Confrontaciones domínico-haitianas perturban la vida insular

Fabio Herrera Miniño

Los devastadores acontecimientos ocurridos en la isla a principios del siglo XVII, cuando la corona española ordenó el desalojo de toda la banda norte de la isla para controlar el contrabando de los habitantes con los navegantes franceses, ingleses y holandeses, fue el primer golpe de lo que sería la vida entre las poblaciones de la isla que los bucaneros de distintas nacionalidades se establecieron en la parte occidental a la partir de 1625.

La llegada de miles de africanos traídos como esclavos determinó la primera raza de una etnia que no era compatible con la española y la poca indígena que quedaba en la isla. Desde entonces fue creciendo esa colonia occidental de Francia y convirtiéndose en la más rica del nuevo hemisferio con una sorpresiva vida de abundancia y progreso que contrastaba con la miseria que existía en la parte oriental olvidada por la corona española mas deslumbrada por las riquezas de México y Perú.

Así las cosas, después que los haitianos masacraron a la colonia francesa para 1805 obtener su independencia con su próxima meta era avanzar hacia oriente y ocupar entonces la isla completa. Esto ocurrió a partir de 1822 por las huestes de Boyer que habían eliminado la esclavitud.

Lo que ocurrió después de los enfrentamientos de 1844 a 1856 fue la consolidación de la separación pero siempre con la inquietud de unos vecinos que siempre han soñado con ocupar de nuevo la isla completa.

Pero el desarrollo dominicano a partir de 1930 aplacó a los vecinos que de repente se volvieron dependientes de oriente en cuanto al suministro de mano de obra para el corte de la caña, laborero en el cultivo de arroz y otros rubros agrícolas. A partir de 1961 se hicieron indispensables en la construcción primero como simples obreros y ya como hábiles en otras facetas de la construcción como la plomería y albañilería.

Con el desplome de la autoridad en Haití con el imperio de las bandas armadas que imponen su ley obligando a los pudientes a estar encerrados en sus residencias de Petionville o sostener económicamente a esas bandas armadas que no dan tregua con sus secuestros, pero lejos de la frontera dominicana donde todavía no se atreven acercarse. Tan solo azuzan a las mujeres y hombres que sigan emigrando hacia el este para conseguir trabajo y salud lo que casi siempre obtienen mientras aquí estamos con bravuconadas de unos grupos nacionalistas trasnochados de un fanatismo que antes no sacaron a relucir cuando Trujillo aplastaba el país con su mano de hierro.

Haití vive una etapa muy difícil, semejante a otras que ha vivido en el pasado desde su nacimiento como nación y en una época establecer dos gobiernos. Ni siquiera la ocupación americana de 1915 pudo cambiar vidas y costumbres e inculcar en ese país nuevos hábitos civilizados parecidos a las sajonas tan diferentes a las españolas que imperaban en el oriente de la isla. Los americanos en su ocupación de los dos países dejaron situaciones distintas. Mientras un país se encaminó por el desarrollo bajo una feroz dictadura de 30 años, el otro país, con sus malos gobiernos creyentes en el vudú se sumergió en el atraso y la barbarie llegando ahora a su culminación que haría tambalear la paz isleña.

A partir de 1961 se hicieron indispensables en la construcción

Con el desplome de la autoridad, las bandas imponen su ley en Haití

Tan solo azuzan a mujeres y hombres que sigan migrando hacia el este

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