A 50 años del asesinato de Manfredo Casado Villar

Felipe Ciprián

En la lucha por la democracia, la libertad y el progreso de República Dominicana, hay una legión de luchadores que imprimió una huella profunda en la sociedad, entregándose por entero a la lucha revolucionaria.

Algunos de ellos tienen connotación nacional e internacional merecida, otros trascendieron con sus hechos y sacrificios, pero pocos se han ocupado de recoger y sistematizar su legado a las nuevas generaciones.

Uno de ellos es Manfredo Casado Villar, un humilde campesino oriundo de La Toronja, El Pinar, en San José de Ocoa, que se erige como el revolucionario consecuente que encabezó la lucha por la tierra en el paraje Los Martínez.

Manfredo y sus hermanos y hermanas tuvieron el privilegio de contar con un padre, Andrés Porfirio Casado, y una madre, Aurora Villar, de grandes convicciones patrióticas.

En los primeros años de la década del sesenta del siglo pasado, uno de los principales instrumentos de lucha política lo era el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Desde ese espacio político, Porfirio y sus hijos comenzaron a participar en la confrontación contra los remanentes del trujillismo decapitado, contra la oligarquía y sus partidos.

Guerra de 1965

Cuando estalló la Guerra de 1965, Porfirio dejó Los Martínez y marchó junto a sus hijos Manfredo, Manuel (Niño) y Roberto a combatir bajo el liderazgo del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Los cuatro permanecieron combatiendo la agresión norteamericana en el comando “Escuela Brasil” del sector San Carlos, hasta la firma del Acta Institucional que puso fin a la guerra.

La próxima batalla de Manfredo, su familia y decenas de hombres y mujeres que se nuclearon a su alrededor, tanto en Los Martínez como en Ocoa, El Pinar, El Memiso, Sabana Larga, Parra, Derrumbao, Hoyo Nuevo, fue la lucha por la tierra para los campesinos.

Manfredo Casado Villar, un humilde campesino oriundo de La Toronja, El Pinar, en San José de Ocoa.EXTERNA

El caso de Los Martínez en la lucha por la tierra es emblemático porque por un lado, la represión fue sistemática y combinada al emplear al Ejército, la Policía y civiles armados por la familia Solano.

Pero la magnitud de la resistencia que opusieron los campesinos guiados por los hermanos Casado no tuvo punto de comparación.

A la represión militar respondieron con las armas y en lo adelante la confrontación armada se prolongó por años en las montañas, con represión y encarcelamientos.

La firmeza de Manfredo y sus compañeros fue de leyenda, toda vez que tuvieron que enfrentarse a fuerzas superiores, contando tan solo con el apoyo de las comunidades circundantes, y esporádicas asistencias de dirigentes de izquierda.

Desamparo político

Las promesas de apoyo político y militar de partidos de izquierda que postulaban la lucha armada para enfrentar al gobierno de Joaquín Balaguer iniciado en 1966, quedaron en palabras por los golpes represivos en unos casos y por el cambio de táctica, buscando un entendimiento con el régimen para obtener legalidad, en otros.

Lo cierto es que Manfredo y sus compañeros quedaron sin respaldo real, con el aparato militar, policial y el caliesaje sobre ellos, lo que debilitó sus posibilidades de continuar el combate.

Para 1972 fue necesario desmontar completamente el movimiento, los principales dirigentes se refugiaron en ciudades del Cibao, la región Este y Santo Domingo.

En la primavera de ese año, Manfredo tuvo que solicitar asilo en la embajada de México, donde permaneció más de un año porque el gobierno de Balaguer le negaba el salvoconducto, quería que saliera, se entregara, para asesinarlo.

Buscado a muerte

A Manfredo siempre se le perseguía para asesinarlo, no para apresarlo y someterlo a la justicia, porque tanto el gobierno como los militares querían dar un escarmiento con él para que ningún otro campesino se atreviera a levantar tan alto el puño de la rebeldía y el coraje para enfrentarse sin vacilaciones a sus enemigos.

A finales de 1973 Manfredo obligó al gobierno a permitirle salir del país luego de que retuviera como rehén al hijo del embajador mexicano.

Con su acción, Manfredo forzaba su salida para encontrarse en Cuba con Claudio Caamaño, con quien había acordado volver al país a levantar un foco guerrillero en Ocoa para continuar la lucha inconclusa del coronel Caamaño, caído ese mismo año.

La oportunidad de asesinar a Manfredo se le presentó a los militares y policías el 8 de octubre de 1975, cuando separado de Claudio y Toribio Peña Jáquez en las montañas de Ocoa por motivos de salud, intentó llegar hasta la capital.

Su hermano Milcíades y otros dos hombres que realizaban el traslado, fueron capturados frente a la Fortaleza Militar Antonio Duvergé, en San Cristóbal.

Sometido a torturas en ese recinto militar, Manfredo fue asesinado al igual que los otros tres hombres que lo trasladaban en un carro y sus cuerpos acribillados fueron presentados a la prensa con una declaración de que cayeron en un intercambio de disparos próximo al puente Lucas Díaz.

Manfredo y quienes lo trasladaban no estaban armados.

Fueron capturados por una confidencia de un alto dirigente del PRD a una persona muy cercana al general Neit Nivar Seijas, quien armó el dispositivo para atraparlo y asesinarlo.

Los cuerpos de los tres acompañantes de Manfredo, incluido el de su hermano Milcíades, fueron entregados a sus familiares en Santo Domingo, pero el del luchador revolucionario fue retenido por tropas de Operaciones Especiales de la Policía y sepultado sin ataúd en una esquina del cementerio de Nizao, San José de Ocoa.

Homenaje a Manfredo

Al cumplirse el 50 aniversario de su asesinato, Manfredo será recordado este domingo 5 de octubre, a las 2:00 de la tarde, en un acto a celebrarse en El Pinar, donde el parque construido por el cabildo local, será honrado con su nombre.

Allí se congregarán sus familiares, compañeros de lucha, amigos y relacionados con este valiente revolucionario ocoeño.

Las autoridades del Distrito Municipal de El Pinar y los luchadores populares de Ocoa y del país que tuvieron la iniciativa de bautizar con el nombre de Manfredo este parque, merecen un reconocimiento colectivo.

Conozco otras iniciativas para colocar a Manfredo en el sitio de honor que se ganó con la lucha firme y su sacrificio, para que las nuevas generaciones conozcan su ejemplo y le reverencien respeto y admiración.

Listín Diario

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