El encuentro entre Estados Unidos y Maduro: Hablar hasta el diablo

Durante la noche del 7 de marzo, por medio de una transmisión televisada, el mandatario venezolano Nicolás Maduro confirmó que seguirá una agenda de conversaciones con Estados Unidos, anunciando al mismo tiempo que “reformateará” el diálogo nacional para hacerlo más inclusivo. Esto llega después de que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki confirmara ese mismo lunes que una delegación de alto nivel del gobierno de Joe Biden había visitado Caracas para hablar con Maduro. “El propósito del viaje era discutir diferentes temas, entre ellos desde luego la seguridad energética”, dijo la portavoz.

Pese al alineamiento inicial del gobierno chavista con Rusia en cuanto a la invasión a Ucrania, y a que Estados Unidos no reconoce a Maduro como presidente legítimo de Venezuela, esta iniciativa apunta a que la administración de Biden se decanta por un compás más amplio de riesgo que lo lleva a hablar hasta con el diablo. Por su lado, Maduro toma la opción para aprovechar la ventana que se abrió al tratar directamente con el gobierno de Biden en la coyuntura global de la crisis Rusia-Ucrania y, a la vez, sacar ventaja política dentro del país.

Entre los asistentes a este encuentro destacaron la esposa del mandatario, Cilia Flores, y el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez. Mientras que de parte de Estados Unidos estuvieron presentes Roger Carstens, enviado presidencial especial para asuntos de rehenes; Juan González, director principal del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos del Hemisferio Occidental; y James Story, el embajador de Estados Unidos en Venezuela, quien despacha desde Bogotá.

En el enmarcamiento de su declaración pública, Maduro transmitió un encuentro con los altos cargos políticos y militares de su gobierno, contextualizó la preocupación por el agravamiento del conflicto entre Rusia y Ucrania, y suavizó sus declaraciones favorables a Putin para ubicarse en un rol que le es fácil de asumir: intermediar en procura de acuerdos entre otras partes. La presentación lució muy cuidada y las palabras de Maduro sonaron muy pensadas.

Mientras que los analistas coinciden en que Estados Unidos busca evitar males mayores, derivados del impacto de posibles sanciones a Rusia en el mercado de gas y petróleo —por lo cual está recurriendo a Venezuela—, esta conversación entre Washington y Caracas sigue despertando muchas preguntas. Si esta es una oportunidad para que Maduro logre el levantamiento de algunas de las sanciones que afectan a la industria petrolera venezolana, ¿qué implicaciones tiene sobre otros actores políticos venezolanos y aliados externos, como Colombia? ¿O solo será un entendimiento basado en intereses mutuos? Por una parte, Estados Unidos podría evitar una disparada en los precios de los combustibles. Por la otra, Maduro podría capitalizar la crisis, económica y políticamente.

Otra de las dudas que surgen es si el acercamiento entre ambos países será puntual, o si el pragmatismo y la urgencia desestimarán parcialmente las exigencias de democratización en el país sudamericano. Aunque hay quienes niegan que haya un cambio de línea de esta naturaleza, parece que hay un interés mayor por parte de Estados Unidos de garantizar su seguridad, más aún después de que Biden anunciara que no comprará petróleo a Rusia.

Estos últimos acontecimientos son una buena noticia para Maduro. Es muy probable que el chavismo aproveche este acercamiento, sobre todo, para dar la última estocada a lo que queda del gobierno interino de Juan Guaidó, el cual no fue informado previamente sobre esta visita, según fuentes de la misma oposición. Y aunque Maduro no dijo directamente que volverán a la mesa de negociación de México, sí explicó que buscaría un diálogo más inclusivo. Esto puede implicar que el monopolio de la negociación no lo tendrá la Plataforma Unitaria, lo cual es algo que el chavismo ha buscado en varias oportunidades y que ahora parece tener al alcance.

El gobierno de Biden parece sentirse menos temeroso de tomar acciones que permitan destrabar el juego político entre Venezuela y Estados Unidos. El argumento de hablar hasta con el diablo para evitar un alza de los precios del petróleo puede funcionar internamente. Sin embargo, esto puede terminar afectando su posición sobre el apoyo al ya moribundo gobierno interino de Guaidó, no porque dejen de respaldarlo, sino porque es un reconocimiento al poder de Maduro dentro del territorio nacional, evidenciando de cierta manera que el interinato no es un interlocutor confiable a los fines de los objetivos estratégicos de Estados Unidos en las actuales circunstancias.

La Casa Blanca también confirmó que, entre los temas tratados en la visita a Caracas, figuró la situación de los seis exdirectivos de Citgo (filial de la petrolera estatal venezolana Petróleos de Venezuela, en manos de Guaidó). Estos ciudadanos, cinco de ellos estadounidenses y uno residente permanente, purgan condena en Venezuela. El gobierno de Estados Unidos ha estado constantemente trabajando por su liberación total, y al momento de esta publicación, de acuerdo con la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia, uno de los detenidos ha sido liberado.

Sobre los objetivos de las recientes conversaciones aún no hay claridad. Sin embargo, si Estados Unidos y el gobierno chavista logran algún tipo de acuerdo, vale preguntar qué viene después.

Por lo pronto, ya hay evidencia de pequeños cambios. El 1 de marzo, después de una conversación con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, Maduro declaró que el mandatario ruso le explicó toda la operación en Ucrania. El 2 de marzo, el venezolano aseguró que continuarán respaldando a Rusia. Sin embargo, este lunes Maduro fue menos beligerante y anunció que se activaban todos los canales diplomáticos para buscar incidir en una desescalada del conflicto, sin dejar de expresar su apoyo a Rusia.

Es una oportunidad que Maduro puede manejar más allá de su alineación con Moscú. No obstante, también tiene su riesgo. Internamente, el chavismo no es monolítico. Tanto los radicales como la Fuerza Armada tienen que estar vigilando cada paso que se dé. De allí que Maduro los convocara a todos. Con las vueltas de la política, las acciones de Estados Unidos también parecen orientadas a que Rusia negocie con otros actores y Maduro puede ser una pieza intercambiable.

Aunque el chavismo suele comportarse lealmente con sus aliados, le es más beneficioso mantenerse centrado y buscar otros beneficios en esta conversación directa con Washington. El chavismo siempre ha usado el petróleo como herramienta diplomática, y parte de esa estrategia la llevó a cabo durante muchos años el propio Maduro cuando ejerció de canciller del difunto presidente, Hugo Chávez.

Sin embargo, el chavismo también suele sacar jugadas inesperadas. Justo en este momento en el que la oposición se encuentra en un estado tan frágil, Maduro puede intentar una relegitimación que le permita tomar un nuevo aire. Las actuales circunstancias lo ponen temporalmente en una situación ventajosa. La cercanía de Venezuela con Turquía, China y otros aliados de Rusia, y a la vez la potencial reactivación de la industria petrolera venezolana le dan un papel que puede explotar con pulso de filigrana. Tal vez la mayor ventaja la puede obtener al dar un nuevo impulso al diálogo en México en un contexto más favorable, hacer caída y mesa limpia de la fraccionada oposición, y generar recursos que le permitan atender la demanda interna de bienes y servicios en Venezuela. Todo ello puede preparar el terreno para el proceso electoral presidencial de 2024.

Fuente: The Washington Post

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