2025: Expectativas que no despegaron

Los dominicanos llegamos al cierre de 2025 con el mismo guion repetido: muchas promesas, pocos resultados. Las expectativas se fueron desvaneciendo al ritmo de los retos inconclusos, y lo único que parece avanzar sin tropiezos es la ya casi lista propuesta de reforma fiscal, que el gobierno mantiene en bajo perfil, pero que economistas bien enterados aseguran está servida para los primeros meses de 2026. Y no llega sola: viene arropada por el entusiasmo de algunos sectores empresariales que, en la recta final del año, se han pronunciado a favor de “consensuar” un nuevo esquema tributario. Uno que, según el libreto, “mida a todos por la misma vara”.
Hermosa intención. Pero el temor es que esa vara, como siempre, sea flexible arriba y rígida abajo. Porque mientras se plantea que los que más tienen deben aportar más —lo cual en teoría suena justo—, también se insiste en que no se penalice aún más al pequeño, mediano y microempresario. ¿Cómo lograrlo? Nadie dice. Lo cierto es que en este país emprender sigue siendo una condena, con ese maldito “valle de la muerte” de los primeros tres años, donde se termina debiendo hasta la salud y desmantelando sueños con facturas bancarias.
El tráfico: de las 142 medidas al piloto desmontado

Hablemos de una de esas expectativas fallidas con nombre y apellido: el tránsito en Santo Domingo. ¿Recuerdan ustedes las famosas 142 medidas que iban a cambiar la historia vial de la capital? Aquel anuncio hecho por José Ignacio Paliza, ministro de la Presidencia, que se vendió como el principio del fin de los entaponamientos. Prometieron control, tecnología, prohibiciones estratégicas de giros, personal en las esquinas. Y claro, el dominicano, que ya está escarmentado de tanta promesa, lo escuchó con el escepticismo aprendido a golpe de desengaños.
¿Resultado? Un plan piloto que comenzó con fuegos artificiales y terminó en silencio absoluto. Las intersecciones donde se prohibieron giros a la izquierda hoy exhiben señales oxidadas o, en su mayoría, ninguna. El plan fue desmontado gradualmente, sin explicaciones claras. El tránsito sigue siendo el mismo infierno de todos los días, con motociclistas haciendo lo que les da la gana frente a semáforos en rojo y agentes de la DIGESET que más que regular, parecen esperar el momento para poner la multa, especialmente si se trata de vehículos particulares. Porque cuando se trata de motores, solo se activan en los “operativos sorpresa”, que más que controlar, parecen embargos ambulantes.
Una excepción hay que reconocer: el paso a desnivel de Pintura. Una obra que, aunque aún no está terminada, ha demostrado ser una solución efectiva, aligerando el tránsito de manera visible. Y cuando entre en funcionamiento la segunda etapa —el túnel bajo la Plaza de la Bandera que conectará directo con la 27 de Febrero—, será todavía mejor. Esa sí es una solución real, no teorías salidas del PowerPoint de técnicos que nunca han pasado tres horas atrapados en una intersección sin semáforo.
Narcotráfico y corrupción: 2025 no se va limpio

Pero el cierre del año no solo ha estado marcado por el caos del tránsito. También por escándalos de narcotráfico y corrupción que han golpeado al oficialismo donde más le duele. El Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha visto cómo su imagen se ha ido erosionando con extradiciones y acusaciones graves a funcionarios electos y dirigentes medios por parte de Estados Unidos. ¿Y lo peor? Según el propio Paliza, “falta más”. ¿Quién sabe cuántos nombres quedan por salir?
A esto se suma el caso que ha estremecido la opinión pública nacional: el escándalo de corrupción en SeNaSa, rebautizado por el Ministerio Público como “Operación Cobra”. El principal implicado, Santiago Hazim, no era un advenedizo. Llegó al gobierno con nombre reconocido, fortuna previa y un discurso anticorrupción que hasta protagonizó spots publicitarios del movimiento OLA, en apoyo a Luis Abinader en 2020. Hoy, es señalado como figura central en una estructura de desfalco que ha dejado ya al menos diez arrestos.
Desde la Procuraduría se ha advertido que viene una “segunda parte” de esta operación. Y aunque dicen que no habrá sorpresas, sí podrían venir más decepciones. Se mencionan allanamientos a clínicas privadas, laboratorios, médicos… y ya se sabe: cuando el río suena, es poque agua trae.
¿Y el Presidente?
En medio de todo esto, muchos se preguntan en qué estado de ánimo cierra el año el presidente Luis Abinader. No es un secreto que ha construido su liderazgo sobre un discurso de transparencia y rendición de cuentas. Y aunque ha reiterado que tiene “amigos, no cómplices”, estos escándalos ocurren bajo su administración, la misma que prometió que lo que pasó en gobiernos anteriores “no volvería a suceder”.
Es cierto que el Ministerio Público actúa, y que hay detenidos, investigaciones en curso y voluntad institucional de responder. Pero en política, no basta con actuar: también hay que convencer. Y este tipo de casos ponen a prueba no solo la ética de los involucrados, sino la credibilidad del proyecto político que los llevó al poder.
El 2026 a la vista… ¿y el crecimiento?

Por si fuera poco, 2025 también nos regaló una bajada del pedestal económico. La CEPAL ha informado que República Dominicana, que por años lideró el crecimiento en América Latina, cerrará este año en séptimo u octavo lugar. ¿Y quién encabeza la lista? ¡Venezuela! Sí, la misma Venezuela de Maduro, que registrará un crecimiento del 6.5%. Ofrezcome.
Que alguien nos explique cómo pasamos de la vanguardia al vagón de cola. Porque si hasta el crecimiento económico se nos fue de las manos, entonces no hay mucho más que perder… salvo la paciencia.
A cruzar los dedos
El 2026 está a la vuelta de la esquina, con una reforma fiscal en el horizonte, escándalos aún calientes y un pueblo cansado de esperar resultados que no llegan. Ojalá el nuevo año traiga mejores noticias, porque este 2025, hasta los datos que nos servían de consuelo, también nos los jodieron.

