Iglesia Católica denuncia desigualdad en el sistema de salud y exige mayor justicia para el personal médico
Santo Domingo, 18 de abril. – Durante la tradicional celebración del Sermón de las Siete Palabras de este Viernes Santo, la Iglesia Católica dominicana elevó una fuerte crítica contra la desigualdad existente en el sistema de salud del país, haciendo especial énfasis en la desproporción salarial entre los legisladores y los profesionales de la salud, a quienes calificó como verdaderos héroes nacionales por su entrega, especialmente durante la pandemia del COVID-19.
La denuncia fue formulada por el padre Nicolás Cuello Hernández, sacerdote de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, quien tuvo a su cargo la reflexión sobre la segunda palabra de Cristo en la cruz, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, tomada del evangelio de Lucas.
En su intervención, el padre Cuello lamentó profundamente que, a pesar del esfuerzo y sacrificio demostrado por médicos, enfermeras y demás trabajadores del sector salud, sus condiciones laborales sigan siendo precarias, mientras que un legislador dominicano recibe una remuneración que triplica o cuadruplica la de un médico especialista.
El sacerdote subrayó la importancia de reconocer la labor del personal sanitario, no solo con palabras, sino con acciones concretas que se traduzcan en mejores salarios, condiciones de trabajo dignas y acceso a los insumos necesarios para ejercer su profesión con eficacia.
Reiteró que el compromiso de estos trabajadores con la vida y la salud de la población quedó más que demostrado durante los momentos más difíciles de la pandemia, cuando arriesgaron sus vidas para salvar las de otros.
En ese contexto, hizo un llamado directo tanto al Gobierno como al Sistema Nacional de Salud (SNS) para que tomen medidas efectivas destinadas a garantizar el bienestar de quienes forman parte del sistema de salud, al tiempo que se mejora la atención para todos los ciudadanos.
En su mensaje, Cuello Hernández también abordó la problemática histórica que ha caracterizado al sistema sanitario dominicano, al que calificó como deficiente y profundamente desigual.

Según afirmó, esta situación ha sido alimentada por décadas de malas administraciones públicas, las cuales han desviado los recursos del Estado hacia intereses particulares, dejando a los hospitales sin los fondos necesarios para operar con eficiencia.
Describió esta práctica como una forma de corrupción comparable con la actitud del ladrón mencionado en el evangelio, aludiendo a la falta de temor de Dios por parte de quienes malversan el dinero público.
El sacerdote expresó su compasión por las múltiples víctimas del sistema: los enfermos que no tienen acceso a atención médica, los que mueren en sus hogares por falta de recursos, los pacientes mentales desamparados, aquellos que no pueden costear medicamentos de alto costo y, por supuesto, los profesionales de la salud que deben enfrentar largas jornadas con sueldos bajos y condiciones adversas.
En este sentido, reconoció algunas mejoras anunciadas por el Gobierno, como la remodelación de 28 salas de emergencia hospitalarias a nivel nacional, pero advirtió que esos avances aún no son suficientes para resolver los problemas estructurales que afectan al sector.
Según explicó, existen al menos siete grandes debilidades que siguen marcando negativamente la salud pública en la República Dominicana. Entre ellas se encuentran la falta de avances concretos en la implementación del modelo de atención primaria, lo cual impide una cobertura efectiva desde los niveles más básicos del sistema.
También mencionó los altos costos de los medicamentos, que impactan con mayor dureza a las familias de bajos ingresos, y el agotamiento del personal sanitario, que enfrenta sobrecarga de trabajo y salarios que no se corresponden con sus responsabilidades.
A esto se suma la baja inversión del Producto Interno Bruto (PIB) en salud, la carencia de un sistema de monitoreo funcional para garantizar la eficiencia de los servicios, y la ineficiencia tanto del Ministerio de Salud Pública como del propio SNS para implementar políticas de atención primaria de manera efectiva.
Finalmente, el padre Cuello Hernández enfatizó que la salud debe ser un derecho universal, accesible para todos los ciudadanos y residentes legales en el país, sin importar su condición económica o nacionalidad. Rechazó que en los centros privados se le niegue atención a quienes no tienen seguro médico, incluso en casos de emergencia, y lamentó que muchas mujeres dominicanas no encuentren espacio en las maternidades públicas debido a que aproximadamente el 40% de las parturientas que ocupan esas camas son de origen extranjero.
Para la Iglesia, sostuvo, la salud no debe ser un privilegio reservado a unos pocos, sino un derecho garantizado para todos.