Crisis de combustibles en Bolivia paraliza el transporte y sacude el comercio regional

La Paz, 27 de octubre de 2025 — La profunda crisis de combustibles que atraviesa Bolivia emerge como un obstáculo serio para la logística interna del país y para el comercio exterior en la región. Las dificultades para acceder a diésel y gasolina no solo afectan a los transportistas nacionales, sino que generan efectos que trascienden las fronteras del país andino.

Según informes especializados, las operaciones de transporte internacional que transitan por Bolivia se habrían reducido en aproximadamente un 70 % debido al desabastecimiento de combustible, especialmente diésel.

Más de 11 000 camiones permanecen paralizados por esta causa, lo que implicaría pérdidas estimadas superiores a los 2 millones de dólares por día para el comercio exterior boliviano.

El problema se origina en varios factores estructurales. Durante los primeros meses del año, Bolivia importaba cerca del 85 % del diésel que consumía y más del 50 % de la gasolina. Esta alta dependencia externa se combina con una caída de las reservas internacionales netas (RIN) y una insuficiente disponibilidad de divisas para afrontar las importaciones de hidrocarburos.

En tanto, el Senado de Bolivia aprobó recientemente un proyecto de ley de emergencia que habilita a personas o empresas a importar gasolina y diésel por un periodo de tres meses, con la finalidad de aliviar la crisis de suministro.

Para el sector de transporte, las repercusiones son inmediatas: atrasos, incremento de costos y reducción de la capacidad operativa. Cuando los camiones no pueden circular, la cadena logística se ve comprometida, lo que implica menor volumen de mercancías exportables y mayor volatilidad en los plazos de entrega.

La región agrícola clave de Santa Cruz ya siente el impacto: la falta de diésel pone en riesgo labores de siembra y cosecha, y por extensión, la producción primaria que abastece tanto al mercado interno como al comercio regional. Esto puede afectar también al comercio internacional con países vecinos.

Asimismo, la política de subsidios al combustible vigente en el país, que mantiene precios bajos para el consumidor final, ha generado un desincentivo a la producción nacional y a una gestión más eficiente de los recursos, al tiempo que alimenta el contrabando hacia países limítrofes.

Los proveedores de transporte y logística que operan en corredores binacionales deben replantear rutas que atraviesan Bolivia o asumir costos adicionales derivados del alza en los tiempos de espera y en los precios del combustible.

Este encarecimiento puede traducirse en mayor tiempo de espera para la exportación o importación de bienes, y en particular para mercancías sensibles al tiempo como productos agrícolas, insumos industriales y bienes de consumo.

En síntesis, la crisis de abastecimiento de combustible en Bolivia no es un asunto meramente interno: tiene ramificaciones directas para el comercio exterior y la logística regional, especialmente para quienes operan entre Argentina, Bolivia y Brasil.

Ante la estrechez de divisas, subsidios persistentes e infraestructura logística comprometida, el sector se ve obligado a anticipar escenarios adversos y adaptar su planificación para mitigar el impacto.

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