad en el que, como ya he dicho, la guerra parece aún más absurda».

    «La fragilidad humana, de hecho, tiene el poder de hacernos más lúcidos respecto a lo que permanece y a lo que es pasajero, a lo que da vida y a lo que mata. Tal vez por eso tendemos tan a menudo a negar los límites y a huir de las personas frágiles y heridas: tienen el poder de cuestionar la dirección que hemos elegido, tanto como individuos como en comunidad».

    «Quisiera animarle a usted y a todos aquellos que dedican su trabajo e inteligencia a la labor de informar, a través de herramientas de comunicación que hoy en día conectan nuestro mundo en tiempo real: sientan toda la importancia de las palabras. Nunca son solo palabras: son hechos que construyen los entornos humanos. Pueden unir o dividir, servir a la verdad o servirse de ella. Debemos desarmar las palabras para desarmar las mentes y desarmar la Tierra. Hay una gran necesidad de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad».

    «Mientras la guerra no hace más que devastar las comunidades y el medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos, la diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan un nuevo impulso y credibilidad. Las religiones, además, pueden nutrirse de las espiritualidades de los pueblos para reavivar el deseo de hermandad y justicia, la esperanza de paz. Todo esto requiere compromiso, trabajo, silencio y palabras. Sintámonos unidos en este esfuerzo, que la Gracia celestial no dejará de inspirar y acompañar», concluye Francisco. (ANSA)

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