Los seis ejes del CES
Julián Padilla
Parecería que la República Dominicana está impedida de dar una respuesta automática a estos temas que se plantean como los Seis Ejes que estaría discutiendo el CES. Las respuestas están clarísimas y aunque existe una correlación en estas variables con una sola decisión las demás se van acomodando.
Y habría que comenzar tal vez con lo que significa el valor agregado a nuestra economía y por ende, la realización de un Censo Creíble que determine, ¿cuánta mano de obra haitiana realmente necesitan los sectores económicos que le utilizan?. Teniendo este dato todo lo demás se cae de la mata.
El tema del desarrollo de la comunidad fronteriza es el mismo tema del desarrollo del país. Por lo tanto los gobiernos municipales de esa zona deberían actuar en consecuencia y recibir el apoyo del gobierno central sin descuidar las otras regiones del país.
En ese punto hay que evitar que los recursos caigan en sacos rotos, pues hay una correlación muy estrecha, entre una zona deprimida en cuanto a su desarrollo y la alta incidencia de migrantes ilegales.
No se trata de desarrollar ciudades para que los haitianos vivan felices en la zona fronteriza. Ese concepto de ellos allá y nosotros aquí, no puede ceder un solo milímetro. No usemos este tiempo y estos recursos para imponer una nueva agenda anti país.
Con el conocimiento de la mano de obra realmente necesaria en los distintos sectores en los que participa la mano de obra haitiana, ya el tema migratorio baja una “orden ejecutiva moral”, y es que los demás regresan a su país.
En nuestro país solo deberían estar presentes y en las mejores condiciones posibles, los regularizados por los fines de trabajo en esos sectores que se corresponden a ese censo serio que proponemos.
Evidentemente se trata de personal que recibirá el mismo trato que recibe un empleado u obrero dominicano en los mismos sectores económicos. Su salario, su seguridad social. Esa nomina deberá ser supervisada y actualizada, en función de los proyectos que se desarrollan.
El tema del comercio bilateral con Haití, tiene mucho que ver con la capacidad productiva del país, su proceso de industrialización, su competitividad y el aseguramiento para satisfacer la demanda de bienes y servicios locales.
Luego cualquier negocio con Haití, debería realizarse por la vía marítima y para ello se podría desarrollar una logística que consolide las cargas de lo que se exportaría hacia Haití. Aquí los criterios de la APA y del nearshoring podrían funcionar.
Esto implicaría, que se cierra el mercado terrestre binacional, para dar la mayor protección y seguridad fronteriza, mientras se completa el muro, que se construye entre los dos países.
La seguridad nacional no es negociable, la razón de ser de nuestro ejército es precisamente proteger y defender la soberanía nacional ante cualquier amenaza y tomar las medidas preventivas, de forma tal que se asegure la convivencia pacífica y el respeto a nuestro territorio e independencia.
En cuanto a las relaciones internacionales, ya me parece ha quedado claro, que a la comunidad internacional no le interesa el caso Haití y que la República Dominicana, tampoco puede resolver el tema interno del país vecino.
Por lo tanto, independientemente de las presiones que siempre se reciben, la nación dominicana debe acelerar y profundizar los procesos de repatriaciones masivas de nacionales haitianos, mientras le da cabida de forma ordenada, exclusiva y meritoria, a los trabajadores que contribuyen con su esfuerzo, en la construcción, agricultura y cualquier otro sector productivo, y necesariamente amarrado al citado censo laboral.
Las relaciones internacionales con Haití, seguirán siendo la de dos países hermanos, que dentro de sus límites, tienen sus actividades soberanas y como siempre, pueden coexistir pacíficamente, sin menoscabar los intereses exclusivos de cada nación y por ende respetando el derecho ajeno.
Finalmente, la nación dominicana, debe trazar su carta de intención definitiva y dejar por última vez una posición irrenunciable y clara frente a la comisión de seguridad de la ONU y cualquier otro organismo multilateral, subrayando que la República Dominicana es por y para los dominicanos.
Esta reunión que comienza a funcionar nueva vez en el CES no debería aprovecharse para poner sobre la mesa otras agendas.
Es más, los mismos planteamientos previos que en forma de decreto ha establecido el poder ejecutivo, deberían revisarse en estas mesas de trabajo, pues no se justifica castigar a la familia dominicana con mas cargas financieras, a los fines de dar satisfacción a este tema, que solo implica tomar de decisiones.
Si la comunidad internacional desea contribuir con Haití, que lo haga, y debería ser la posición definitiva de la nación dominicana, solo ser un observador de los temas que impliquen intervenciones militares, ya que nuestra historia ha sido suficiente y no sería agradable ni productivo, tener que volver a luchar contra una ocupación militar extranjera.