Trump y la República Dominicana
Bernardo Vega
El presidente Donald Trump, poco a poco y viendo hasta dónde puede llegar, está debilitando la democracia en su país y está moviéndolo hacia el autoritarismo.
Viola leyes y tratados, purga a militares, técnicos del FBI, de la dirección de impuestos y del Departamento de Justicia. Pone a la Guardia Nacional a hacer labores que no le corresponden y, en términos generales, reduce el papel de los servidores públicos profesionales, es decir, debilita el servicio civil.
Se dedica también a golpear a la oposición sometiendo a la justicia a algunos de sus miembros, al tiempo que va reduciendo la libertad de prensa. CNN y TikTok lucen que están en venta y, de ser comprados por millonarios amigos del presidente, podrían seguir el camino de un Fox News que hace propaganda al gobierno. El “New York Times”, cuyos dueños son una familia de hace muchos años, es de los únicos que se mantiene neutral. Poco a poco los miembros de la Suprema Corte de Justicia son nombrados por Trump, posiblemente para luchar contra las drogas, pero realmente para provocar un cambio de gobierno en Venezuela.
Y este tiene la intención, hecha pública, de quitar la autonomía al Banco Central norteamericano. Steve Bannon no solo cita que se continuará con el gerrymandering, es decir, la redistribución de la zona de votos para favorecer a los republicanos, sino que públicamente ha dicho que, a pesar de lo que establece la Constitución, Trump será candidato presidencial en el 2028. Trump también hace énfasis en el papel del Estado como accionista, como en los casos de US Steel e INTEL. Cada día hay más enriquecimiento ilícito y se debilita el mecanismo norteamericano básico por medio del cual el Congreso y el sistema judicial controlan y limitan las acciones del Poder Ejecutivo.
¿Cómo afecta esto a la República Dominicana? La incertidumbre política con relación al papel norteamericano en Panamá, Groenlandia y Canadá coincide con un momento en que el grueso de la Marina de Guerra de Estados Unidos está ya ubicado en el Caribe, ostentosamente.
Las redadas contra inmigrantes indocumentados lamentablemente han provocado retornos de compatriotas hacia nuestro país y técnicos en la materia enfatizan que el reciente aumento en el valor de las remesas, tanto en Centroamérica como entre nosotros, se debe más bien a que, temiendo la deportación, los indocumentados sacan sus ahorros de debajo del colchón y los envían a sus países de origen. Por otro lado, los Estados Unidos ha violado el DR-CAFTA al imponernos un arancel de un 10% a productos abarcados por ese tratado de libre comercio, colocándonos en desventaja con relación a las zonas francas mexicanas que no están gravadas por ningún impuesto. El impacto es menor del 10% ya que ese arancel tan solo grava el valor agregado y no a los insumos norteamericanos.
Ante todo esto, ¿cuál ha sido la actitud del gobierno dominicano? Ha sido, según nuestro parecer, la única recomendable: no enfrentar a Trump y quejarnos poco. Esa actitud nuestra nos ha colocado en la lista de países latinoamericanos que Washington ahora ve como aliados suyos. En la reciente nota enviada por Estados Unidos felicitando por su victoria electoral al presidente Paz de Bolivia, esta fue acompañada por felicitaciones de Trinidad y Tobago, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Argentina, Ecuador y la República Dominicana, es decir, por parte de los países con los cuales Washington hoy día se siente cómodo.
Finalmente, y también lamentablemente, la Cumbre de Presidentes del Hemisferio de principios de diciembre en nuestro país, coincidirá con la mayor presencia militar norteamericana en el Caribe desde las invasiones a Santo Domingo (1965), Granada (1983) y Panamá (1989) y un posible conflicto armado con Venezuela, al tiempo que las relaciones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos se deterioran. Un ambiente que dificultará el éxito de esa Cumbre.
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