El bajo rendimiento escolar frena el desarrollo económico de República Dominicana

Por la Redacción

SANTO DOMINGO, 2 de abril de 2025. – A pesar del crecimiento sostenido de su economía en los últimos años, República Dominicana enfrenta un serio obstáculo que amenaza con ralentizar su progreso: la profunda crisis en la calidad del sistema educativo.

Así lo evidencian los más recientes datos del informe “Repensar el desarrollo en América Latina y el Caribe”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que expone el preocupante rezago del país en materia de aprendizajes escolares y su impacto directo en el crecimiento económico.

Según el análisis del economista del desarrollo Lant Pritchett, incluido en el compendio del 75 aniversario de la CEPAL, República Dominicana figura entre los países con peor desempeño educativo en la región.

A marzo de 2024, apenas el 0.6% de los estudiantes dominicanos alcanzaba niveles básicos de competencia en matemáticas, lectura y ciencias. Este resultado sitúa al país por debajo de la mayoría de sus pares latinoamericanos, superando únicamente a Guatemala (0.3%) y Paraguay (0.5%).

Este dato se torna aún más alarmante si se observa desde la perspectiva del “aprendizaje ajustado”, una métrica que combina los años de escolaridad formal con el conocimiento efectivamente adquirido.

Aunque el promedio de escolarización en República Dominicana es de 11.9 años, al ajustarlo por aprendizaje, el país apenas alcanza los 6.6 años. En otras palabras, los estudiantes dominicanos pasan más de una década en las aulas, pero reciben una educación que apenas equivale a poco más de la mitad de ese tiempo en términos de calidad y contenido aprendido.

Un problema estructural que trasciende clases sociales

Para Pritchett, exdirector del Programa de Investigación sobre la Mejora de los Sistemas Educativos (RISE) de la Universidad de Oxford, el problema de fondo no es solo la exclusión de los sectores más pobres del acceso a una educación de calidad, sino que incluso los estudiantes pertenecientes a clases medias y altas reciben una enseñanza deficiente. “Hasta los alumnos más aventajados, que asisten a las mejores escuelas disponibles, obtienen resultados notablemente bajos”, advierte.

En su estudio, el economista revela que menos del 1% de los jóvenes dominicanos alcanzan niveles altos de desempeño educativo. Esta situación se repite en países con indicadores similares, como Honduras y Nicaragua, mientras que en países con resultados promedio –como México o Brasil– este porcentaje se eleva apenas al 2.3% o 5.6%.

Incluso en los países considerados de “alto rendimiento” en la región, como Chile, Uruguay o Trinidad y Tobago, solo alrededor del 10% de los estudiantes logra un desempeño escolar sobresaliente al concluir la educación básica.

La baja calidad del aprendizaje tiene consecuencias directas en el crecimiento económico, según los datos del Banco Mundial analizados por Pritchett. En economías con niveles altos de aprendizaje, como Singapur, un año adicional de escolarización puede representar un aumento de hasta US$10,000 en el PIB per cápita medido en paridad de poder adquisitivo (PPA). En cambio, en contextos como el dominicano, donde el rendimiento educativo es bajo, ese mismo año adicional no genera un impacto económico significativo.

El rezago educativo como freno al desarrollo

Este fenómeno preocupa a economistas dominicanos, que coinciden en señalar que la falta de avances en materia educativa representa un freno a las aspiraciones de desarrollo del país.

El economista Juan Ariel Jiménez, profesor en la Universidad de Harvard y exministro de Economía, advirtió durante su intervención en el foro “Perspectivas Económicas 2025: Puntadas a tiempo… evitan remiendos”, organizado por la firma Ecoanalítica, que el modelo económico dominicano muestra señales de agotamiento.

“Nos estamos acercando a un punto de inflexión”, afirmó Jiménez en su intervención virtual desde Boston. “El país ha crecido durante años con un modelo basado en sectores que demandan poca cualificación laboral, como las zonas francas y el turismo. Pero el nuevo contexto económico global, impulsado por la transformación tecnológica, exige otro tipo de capacidades”.

