Obispos dominicanos llaman a un enfoque justo y humano en política migratoria y piden mayor solidaridad con Haití

Santo Domingo – 7 de julio de 2025 – En el marco de su 63ª Asamblea Plenaria, la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) exhortó al Gobierno dominicano y a la sociedad a abordar el tema migratorio con justicia, equidad y respeto a la dignidad humana, en especial frente a la prolongada crisis que afecta a la vecina nación de Haití.

Los obispos, reunidos en Santo Domingo bajo la guía del Espíritu Santo, emitieron un comunicado en el que, tras revisar el trabajo de sus comisiones pastorales y reflexionar sobre los desafíos actuales, hicieron especial énfasis en la situación de movilidad humana que impacta a la República Dominicana.

En su mensaje, los prelados reconocen los múltiples esfuerzos realizados por las autoridades dominicanas para apoyar al pueblo haitiano, incluyendo la acogida de migrantes en escuelas y hospitales, la realización de mercados binacionales, la construcción de un centro de educación superior en Haití y la emisión de permisos de trabajo en sectores como la agricultura y la construcción.

Sin embargo, lamentaron que tales esfuerzos se vean empañados por las redadas migratorias que, si bien están dentro del marco legal, deben ejecutarse —según advierten— con estricto apego a los principios de justicia y respeto a los derechos humanos.

“Toda nación tiene derecho a aplicar sus leyes migratorias, pero exhortamos a que esto se haga conforme a la equidad y la dignidad de las personas”, subraya el comunicado.

La CED condenó enérgicamente los discursos xenófobos y discriminatorios que, según indican, solo generan odio, marginación y rompen el espíritu de fraternidad entre pueblos. “Es inaceptable todo discurso que incite a la violencia, el rechazo o la exclusión del inmigrante”, afirmaron, al tiempo que recordaron que el amor de Dios “no conoce fronteras” y acoge a todos como hijos amados.

Citando al Papa León XIV, en su reciente discurso al cuerpo diplomático, los obispos recordaron que “nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de las más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desempleado, sean ciudadanos o inmigrantes”.

En ese sentido, los prelados también alertaron sobre el riesgo de manipulación política tanto de las medidas migratorias como de los gestos humanitarios hacia los migrantes. “Advertimos que dentro y fuera del país pueden tergiversarse acciones legítimas y justas, desviándolas de su verdadero propósito: el bien común y el respeto a la dignidad humana”, señalaron.

Uno de los puntos más sensibles del pronunciamiento fue la solicitud expresa a la Dirección General de Migración para que las salas médicas no sean utilizadas como espacios de control migratorio.

“No podemos permitir que lugares destinados a sanar y cuidar se conviertan en sitios de temor y expulsión”, indicaron. Además, pidieron perseguir con firmeza a quienes se lucran del tráfico de migrantes, “sean de la nación que sean”.

Más allá del contexto local, los obispos dominicanos apelaron a la comunidad internacional para que se comprometa activamente con el rescate institucional, social y económico de Haití. “Es tiempo de gestos concretos de solidaridad que construyan la paz y el desarrollo duradero en esa nación hermana”, expresaron.

El comunicado de la CED también valoró positivamente el trabajo de las comisiones nacionales de pastoral en áreas como la familia, la educación, los ministerios ordenados y laicos, y la movilidad humana. Resaltaron el crecimiento que experimenta la Iglesia dominicana, no solo en infraestructura, sino también en comunión, servicio y testimonio de fe viva.

“Vemos cómo en parroquias, comunidades, movimientos y grupos apostólicos germina y crece la semilla del Reino de Dios”, afirmaron. Asimismo, agradecieron el compromiso de los laicos y consagrados que “evangelizan con su vida” y contribuyen a que la Iglesia siga siendo “comunidad de discípulos y misioneros en salida”.

Finalmente, los obispos encomendaron al pueblo dominicano a la protección de María Santísima, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, pidiendo su intercesión para que el país siga los caminos del Evangelio con ternura y firmeza.

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