57 años después

Carmen Imbert Brugal

Para algunos fue el mejor de los tiempos. El tiempo de ilusión y asombro, de solidaridad y valentía, de fantasía y pretensión. Para otros, el desconcierto, algo así como el absurdo por el talante de los protagonistas.

Se sucedían las paradojas, el ilógico devenir criollo que en ocasiones atenta contra la dialéctica y hace inexplicable el vaivén histórico nacional.

El magnicidio, la conmoción, el inusitado entusiasmo electoral y la confianza en unas autoridades que, a pesar del descredito, garantizaron el respeto al voto, aquel 20 de diciembre de 1962.

Fue la recompensa para una población que había despertado de una pesadilla y vio el comienzo luminoso con el triunfo de Juan Bosch en las elecciones. Aquella epifanía que siete meses después fue frustración y herida.

El PRD, con su candidato, recién llegado del exilio, obtuvo el 59.53% de los sufragios -1,054, 944-. La derrota del antitruijillismo fue contundente.

Viriato Fiallo, connotado opositor a la tiranía, perseguido por sus ideas, no logró que su Basta Ya! tuviera aceptación.

La población que estuvo acuartelada ideológicamente durante tres décadas, optó por la propuesta innovadora, con lenguaje inédito, sin promesa de retaliación.

La inconformidad de las élites que siempre deciden, aunque el disfraz se acomode a la época, desalojaron de Palacio a Juan Bosch, después de la algarabía.

El texto de una Constitución que auspiciaba la transformación de la sociedad provocaba desvelos en la minoría.

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Un acta notarial pautó la ilegalidad y comienza el reino del Triunvirato. De nuevo la espera, la reacción no fue inmediata. Error tras error y la calma. Hasta la ocurrencia de otro hecho inesperado.

Aquellos militares forjados en el cuartel de la tiranía, acostumbrados al atropello y a los privilegios, decidieron rebelarse y reclamar el retorno a la Constitucionalidad perdida.

El 24 de abril de 1965, después del mediodía, a través del programa de radio Tribuna Democrática -espacio del PRD-, la voz de Peña Gómez informa la sublevación militar dispuesta a derrocar al gobierno de facto y conseguir el retorno de Juan Bosch al poder.

Comenzó la guerra. ¡A Luchar soldados valientes! 57 años después queda el mito, también las pruebas. Están los documentos, los testimonios, el desafío que significó la intervención de EUA. La deserción y el silencio.

Están aquellos que cuentan hazañas inexistentes, acciones que jamás protagonizaron, pero repiten día tras día, hasta conseguir que sus aseveraciones se convirtieran en certezas.

Están las verdades incómodas. José A. Moreno en “El Pueblo en Armas” – Colección 50 Aniversario de la Gesta Patriótica de Abril -avala la percepción que algunos todavía encubren.

Sacerdote, sociólogo, estuvo en la zona rebelde, configuró la “tipología de participantes” en la guerra: Idealista, acomplejado social, rebelde profesional, aprovechados, hijos de machepa.

Afirma que la mayoría comprometida con el restablecimiento de la Constitución de 1963, desconocía su contenido: “eran incapaces de reconocer las diferencias entre la Constitución de 1963 y la de 1962 que se negaban aceptar”.

Hoy, queda la nostalgia del tiempo vivido, la convicción del nunca más y la decepción por la claudicación y el oportunismo de tantos portaestandartes de la utopía.

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