Subsidios a los combustibles en Haití: sin focalización, ya no hay vida

Por Henri Hebrard,

 analista económico

Sin sorpresa, el alza constante de las cotizaciones del petróleo en los mercados internacionales ha venido creando presiones extraordinarias sobre las finanzas públicas de las economías de la región: mientras el precio promedio del crudo WTI fue de apenas US$39.72/barril en 2020, ya se ubicaba en US$67.36 en 2021, un considerable incremento de un 69.6%, y en lo que va de 2022, ha seguido disparándose por encima de los US$90.00.

Frente a esta apremiante situación, el gobierno de Haití tomó la valiente decisión de suspender los incosteables subsidios generalizados a los combustibles, provocando incrementos dramáticos de hasta un 155 por ciento en los precios de venta de los principales derivados del petróleo: a partir del 10 de diciembre 2021, el galón de gasolina subió de 201 a 250[1] gourdes (+24.4%), mientras el gasoil se elevaba de 169 a 353 gourdes (+108.9%), y finalmente el kerosene sufría el mayor impacto de esta medida al dispararse su precio desde 163 hasta 352 gourdes (+115.9%).

Claramente, esta medida recibió el respaldo de las agencias multilaterales, y en especial del Banco Mundial a través de su directora para el Caribe, Lilia Burunciuc, quien además de felicitar al primer ministro Ariel Henry por la valentía de esta difícil decisión, prometió un “fortalecimiento substancial” de los apoyos del organismo multilateral a los programas de inversión pública. Es que, como lo señalaba el ministro de Economía, Michel Patrick Boisvert: “Mientras de 2010 a 2020 el país gastó 150 billones de gourdes en subsidios a los combustibles, solamente en 2020 la congelación de precios se llevó 30 billones, o sea un tercio de las recaudaciones totales del país en un año. Esta es una situación catastrófica, y no era posible diseñar nuevos programas de asistencia con los organismos internacionales sin acabar con estos insostenibles subsidios.”

La focalización de los programas de subsidios a los derivados del petróleo es una etapa indispensable, para lograr mitigar de manera fiscalmente sostenible los demoledores impactos de los constantes incrementos en las cotizaciones internacionales.

En este sentido, con el apoyo de las multilaterales y la participación de todos los actores y representantes de la cadena de valor del transporte (tanto de carga como de pasajeros), será necesario definir cuáles unidades de transporte colectivo deberían ser elegibles a nuevos programas focalizados de subsidio, estimándose que integrar hasta un 20% de los transportistas en dichos programas sería suficiente para impedir incrementos de precios en los pasajes.  

De este modo, al combinar sincerar los precios de venta con subsidios muy focalizados, y solamente de este modo, se lograría restaurar un importante espacio fiscal, estimado por el ministro Boisvert en hasta 20 billones de gourdes anualmente, lo que, a su vez, permitiría al Estado desarrollar amplios programas de inversión pública que son la condición sine qua non para crear nuevas capacidades de crecimiento económico, y reducir las enormes brechas de desigualdad con programas de asistencia social tales como la reapertura de restaurantes comunitarios y la distribución de kits de comida básica.

Finalmente, quizás el reto más difícil para las autoridades y la misma sociedad haitiana es que estos programas de focalización de los subsidios deberían de venir acompañados por la firma de un Pacto Social que garantice sacar definitivamente la política del manejo de precio de los combustibles. A su vez, las autoridades de turno tendrán la enorme responsabilidad, de cara a toda la sociedad, de reinvertir de manera pulcra, transparente y eficiente los recursos generados por este nuevo “espacio fiscal”.

Es importante recordar lo que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) mencionaba en un estudio[2] sobre los impactos distributivos de los subsidios a los derivados del petróleo: “Los subsidios a la energía son una manera muy cara de transferir ingresos a los hogares pobres; en los países analizados, usar subsidios energéticos costaría alrededor de US$12 para transferir US$1 de ingreso a los hogares del quintil más pobre.”

Sin políticas de mitigación bien ejecutadas y comunicadas desde el Estado, el constante ascenso en los precios de los combustibles tendría dramáticas consecuencias para la enorme mayoría de la población que ya estaba viviendo en terribles condiciones de pobreza. 

Otro fracaso más no es opción viable para Haití. Sin subsidios focalizados, ya no hay vida.


[1] Equivalente a unos US$2.50/galón.

[2] “Efectos Distributivos de los Impuestos a la Energía y de la Eliminación de los Subsidios Energéticos en América Latina y el Caribe” (2018) disponible en: https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Efectos-distributivos-de-los-impuestos-a-la-energ%C3%ADa-y-de-la-eliminaci%C3%B3n-de-los-subsidios-energ%C3%A9ticos-en-Am%C3%A9rica-Latina-y-el-Caribe.pdf

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