Abinader quiere un aplauso de Hipólito, Leonel y Danilo

Felipe Ciprián

El presidente Luis Abinader convocó a los expresidentes Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina a una reunión el 14 de este mes en el Palacio Nacional “con el propósito” –según sus cartas– “de definir una posición nacional consensuada” sobre la crisis de Haití.

El 6 de abril pasado –38 días antes de la reunión a la que ahora convoca a Hipólito, Leonel y Danilo–, Abinader informó de 15 medidas punitivas para enfrentar la migración ilegal de haitianos.

¿Para qué Abinader invita a los exmandatarios si ya él y su equipo político decidieron lo que hay que hacer y lo están haciendo?

El gobernante quiere aplausos en un momento en que teme que –y debe esperar que suceda– le venga encima una cadena de denuncias en la prensa mundial contra el atropello a los derechos humanos de cientos de miles de personas vulnerables.

Ahí viene el lobo

Cuando esas denuncias surtan efectos en el turismo y la inversión extranjera, Abinader quisiera poder decir que el liderazgo del país, “respalda” la cacería de haitianos.

Si miles de policías, soldados y oficiales de Migración –y hasta policías municipales– andan cazando negros pobres en las calles, fincas, tiendas, edificios en construcción, paradas de autobuses, galleras, hospitales, bancos y agencias de envío de valores, ejecutando las medidas del gobierno… ¿qué sentido tiene escuchar a estos dignatarios si el rancho sigue ardiendo?

Por lo visto, Abinader, quien se lanzó acompañado únicamente de un grupo paramilitar, dirigido por un bravucón que no sabe conjugar un verbo en español, a echar adelante una campaña abiertamente racista, cruel y arrogante contra personas indefensas (no importa la nacionalidad ni la condición), ahora descubre que sus medidas carecen de respaldo ciudadano.

Médicos, psicólogos, militares, periodistas y demás profesionales han expresado en público y en privado el asco que sienten al ver al gobierno de Abinader patrocinando y ejecutando acciones primitivas contra seres humanos que vienen al país huyendo de la violencia y la miseria en busca de refugio, no con un plan de dominar toda la isla.

Las críticas a esa arrogancia se basan en que el dominicano es esencialmente bueno, solidario, pero cuando se le carga de odio contra infelices, se le prepara para perder esa virtud fundamental y luego que no haya haitianos para atropellar, terminará atacando a sus propios compatriotas.

La fusión de dos naciones

La letanía de quienes dicen que Estados Unidos, Francia y Canadá quieren borrar la frontera dominico-haitiana (lo que puede ser cierto), solo provoca acciones del gobierno de Abinader contra los pobres haitianos, nunca contra quienes tendrían el plan.

Si esos países quieren unificar las dos naciones, ¿por qué toda la crueldad, la arrogancia, la violencia, el despojo, el maltrato físico, psicológico y social se descarga contra las principales víctimas, que son los haitianos?

¿Cuáles acciones ha impulsado el gobierno dominicano y su soporte soberanista para contener los planes de los autores intelectuales de la unificación de la isla?

Contra esos países el gobierno de Abinader no se atreve a mover una paja.

Una cadena de fracasos

Desde que Abinader decidió convertirse en el “campeón del anti-haitianismo”, sus acciones van de fracaso en fracaso y los resultados están a la vista: destruyó el comercio con el segundo socio comercial, donde tenía un mercado cercano por aire, mar y tierra.

Con sus medidas de asedio a los gobiernos haitianos y su protección a empresarios que financian y utilizan a las bandas armadas, el mandatario dominicano contribuyó indirectamente a intensificar la desestabilización de Haití, la fortaleza de las bandas y por consiguiente a estimular la migración masiva, legal e ilegal.

Con una frontera donde la corrupción es generalizada y por donde se trafica las 24 horas con personas, mercancías, drogas y armas, cualquier medida tendente a dificultar esos negocios ilegales solo consigue encarecer el “servicio” de los traficantes, pero jamás controlarlo.

¿Utilizando tontos?

Tontos serían Hipólito, Leonel y Danilo si acuden a “corroborar” la campaña de atropellos que ejecuta el gobierno contra trabajadores haitianos y sus familiares, a los que se expulsa por la puerta derecha y regresan por la izquierda.

Si ya Abinader y sus asesores decidieron lo que tienen que hacer para arrojar a los migrantes ilegales a la caldera de las bandas haitianas, no tiene sentido que busque a Hipólito, Leonel y Danilo como bomberos para que lo ayuden a apagar el fuego que él ha encendido.

Abinader debe llenarse de valor (no de arrogancia) para seguir adelante, pero recordando que “lo que debe dar luz, debe soportar el fuego”.

Si yo fuera Danilo, la invitación de Abinader la respondiera diciendo: Entregue el carnet renovado dispuesto por la ley que estableció el Plan de Regulación a todos los haitianos que acudieron a Migración, pagaron los impuestos y su gobierno no les entrega el documento y los deja a merced del macuteo.

Si yo fuera Leonel, le dijera a Abinader que pare las persecuciones generalizadas contra negros, detenga las deportaciones y abra un proceso de negociación con las autoridades haitianas para normalizar el comercio, ayudar a realizar elecciones allí para designar Presidente, parlamento y municipalidades, buscando legitimidad para pacificar ese país.

Si yo fuera Hipólito, le exigiera a Abinader que pare la crueldad contra los haitianos indefensos que están trabajando y no les niegue servicios de salud a quienes los requieran, porque si trabajan aquí y se enferman, no pueden ir a Puerto Rico o Cuba a procurar atención sanitaria.

Si no satisface estos pedidos, ninguno de ellos debe prestarse a posar para un video y aplaudir los atropellos masivos que ejecuta el gobierno contra gente a la que pone a escoger entre aguantar garrote o extorsión aquí, o violación, secuestro o muerte a manos de las bandas armadas en Haití tras la deportación.

Listín Diario

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