Tierras raras por aranceles extraños

El pasado 2 abril, el presidente Trump impuso un arancel “recíproco” de 10% a las importaciones provenientes de República Dominicana (RD). Nos pusieron en la fila de la pela arancelaria a pesar de que EE. UU. disfruta de un superávit comercial bilateral con nosotros (US$5,576 millones en 2024). En el lenguaje del presidente estadounidense, a pesar de que “the U.S. is cheating Dominican Republic on trade”, somos nosotros los golpeados con una tarifa “recíproca” carente de sentido, racionalidad y justificación. Nos colocaron en el grupo de naciones a ser castigadas, a pesar de que EE. UU. ha reconocido que la administración Abinader ha realizado un esfuerzo encomiable para combatir el narcotráfico que utiliza nuestra geografía como trampolín de narcóticos que aspiran a saltar a la enorme piscina de consumidores estadounidenses. Y, sobre todo, nos metieron en la fila de “leprosos camino a Molokai”, a pesar de que RD ha sido uno de los países recientemente adheridos al principio de “Una sola China” que menos apertura ha ofrecido al gigante asiático para incursionar en áreas estratégicas y sensibles de nuestra economía.
Debemos ponernos en fila para tocar las puertas a un “deal” que culmine con la eliminación de ese arancel “recíproco”, a no ser que la Suprema Corte de Justicia de los EE. UU. (SCJ) ratifique el fallo del Tribunal de Comercio Internacional de Estados Unidos (TCI) que dictaminó que el presidente se extralimitó en su autoridad al imponer sus aranceles “recíprocos” a nivel mundial, fallo que, a los pocos minutos, fue apelado por el Poder Ejecutivo. Al día siguiente, el Tribunal Federal de Distrito de Washington, que había recibido una solicitud similar, falló de la misma manera que lo hizo el TCI. Todo apunta a que, más temprano que tarde, el destino de los aranceles recíprocos de la administración Trump lo decidirá la SCJ. Si esta ratifica que el Ejecutivo se extralimitó, el mantenimiento de los aranceles allanaría el camino a una seria crisis constitucional.
En lo que el hacha va y viene, RD debe estructurar una carpeta de ofertas que resulte atractiva para EE. UU., es decir, para el presidente Trump. El tener un superávit comercial gigantesco con nosotros no ha sido suficiente. El contar con un socio comprometido en la lucha contra el narcotráfico, tampoco. De nada ha valido el haber respetado más que las demás naciones de la región el mandato de la Doctrina Monroe que postula “América para los americanos”. Mientras otras naciones han abierto sus puertas al comercio con China de tal manera que, esta ha devenido en el principal socio comercial de Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Uruguay y Panamá, República Dominicana, con un intercambio comercial con EE. UU. equivalente al 47% del total de nuestro comercio exterior de bienes en 2024, ha expandido y privilegiado a EE. UU. como su socio principal. Todo lo anterior no ha bastado.
Mientras la guerra comercial con China avanza, las represalias han exhibido diversos matices y formas. La última, probablemente la de mayor impacto negativo para EE. UU., ha sido la decisión de China de suspender sus exportaciones hacia EE. UU. de metales extraídos de tierras raras. China sabe que EE. UU. no cuenta con producción refinada de samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, itrio y escandio, metales extraídos de tierras raras y utilizados en la elaboración de imanes potentes para motores eléctricos, vehículos híbridos y eléctricos, y en generadores de energía renovable; en tratamientos de radioterapia contra el cáncer y en el almacenamiento de datos; como agentes de contraste en resonancias magnéticas que mejoran la calidad de las imágenes; en aplicaciones en medicina, como en el tratamiento de tumores óseos, y en la fabricación de materiales para la industria electrónica; en la construcción de pantallas LCD de alta calidad, en bombillas de bajo consumo y en la fabricación de láseres; en la elaboración de materiales ligeros y resistentes, como en la construcción de aviones y bicicletas.
El samario, terbio, itrio y disprosio, adicionalmente, son utilizados en tecnología militar para la guerra, específicamente en la producción de sistemas de guía y control para misiles y bombas, sistemas de enfoque de láser y vehículos avanzados de combate. China controla entre el 85% y el 98% de la producción mundial de esos siete metales. La prohibición de su exportación, si EE. UU. no logra obtenerlos vía triangulación comercial, podría converger a una especie de jaque mate en el ajedrez de la guerra comercial.
China es el principal productor de tierras raras en el mundo. En 2024, con 270,000 TM, representó el 70% de la producción mundial, seguida por EE. UU. con 45,000 (11.6%) y Myanmar con 31,000 (8%). Las exportaciones chinas de metales extraídos de tierras raras son bajas cuando se comparan con el volumen producido. ¿El responsable? Guangxian Xu, un chino que en 1951 obtuvo su Ph.D en química física en la Universidad de Columbia, considerado como el “padre de la química china de tierras raras”, quien al ver el potencial de las tierras raras en la ciencia y tecnología, a finales de la década de los 2000 recomendó al gobierno chino la imposición de cuotas a la exportación de tierras raras. La situación es más complicada para EE. UU. si se tiene en cuenta que Myanmar, el tercer productor mundial, exporta casi la totalidad de su producción a China. En 2023, por ejemplo, esta nación que colinda con China a lo largo de una frontera de 2,185 km, exportó 41,700 TM de tierras raras a China, con un valor de US$1,400 millones, suministro que se contrajo dramáticamente en 2024 debido al control del estado de Kachin, principal productor de tierras raras de Myanmar, por parte del Ejército para la Independencia Kachin (KAI), grupo armado no estatal que opera como brazo militar de la Organización para la Independencia Kachin (KIO), el grupo político de etnia Kachin al norte de Myanmar.
La represalia china ofrece a RD una rara oportunidad para convertirse en el país de la región más estratégico para los intereses de EE. UU. ¿Por qué lo decimos? Porque el pasado 6 de febrero, el presidente Abinader, en presencia de Marco Rubio, Secretario de Estado de EE. UU., reveló que, según estudios preliminares que se han realizado, RD “muy posiblemente posea unos 100 millones de toneladas de reservas brutas de tierras raras”, lo que convertiría a nuestro bendecido territorio en el líder mundial de reservas de tierras raras, muy por encima de los 44 millones de TM identificadas en China. No hay que dar muchas vueltas para concluir que es a EE. UU., comprador del 54% de nuestras exportaciones; origen del 49% de los turistas y 85% de las remesas que recibimos en 2024; y del 27% de la IED acumulada que recibimos en 2010-2024, a quien debemos ofrecer la exclusividad para recibir nuestras futuras exportaciones de tierras raras brutas y/o refinadas (cerio, disprosio, gadolinio, entre otros) valoradas, en estado refinado, en US$20,000 millones. ¿Qué deberíamos pedir a cambio? Un simple canje: les exportaremos tierras raras si nos quitan el arancel extraño de 10%. Con las reservas en tierras raras de RD, EE. UU. convertiría a China en un chinito “jarto ‘e jobo”.
El Caribe