El Pollo Index: entre cocote, molleja, pata y asadura
Leonel Fernández
En una de sus recientes comparecencias ante la opinión pública, el presidente de la República volvió a hacer referencia al llamado Pollo Index. Con eso intentaba comparar la cantidad de libras de pollo que se podían comprar con el salario mínimo del año 2012 y la que puede ser adquirida en la actualidad.
De manera sorprendente, ofreció enviarme el nombre y el número de teléfono del director de la FAO, organismo de las Naciones Unidas, para verificar sus datos comparativos sobre el consumo de la proteína más importante de la dieta nacional.
Obviamente, no hacía falta tanta cortesía. En la República Dominicana todo el mundo está consciente de que una de las grandes debilidades de la actual gestión de gobierno ha sido su incapacidad para garantizar precios justos del pollo y de otros productos alimenticios, tanto para consumidores como para productores.
Ese problema se inició desde los primeros meses del actual gobierno del PRM, en el 2020. De hecho, durante la Nochebuena de ese año, el precio del pollo ya había subido en 11 pesos la libra.
Por tal motivo, la parte más vulnerable de la sociedad dominicana no pudo disfrutar a plenitud de uno de sus platos preferidos del menú navideño, que incluye el pollo asado. Por entonces se creyó que el alza de precios sería algo pasajero.
Pero el problema continuó durante los años siguientes de la actual gestión gubernamental del PRM; y por primera vez en la historia de la República, el pollo llegó a cotizarse a 125 pesos la libra.
Al indagarse sobre la razón de esa calamidad que estaba afectando la dieta dominicana, se llegaron a esgrimir diversos argumentos, que prueban la desorientación del gobierno perremeísta durante esa época.
Primero, se levantó el criterio de que había escasez del producto y que esa era la razón fundamental de su alza de precios. Después, que era resultado de la especulación de comerciantes inescrupulosos; y posteriormente, que eran fallas en la cadena de intermediación.
Frente a eso, el gobierno procedió a firmar acuerdos con asociaciones de productores, proveedores y supermercados. El acuerdo establecía que los productores venderían 4 millones de pollos a 50 pesos la libra, a través de INESPRE; y que habría una reserva de 2 millones de libras para garantizar el suministro y la estabilidad de precios.
El jefe del Ejecutivo saludó ese acuerdo de manera efusiva, indicando que “sellaba y garantizaba la seguridad alimentaria del país”. Pero nada detuvo el alza de los precios del pollo, al tiempo que las ventas disminuían en forma abrupta.
Peste porcina dispara pollos
La crisis del pollo llegó a profundizarse de tal forma que, para agosto de 2021, al concluir su primer año de gestión, el gobierno estableció medidas de racionamiento del consumo, limitando a cuatro unidades la compra por persona.
Para entonces resultaba prácticamente imposible poder consumir piernas, muslos o pechugas de pollo. Tampoco pollo frito, asado o guisado. Sencillamente, había desaparecido de la mesa de la familia dominicana.
Luego llegó a observarse que, con motivo de la peste porcina, el consumo de carne de cerdo disminuyó, trasladándose la preferencia de los consumidores hacia el pollo. Por consiguiente, no fue que, como consecuencia del incremento del poder adquisitivo de la población, los dominicanos empezaron a incrementar su consumo de carne de pollo.
No fue así. Pero tampoco es cierto que, en base a la tesis del Pollo Index, la cantidad de libras de pollo que con el salario mínimo se adquiere en la actualidad supera lo que se podía comprar en el 2012.
A decir verdad, esa forma de interpretación no constituye una medición real del poder adquisitivo de los dominicanos. Por el contrario, lo que resulta irrefutable es que en 2012 la libra de pollo costaba entre 35 y 40 pesos; y que ahora, en la actualidad, en el gobierno del PRM, cuesta entre 80 y 100 pesos, para un incremento de 140 %.
Más aún, el aumento de la producción de pollo, para atender la ampliación de la población dominicana y de turistas, ha mantenido, a lo largo de los años, una constante entre 4 y 5 % por año.
Eso significa que el aumento acumulado de la producción del ave, durante los cinco años de gestión del PRM, solo ha sido de 24 %, no de 44 %, como se ha pretendido hacer creer.
Como epílogo, al presidente de la República se le olvidó mencionar que, durante sus cinco años de gobierno, de acuerdo con el Banco Central, el costo de la canasta básica familiar de los más pobres se ha incrementado en un 33 %.
Esto así, al pasar de $21,154 pesos a $28,159; de manera que ahora el salario mínimo promedio de $15,000 solo alcanzaría para cubrir el 53 % de las necesidades básicas de los más desposeídos o vulnerables.
Entre quiebras e importaciones
Al hacerse referencia al sector agropecuario, los voceros del gobierno del PRM parecen desconocer que muchos medianos y pequeños productores han quebrado durante estos últimos cinco años, y que otros se encuentran en situaciones altamente precarias.
Eso se debe, entre otros factores, al daño que les han causado las importaciones agropecuarias. Estas prácticamente se han duplicado, al pasar de unos 3,100 millones de dólares a casi 6 mil millones en el período 2020-2024.
Mediante la Ley núm. 6-22, o Tasa Cero para 67 productos alimenticios, el país se vio inundado de pollo importado, desbordando los canales de comercialización y provocando la venta de los productores en granja a 32 pesos la libra, cuando el costo de producción era de unos 38 pesos.
Para eso no necesitamos llamar al director de la FAO. Eso lo sabe hasta el hijo del pollero. Pero la desacertada política avícola del actual gobierno no solo quebró a productores y subió el precio a los consumidores, sino que ha procurado condenarnos a comer del pollo tan solo cocote, molleja, pata y asadura.
Afortunadamente, en imagen prestada, todavía no ha podido agarrar al pueblo por el pichirrí. Por suerte…
Listín Diario