Fallece a los 79 años Diane Keaton, actriz de “Annie Hall” y “El Padrino”

LOS ÁNGELES, 12 octubre. — Diane Keaton, la estrella ganadora del Oscar por “Annie Hall”, las películas de “El Padrino” y “El Padre de la Novia”, cuyo estilo peculiar, vibrante y profundo la convirtió en una de las actrices más singulares de una generación, ha fallecido. Tenía 79 años.

La revista People informó el sábado que la actriz murió en California rodeada de sus seres queridos, citando a un portavoz de la familia. No se disponía de más detalles, y hasta el momento, los representantes de Keaton no han respondido a las consultas de The Associated Press.

La inesperada noticia fue recibida con conmoción en todo el mundo.

“Era divertidísima, totalmente original sin engaños, o cualquier tipo de competitividad que uno esperaría de una estrella así. Lo que veías era quien ella era… oh, la, lala!”, dijo Bette Midler en una publicación en Instagram. Ella y Keaton coprotagonizaron “The First Wives Club” (“El club de las divorciadas”).

Keaton era el tipo de actriz que ayudaba a hacer que las películas fueran icónicas y atemporales, desde su fraseo “La-dee-da, la-dee-da” como Annie Hall, adornada con corbata, bombín, chaleco y pantalones caqui, hasta su desgarrador papel como Kay Adams, la mujer lo suficientemente desafortunada como para unirse a la familia Corleone.

Sus actuaciones estelares en la década de 1970, muchas de las cuales fueron en películas de Woody Allen, tampoco fueron un destello pasajero, y continuaría encantando a nuevas generaciones durante décadas gracias, en parte, a una colaboración duradera con la cineasta Nancy Meyers.

Interpretó a una mujer de negocios que inesperadamente hereda un bebé en “Baby Boom” (“¿Quién llamó a la cigüeña?”), a la madre de la novia en el querido remake de “Father of the Bride” (“El Padre de la Novia”), a una mujer recién soltera en “El club de las divorciadas” y a una dramaturga divorciada que se involucra con el ejecutivo musical encarnado por Jack Nicholson en “Something’s Gotta Give” (“Alguien tiene que ceder”).

Keaton ganó su primer Oscar por “Annie Hall” (“Dos extraños amantes”) y luego sería nominada tres veces más, por “Reds” (“Rojos”), interpretando a la periodista y sufragista Louise Bryant, “Marvin’s Room” (“La Habitación de Marvin”), como una cuidadora que de repente necesita cuidados ella misma, y “Alguien tiene que ceder”, como una divorciada de mediana edad que es el objeto de atracción de varios hombres .

De una manera muy propia de Keaton, al aceptar su Oscar en 1978, se rio y dijo: “Esto sí es algo”.

Una hija de Hollywood irrumpe en Nueva York

Keaton nació como Diane Hall en enero de 1946 en Los Ángeles, aunque su familia no formaba parte de la industria cinematográfica en la que se encontraría. Su madre era ama de casa y fotógrafa, y su padre trabajaba en bienes raíces e ingeniería civil, y ambos inspirarían su amor por las artes, desde la moda hasta la arquitectura.

Keaton se sintió atraída por el teatro y el canto mientras estaba en la escuela en Santa Ana, California, y abandonó la universidad después de un año para probar suerte en Manhattan. Actors’ Equity ya tenía una Diane Hall en sus filas, y tomó Keaton, el apellido de soltera de su madre, como propio.

Estudió bajo la tutela de Sanford Meisner en Nueva York y le atribuyó haberle dado la libertad de “trazar el complejo terreno del comportamiento humano dentro de la seguridad de su guía. Hizo que jugar con fuego fuera divertido”.

“Más que nada, Sanford Meisner me ayudó a aprender a apreciar el lado oscuro del comportamiento”, escribió en sus memorias de 2012, “Then Again”. “Siempre tuve un talento para percibirlo, pero aún no el valor para adentrarme en un territorio tan peligroso e iluminador”.

Comenzó en el escenario como suplente en la producción de Broadway de “Hair,” y en “Play It Again, Sam” de Allen en 1968, por la cual recibiría una nominación al Tony. Y, sin embargo, siempre estuvo muy avergonzada de su apariencia, por lo que luchó contra la bulimia cuando tenía alrededor de 20 años.

Convirtiéndose en estrella con “El padrino” y Woody Allen

Keaton hizo su debut cinematográfico en la comedia romántica de 1970 “Lovers and Other Strangers” (“Amantes y otros extraños”), pero realmente se hizo famosa unos años después cuando fue elegida para “El Padrino” de Francis Ford Coppola, que ganó el premio a la mejor película y se convirtió en uno de los films más queridos de todos los tiempos. Sin embargo, dudó en regresar para la secuela, aunque después de leer el guion decidió lo contrario.

Asumió su papel como Kay, con el que nunca se identificó, aunque atesoraba los recuerdos de actuar con Al Pacino.

La década de 1970 fue una época increíblemente fructífera para Keaton gracias, en parte, a su continua colaboración con Allen en roles cómicos y dramáticos. Apareció en “Sleeper” (“El dormilón”), “Love and Death” (“Amor y muerte”), “Interiors” (“Interiores”), “Manhattan”, y la versión cinematográfica de “Play it Again, Sam” (“Sueños de un seductor). El drama criminal de 1977 “Looking for Mr. Goodbar” (“Buscando al señor Goodbar”) también le valió elogios.

Allen y el fallecido Marshall Brickman le dieron a Keaton uno de sus papeles más icónicos en “Annie Hall,” la contagiosa mujer de Chippewa Falls de la que Alvy Singer, interpretado por Allen, no puede olvidarse. La película es considerada una de las grandes comedias románticas de todos los tiempos, con la excéntrica y autocrítica Annie de Keaton en su corazón.

