El turismo a Cuba se desploma entre apagones y protestas

Andrés Oppenheimer

Aunque Venezuela está acaparando los titulares en estos días, por la flotilla de guerra enviada por el presidente Donald Trump a las aguas cerca de sus costas, no hay que perder de vista el colapso económico que está teniendo lugar en Cuba. Literalmente, se están apagando las luces en la isla.

El apagón nacional del fin de semana pasado en Cuba, el quinto en menos de un año, ha provocado nuevas protestas callejeras y está matando el turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país.

En el pueblo de Gibara, de la provincia suroriental de Holguín, los residentes salieron a las calles el 13 de septiembre, gritando “¡Pongan la corriente!” y coreando insultos contra el dictador cubano Miguel Díaz-Canel, según el portal independiente 14yMedio.com. Al menos siete personas fueron arrestadas, según el sitio web.

Como era de esperar, el régimen cubano minimizó la protesta. El canal estatal Gibaravisión dijo que un grupo de residentes “afectados por la compleja situación” energética “salieron de sus viviendas para expresar sus inconformidades desde una postura de respeto y diálogo”.

Pero la protesta fue un síntoma de la creciente desesperación de los cubanos. Los apagones son cada vez más frecuentes y prolongados, dicen residentes de la isla.

Según muchos economistas, Cuba está pasando por su peor crisis de escasez de combustible y alimentos desde el “período especial” de la década de 1990, tras el colapso de la ex Unión Soviética. Y el desplome del turismo podría agravar la situación.

La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba reconoció en su portal oficial que el turismo internacional a la isla cayó un 25% en el primer semestre de este año. El turismo de Rusia se redujo en más de un 43%, señaló.

Para poner las cifras en perspectiva, el número de visitantes extranjeros a Cuba cayó de 4.7 millones en 2018 a lo que se estima serán apenas unos 2 millones este año.

Aunque la mayoría de los grandes hoteles de Cuba tienen sus propios generadores eléctricos, muchos turistas se quejan en portales de turismo de que la capital está a oscuras y las habitaciones de los hoteles dejan mucho que desear.

Una turista rusa que visitó Cuba comentó que su hotel de cinco estrellas tenía “graves problemas de infraestructura, higiene y servicios básicos”, según la cadena rusa ABN24. El titular del artículo dice: “Insectos, suciedad y cinco estrellas: Mujer rusa impactada por un hotel cubano”.

Como de costumbre, el régimen cubano culpa al embargo comercial estadounidense del agravamiento de la crisis energética. La abrumadora mayoría de los expertos independientes coinciden en que la red eléctrica cubana —un monopolio estatal desde la revolución de 1959— se desmoronó por falta de mantenimiento del gobierno.

La situación económica es tan seria que la central eléctrica flotante turca Suheyla Sultan, la mayor de varias barcazas de energía enviadas por Turquía, se fue de Cuba el 6 de agosto, según reportes de Havana Times y El Toque. Según me dicen fuentes diplomáticas que residen en la isla, el motivo de su partida fue que el régimen no estaba pagando sus facturas.

Cuba necesitaría unos $9,000 millones en nuevas inversiones para modernizar su red eléctrica, pero nadie quiere poner un peso en la isla por el largo historial cubano de no pagar sus deudas.

¿La solución? Cuba podría atraer fácilmente inversiones extranjeras si abriera su economía y permitiera las inversiones privadas. Vietnam, un país comunista como Cuba, abrió su economía a la inversión extranjera hace décadas y su economía se disparó de inmediato.

Estuve en Vietnam a principios de este año, y aunque sigue siendo una dictadura, me sorprendió ver que muchos hoteles, restaurantes e incluso algunas centrales eléctricas son de empresas privadas nacionales y extranjeras. La pobreza en Vietnam hoy en día ha caído a tan solo el 4%, según el Banco Mundial.

Pero el decrépito régimen cubano le tiene pavor a abrir su economía: teme que mayores libertades económicas produzcan un mayor clamor por libertades políticas. Mientras la dictadura cubana no empiece una apertura económica —y ojalá política— las luces no se van a encender, y el colapso económico de la isla sólo se acelerará.

Listín Diario

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