República Dominicana evidencia un avance, sólo sustentado en los libros.
Lina Paulino: Periodista y Psicóloga Clínica.
Los reportes estadísticos de la economía Dominicana cada año, no dejan las dudas de que la misma, evidencia un crecimiento considerable a favor del desarrollo económico de la nación, dicho por los que saben, diría mi abuelo.
Sin embargo, una cosa es el cuadernito, y otra muy diferente es la realidad que se vive cada día, en Quisqueya la Fea, perdón la bella, en donde basta pararte en la puerta de tu casa para sentir el olor a miseria, miedo, desesperanza, angustia, y el cansancio de la lucha diaria, sólo para poder sobrevivir.
Si lo dividimos por sectores, y hacemos una evaluación independiente, ósea sin los vicios que producen los gobiernos o partidos políticos, a boca de urna tacharíamos, como malo, muy malo o peor, al sector, salud, educación, seguridad ciudadana, justicia, alimentación, transporte, y porque no mencionar al sector eléctrico y el papel de la policía nacional cómo organismos inhóspitos.
Mientras al mismo tiempo, si evaluamos, la percepción del Dominicano casi en sentido general, tenemos que la esperanza, las oportunidades, la confianza, los valores, y el respeto a la vida misma, ya están en su etapa de extinción, al tiempo que surge la pregunta que retumba en la tierra del merengue, valdrá la pena seguir luchando¨?.
Me gustaría ser quizás más objetiva, y menos escalofriante al contarle la novela de nunca acabar que vive el país, en la cual, el protagonista que es el pueblo no termina de sufrir las embestida del malvado y cruel anti patriotismo que impera en la nación, que como decía nuestro Don Pedro mil, está colocada en el mismo trayecto del sol, hoy quizás ubicada en el camino de los despiadados.
En verdad, no encuentro a donde terminar la historia, porque busco en mis entrañas esa luz de esperanza que pueda transmitir, no quiero terminar llorando, sin antes, por lo menos alegar que mientras haya vida, existe la esperanza de que surja alguien que diga basta Ya, y que los dominicanos puedan reconocerlo y verlo como una ayuda que llegó del mismo cielo, para instaurar la justicia, la equidad y la paz, que tanto se merece.

