Y encontraron el enemigo

Carmen Imbert Brugal

La noche quedó atrás, gracias a una revelación salvadora. El hallazgo es difundido para crear la convicción y actuar sin consecuencias.

Apareció el enemigo adecuado para cohesionar la sociedad. La unidad es imprescindible para combatirlo.
El mundo nuevo ha sido profanado. El enemigo no es el comunismo ni el narcotráfico, menos el imperialismo, es la Policía Nacional.

Omiten que la minoría inmune e impune es tan proclive al crimen como la canalla que pretenden controlar, degradándola.

Los miembros del cuerpo armado, obediente al poder civil, son portadores de todos los males. Conjunto de alienígenas grises cuya existencia contamina el colectivo inmaculado.

Es la conclusión de los sabios de Sion dominicanos. Para sosiego de incautos, su tesis atribuye el crimen, la inseguridad, a esos sujetos.

El programa de gobierno del PRM prometía “La reforma policial integral” y el fortalecimiento del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, creado para establecer la política anticrimen del Gobierno.

La propuesta reivindica la Ley Orgánica de la PN. De repente, el trabajo competencia del Consejo Superior Policial y del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, fue asignado a un grupo ajeno a la institución.

Ahora redactan la reforma honorables ciudadanos, acostumbrados a tener como súbditos a sargentos, tenientes y a compartir privilegios con el generalato cómplice.

Vamos a contar mentiras, como reza la canción infantil, para dormir tranquilos. Limitar el mal a la PN permite olvidar que esto no es el paraíso.

Es el país de aquel hombre que descuartizaba sus víctimas y repartía las piezas en cajitas. País de estupros contra niñas con apenas seis meses de nacidas, de la quema de mujeres infieles, del uso de ácido del diablo, de homicidas múltiples que recurren al suicidio.

De desapariciones sin rescate y zares de la publicidad y la política que matan y sin pasar por la cárcel y si por la frontera, regresan absueltos, para diseñar una campaña electoral. País de aquellos adolescentes que decidieron hacer en el cuerpo de un infante 34 agujeros porque intentaron secuestrarlo y no resultó. País de matricidas, incestuosos y pederastas con páginas sociales.

De sacerdotes que atemorizan en lugar de patrocinar la vigencia de las leyes y divulgar algún mensaje piadoso. De soplones prestigiosos, de simpáticos y poderosos chantajistas, interceptores de teléfonos. País donde los centros de reeducación y protección de menores se convierten en centros de zoofilia, sodomía y prostitución.

País de reclusos calcinados porque no aparece la llave para abrir un candado, de presas preventivas utilizadas para satisfacer la salacidad de quepis aburridos. País de ridículas sanciones para los asesinos de sus parejas y de excesivo castigo para ladrones sin nombre ni amparo-CIB. Gaceta Judicial, 2005-.

Los voceros del “Grupo de trabajo para la transformación y profesionalización de la PN”, mencionan, a cada instante, el hato uniformado de criminales irredimibles, que necesitan escarmiento. Su misión es recordarnos quién es el enemigo.
La Policía Nacional luce secuestrada por decisión popular. Cualquiera puede pensar que el objetivo es lograr su eliminación. Mientras tanto, la ciudadanía tiene licencia para apedrear a sus agentes y avalar el descrédito.

Limitar el mal a la PN permite olvidar que esto no es el paraíso

La Policía Nacional luce secuestrada por decisión popular

Cualquiera puede pensar que el objetivo es lograr su eliminación

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