Jiménez explicó que en décadas anteriores, la industrialización y la expansión de sectores como el turismo permitieron la incorporación de trabajadores con baja educación. Sin embargo, la automatización y la digitalización están reemplazando precisamente a esos trabajadores. “Los empleos que se están generando ahora requieren competencias en razonamiento lógico, matemáticas, comprensión lectora, y habilidades tecnológicas”, señaló.

Este cambio de paradigma, según Jiménez, obliga a repensar el papel de la educación como eje estratégico para el desarrollo. “La pregunta que debemos hacernos es: ¿puede República Dominicana seguir creciendo sin transformar profundamente su sistema educativo? Yo creo que no”, sentenció.

Una reforma educativa urgente y pendiente

Richard Medina, economista del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), también participó en el foro y coincidió con Jiménez. Para Medina, el principal reto que enfrenta el país es transformar su infraestructura educativa y mejorar sustancialmente la calidad de los docentes.

“Es urgente convocar a todos los sectores involucrados en el sistema educativo y abrir una discusión profunda sobre cómo lograr un cambio estructural”, propuso. En su opinión, la clave está en garantizar que, durante los primeros años de la educación primaria, los estudiantes adquieran las bases fundamentales: saber leer con comprensión y dominar las operaciones aritméticas básicas.

“El rezago comienza desde los primeros grados”, explicó Medina. “Si no logramos que los niños aprendan adecuadamente en esos años críticos, arrastrarán deficiencias el resto de su vida escolar. Y eso se traduce, inevitablemente, en una fuerza laboral menos productiva”.

Ambos economistas coinciden en que la mejora de la educación no solo pasa por invertir más dinero, sino por gastarlo mejor. “Tenemos más de 40 años de literatura y estudios sobre cómo mejorar el desempeño educativo”, recordó Jiménez. “La clave está en tres pilares fundamentales: mejores profesores, mejores directores y una fuerte inversión en la educación inicial”.

El costo de no actuar

El impacto del bajo aprendizaje no es solo económico. También tiene implicaciones sociales profundas. Una población con escasas habilidades cognitivas enfrenta mayores dificultades para acceder a empleos dignos, tiene menos oportunidades de movilidad social y es más vulnerable a la pobreza.

Además, una educación deficiente debilita la democracia, al limitar la capacidad crítica de los ciudadanos y su participación activa en los asuntos públicos. En este sentido, mejorar la educación es también una apuesta por una sociedad más justa, más equitativa y más democrática.

Pero, según Jiménez, ninguna reforma será posible si las autoridades no reconocen primero “el nivel de crisis” que enfrenta el sistema educativo. “Mientras el sistema se siga viendo como una estructura funcional y no como lo que realmente es –una maquinaria averiada que no produce resultados–, no habrá voluntad política suficiente para emprender cambios profundos”, advirtió.

¿Una oportunidad en medio de la crisis?

Paradójicamente, el momento actual podría representar una oportunidad para impulsar las reformas necesarias. La creciente conciencia sobre la importancia del capital humano, sumada a las demandas de los sectores productivos por una fuerza laboral más calificada, ha puesto a la educación en el centro del debate nacional.

“Tenemos que dejar de pensar que con más de lo mismo vamos a obtener resultados distintos”, concluyó Medina. “Necesitamos un sistema educativo que prepare a los jóvenes para el mundo que ya está aquí, no para el mundo que existía hace 30 años”.

El tiempo apremia. Si República Dominicana quiere mantener su dinamismo económico, atraer inversión extranjera, y asegurar bienestar para sus ciudadanos, deberá enfrentar con valentía y decisión el desafío más urgente de todos: garantizar una educación de calidad para todos, concluyó Medina

Comentarios
Difundelo