Heridas autoinfligidas

Bernardo Vega

El Gobierno de Donald Trump durante sus primeros meses, a través de nuevos aranceles, deportaciones y también comentarios del propio presidente, ha provocado serias heridas autoinfligidas que afectan no solamente a la economía norteamericana, sino a la mundial, incluyendo la nuestra.

Ya se habla de recesión mundial, confirmado por el Fondo Monetario Internacional, de altas tasas de inflación provocadas por los aranceles norteamericanos, de menos turistas extranjeros visitando a Estados Unidos y el temor de estudiantes de todo el mundo de ir a universidades norteamericanas.

El talento internacional que ha alimentado al Valle del Silicio ya no está por ir a Estados Unidos y la situación hasta ha creado una falta de confianza en los bonos del Tesoro norteamericano. El dólar, hasta ahora moneda de refugio, se ha estado devaluando y cuando hace unos meses estaba a la paridad con el euro, ahora hay que buscar 1.13 para comprar una unidad europea.

Culpable de todo esto es el anuncio de unos aranceles norteamericanos que van de un mínimo de un 10% hasta un máximo de 145 % que amenazan con creas desabastecimiento en las tiendas y los supermercados norteamericanos; así como la política de deportaciones masivas que está afectando la producción agrícola y de servicios.

Las amenazas de Trump de sacar al gobernador del Banco Central han tenido el mismo efecto como si Luis Abinader amenazara con sustituir a Héctor Valdez Albizu. Las bolsas reaccionaron adversamente ante esa noticia, pero esos pronunciamientos devinieron peores por la inestabilidad y los cambios en la posición pública de Trump sobre todos estos problemas.

Su programa económico está basado en unas premisas económicas ya superadas hace años por las ciencias económicas. Y es que se preocupa porque su país importa más mercancías que las que exporta, cuando eso es un solo componente de la balanza de pagos y en la cuenta de servicios Estados Unidos mantiene un saludable superávit. Su preocupación para que el país se industrialice a través de las viejas ideas de Raúl Prebisch de industrializar a través de sustitución de importaciones en base al proteccionismo, no predomina ya en el mundo académico.

Ser una economía de servicios, como ya lo es la dominicana, es un signo de madurez y una reducción en la proporción de la economía representada por la industria y la agropecuaria también lo es.

La economía dominicana está quedando afectada por esas heridas autoinfligidas. Una recesión en Estados Unidos afectaría nuestro crecimiento y las pérdidas en las bolsas de valores reducirán los flujos de turismo norteamericano que hoy día exceden más del 50%. El temor a la deportación, así como el impacto de una recesión afectarán las remesas dominicanas. Si surgen deportaciones masivas de dominicanos y de haitianos, que al llegar a su patria opten por cruzar la frontera, eso perjudicaría mucho a nuestro país.

México desde hace pocas semanas nos lleva una ventaja en zonas francas al estar exento de aranceles sus exportaciones, mientras que las nuestras ahora pagan un 10%. Para lograr eliminar ese 10 % estamos ya negociando con Washington, pero ya nos han advertido que van a pedir algo en el área del arroz y las varillas según un documento donde expusieron esas y otras quejas hace meses. Recordemos que Trump alega ser un gran negociador. El ministro de Salud, miembro de la familia Kennedy, declaró hace un par de días que “el azúcar es un veneno”.

Lo único positivo de todas estas heridas autoinfligidas es que el oro otra vez ha devenido en un refugio, aumentando su precio de forma extraordinaria, pero poco aumentarán los tributos locales de la Barrick, pues su producción se ha reducido y el Gobierno dominicano todavía no le ha aprobado la presa de cola que le permitiría aumentar su producción, como tampoco ha autorizado nuevas minas de oro, como la de Romero en San Juan de la Maguana. Nuestro gobierno nos satura con titulares sobre la cantidad de turistas que llegan, pero no con la cantidad de onzas de oro que estamos exportando.

La democracia también está en peligro en los Estados Unidos, con los ataques del presidente Trump contra la prensa y las universidades, su no cumplimiento con órdenes de los jueces y su venganza contra oficinas de abogados que le han sido hostiles en el pasado.

Gracias a Dios que aparentemente la semana pasada se le convenció de dejar de emitir pronunciamientos que afectan la confianza en la economía norteamericana, en sus bolsas y hasta en sus bonos. ¿Seguiremos escuchando pronunciamientos que desestabilizan como los de los Peter Navarro que rodean al presidente norteamericano? ¿Durará el cambio en los pronunciamientos de Trump de la semana pasada?

Hoy

Comentarios
Difundelo