En el New York Times, el crítico Vincent Canby escribió: “Como Annie Hall, la señorita Keaton emerge como la Liv Ullman de Woody Allen. Su cámara encuentra belleza y recursos emocionales que de alguna manera escapan a la atención de otros directores. Su Annie Hall es una maravilla”.

Reconoció paralelismos entre Annie Hall y la vida real, aunque también los minimizó.

“Mi apellido es Hall. Woody y yo compartimos un romance importante, al menos en mi opinión”, escribió. “Yo quería ser cantante. Era insegura, y buscaba palabras”.

Keaton y Allen también tuvieron una relación romántica, desde cerca de 1968, cuando lo conoció mientras audicionaba para su obra, hasta alrededor de 1974. Después, siguieron siendo colaboradores y amigos. Más tarde apareció en “Radio Days” (“Días de radio”), en 1987, y “Manhattan Murder Mystery” (“Un misterioso asesinato en Manhattan”), en 1993.

“Era tan moderno, con sus gafas gruesas y sus trajes geniales”, escribió Keaton en sus memorias. “Pero fue su manera de ser lo que me atrapó, su forma de gesticular, sus manos, su tos y su forma de mirar hacia abajo de manera autocrítica mientras contaba chistes”.

También se la vinculó románticamente con Pacino, quien interpretó a su esposo en “El Padrino”, y con Warren Beatty, quien la dirigió y con quien coprotagonizó “Reds”. Nunca se casó, pero adoptó dos hijos cuando tenía alrededor de 50 años: una hija, Dexter, y un hijo, Duke.

“Pensé que la única manera de realizar mi sueño número uno de convertirme en una verdadera estrella de la comedia musical de Broadway era seguir siendo una hija amorosa. Tendría que dejar de lado amar a un hombre, un hombre, y convertirme en esposa,”, escribió en sus memorias.

“Los nombres cambiaron, de Dave a Woody, luego Warren, y finalmente Al. ¿Podría haber hecho un compromiso duradero con ellos? Es difícil decirlo. Subconscientemente, debí haber sabido que nunca podría funcionar, y por eso, ellos nunca se interpondrían en el camino de lograr mis sueños”.

Cuando Keaton conoció a Nancy Meyers

No todos los papeles de Keaton fueron un éxito, como su incursión en el cine de acción con la adaptación de John le Carré dirigida por George Roy Hill, “Little Drummer Girl” (“La chica del tambor”). Pero en 1987 comenzaría otra colaboración duradera con Nancy Meyers, que produciría cuatro amadas películas. Es posible que las críticas para esa primera salida, “¿Quién llamó a la cigüeña?”, dirigida por Charles Shyer, hayan sido mixtas en ese momento, pero Pauline Kael incluso describió el desempeño de Keaton como una “gloriosa actuación de comedia que supera muchas de los desatinos”.

Su siguiente colaboración sería en el remake de “El Padre de la Novia”, que Shyer dirigió y coescribió con Meyers. Ella y Steve Martin interpretaron a los desconcertados padres de la novia, lo que se convertiría en un gran éxito y daría lugar a una secuela.

En 2003, Meyers la dirigiría en “Alguien tiene que ceder”, una comedia romántica en la que comienza una relación con un mujeriego, interpretado por Jack Nicholson, mientras también es cortejada por un médico más joven, interpretado por Keanu Reeves. Su personaje, Erica Barry, con su hermosa casa en los Hamptons y sus atuendos color marfil, fue una inspiración clave para la reciente tendencia de moda de la abuela costera. Le valió lo que sería su última nominación al Oscar y, más tarde, diría que es su película favorita.

También dirigió ocasionalmente, con trabajos que incluyen un episodio de “Twin Peaks”, un video musical de Belinda Carlisle y la comedia dramática de hermanas “Hanging Up” (“No nos dejes colgadas”), coescrita por Noran Epron y Delia Ephron, y protagonizada por Keaton junto a Meg Ryan y Lisa Kudrow.

Keaton continuó trabajando constantemente a lo largo de los años 2000, con papeles notables en “The Family Stone” (“La joya de la familia”), como una matriarca moribunda reacia a darle su anillo a su hijo, en “Morning Glory” (“Un despertar glorioso”), como presentadora de noticias matutinas, y las películas de “Book Club” (“Cuando ellas quieren”).

También escribió varios libros, como las memorias “Then Again” (“Otra vez”) y “Let’s Just Say It Wasn’t Pretty” (“Digamos que no estuvo bien”), y un libro de arte y diseño, “The House that Pinterest Built” (“La casa que Pinterest construyó”).

Keaton fue celebrada con un Premio a la Trayectoria del Instituto Estadounidense del Cine (AFI, por sus siglas en inglés) en 2017, y declaró a la AP en ese momento que fue una experiencia surrealista.

“Siento que es la boda que nunca tuve, o la gran reunión que nunca tuve, o la fiesta de jubilación que nunca tuve, o todas estas cosas que siempre evité: la gran fiesta”, dijo. “Es de verdad un gran evento para mí y estoy real y profundamente agradecida”.

En 2022, “cementó” su legado con una ceremonia de huellas de manos y pies frente al Teatro Chino TCL en Los Ángeles, con sus hijos entre los espectadores.

“No pienso en mi legado cinematográfico”, dijo en el evento. “Tengo suerte de haber estado aquí de algún modo, forma o manera. Soy afortunada. No me veo a mí misma como nada más que eso”. AP

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