Abás, el impopular y políticamente débil líder palestino de 90 años, lucha por un rol en Gaza

POR  LEE KEATH

EL CAIRO, Egipto, 15 nov.  — El presidente palestino, Mahmud Abás, cumple 90 años el sábado aún con poder autoritario en pequeños enclaves de Cisjordania, pero marginado y debilitado por Israel, profundamente impopular entre los palestinos y luchando por tener voz en la Gaza de la postguerra.

El segundo mandatario en activo más mayor del mundo —por detrás de Paul Biya de Camerún, de 92 años—, Abás lleva 20 años en el cargo y, durante casi todo ese tiempo, no ha logrado celebrar elecciones. Su debilidad ha dejado a los palestinos sin liderazgo, según sostienen los críticos, en un momento en que enfrentan una crisis existencial y las esperanzas de establecer un Estado palestino, el eje central de la agenda de Abás, parecen más sombrías que nunca.

Los palestinos afirman que la campaña de Israel contra Hamás, que ha diezmado Gaza, equivale a un genocidio. Israel niega la acusación y ha reforzado su control sobre Cisjordania, donde los asentamientos judíos están expandiéndose y los ataques de colonos a palestinos van en aumento. Los aliados de derechas del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, están presionando para que se lleva a cabo una anexión total, una medida que condenaría cualquier posibilidad restante para la creación de un Estado.

Por ahora, Estados Unidos ha cedido a la negativa de Israel a permitir que la Autoridad Palestina de Abás gobierne la Franja de Gaza en la postguerra. Sin un líder real, los críticos temen que los palestinos del sitiado enclave costero se vean obligados a vivir bajo un organismo internacional dominado por los aliados de Israel, con poca voz y sin un camino real hacia su Estado propio.

Abás “ha enterrado la cabeza en la arena y no ha tomado ninguna iniciativa”, apuntó Khalil Shikaki, director de la People’s Company for Polls and Survey Research, una encuestadora palestina.

“Su legitimidad se agotó hace mucho tiempo”, dijo Shikaki a The Associated Press. “Se ha convertido en una carga para su propio partido y para los palestinos en su conjunto”.

Dentro de los enclaves que administra en Cisjordania, la Autoridad Palestina es conocida por la corrupción. Abás rara vez sale de su cuartel general en la ciudad de Ramala, excepto para viajar al extranjero. Limita la toma de decisiones a su círculo íntimo, que incluye a Hussein al-Sheikh, un confidente de larga data a quien nombró su sucesor designado en abril.

Una encuesta realizada en octubre por la empresa de Shikaki señaló que el 80% de los palestinos en Cisjordania y Gaza quieren que Abás renuncie, y apenas un tercio apuesta por que la Autoridad Palestina tenga el control total o compartido de la Franja. El sondeo, realizado entre 1.200 personas, tuvo un margen de error de 3,5 puntos porcentuales.

Sucesor de Arafat

Ha pasado mucho tiempo desde hace 20 años, cuando Abás fue elegido presidente tras la muerte del líder palestino Yasser Arafat, con la esperanza de que pudiera negociar un Estado independiente.

El primer grevés llegó en 2007, cuando Hamás expulsó a la Autoridad Palestina de Gaza en una toma violenta del poder. El gobierno del grupo insurgente consolidó la división entre Gaza y Cisjordania, los territorios ocupados por Israel que los palestinos reclaman para su Estado.

Abás quedó a cargo de enclaves alrededor de los principales centros de población de Cisjordania. Pero su poder se ve mermado por el férreo control israelí sobre la economía: controla sus recursos, la mayor parte del territorio y el acceso al mundo exterior.

Netanyahu, quien asumió el poder en 2009, rechaza la creación de un Estado palestino. Su “estrategia desde el primer día” ha sido debilitar a la Autoridad Palestina, señaló Ehud Olmert, que lo precedió en el cargo y fue quizás el político que más cerca estuvo de alcanzar un acuerdo de paz con Abás poco antes de ser obligado a renunciar.

El objetivo de Netanyahu, según Olmert, es “evitar cualquier oportunidad real de llegar a un compromiso que pudiera haberse convertido en un acuerdo histórico”.

Cooperación con Israel

La campaña de debilitamiento de la Autoridad Palestina se produce a pesar de que Abás ha cumplido con una de las principales exigencias de Israel y la comunidad internacional: la cooperación en seguridad con las autoridades israelíes. La formación intercambia inteligencia con Israel sobre insurgentes y suele reprimir a grupos armados.

Para muchos palestinos, eso la convierte en una subcontrata de la ocupación, que carga contra los opositores mientras Israel se apodera de una parte cada vez mayor de Cisjordania.

“Ha elegido alinearse con la ocupación israelí, incluso cuando (Israel) actúa para hacerla más frágil y débil”, dijo Abdaljawad Omar, profesor adjunto de filosofía y estudios culturales en la Universidad de Bir Zeit en Cisjordania.

Netanyahu acusa con frecuencia a Abás de no buscar realmente la paz y de incitar a la violencia contra Israel. El gobierno de Netanyahu habría retenido repetidamente las transferencias de los impuestos que recauda para la Autoridad Palestina debido a las ayudas que se dan a las familias de los encarcelados o asesinados por Israel.

A pesar de la reforma de ese sistema, Israel retiene unos 3.000 millones de dólares, según la Autoridad Palestina. Eso ha agravado la crisis económica que sufre Cisjordania.

La campaña israelí contra la formación está “empujándola al borde del colapso”, dijo Ghassan Khatib, quien fue ministro de Planificación con Abás en 2005-2006.

Khatib defendió lo que los partidarios de Abás califican como una política de “realismo práctico”. Al trabajar para prevenir la violencia, el mandatario ha mentenido su credibilidad en la escena internacional, apuntó, tratando de conseguir el respaldo y reconocimiento oficial de un Estado palestino por parte de un número cada vez mayor de países.

Pero esto no ha derivado en una presión exitosa por parte de Estados Unidos o Europa a Israel para que detenga la expansión de los asentamientos o alcance un acuerdo de paz.

Evitar las alternativas

En un momento en que la ultraderecha israelí aboga por “la erradicación de los palestinos”, para Omar el realismo pragmático de Abás es “una forma de suicidio nacional”.

Por temor a los rivales, Abás ha impedido la participación a gran escala en el gobierno, el liderazgo alternativo o los movimientos populares incluso para una resistencia no violenta significativa o la desobediencia civil contra Israel, agregó.

“La política ha dejado de ser una forma de participación para los jóvenes, de enfrentarse a la ocupación”, indicó Omar, quien tenía 17 años cuando Abás llegó al poder.

Según Shikaki, la inacción de Abás solo alimenta el apoyo a Hamás, que presentó su ataque del 7 de octubre de 2023 sobre el sur de Israel como un intento de poner fin a la ocupación.

Incluso aunque algunos palestinos crean que el ataque fue desastroso, “ven a Hamás tratando de hacer algo en nombre del pueblo palestino”, manifestó. “Ven que Abás no está haciendo nada”.

Intentos de reforma

El plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, propone la formación de un consejo internacional para gobernar la Franja tras la salida de Hamás, con una administración palestina que se encargue de las cuestiones cotidianas. Además, ofrece la posibilidad de que la Autoridad Palestina tome el control si lleva a cabo reformas no especificadas que satisfagan al consejo.

Abás ha hecho algunos guiños al cambio.

Prometió elecciones legislativas y presidenciales en el plazo de un año tras el final de la guerra en Gaza. Esta semana, en una reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció la creación de una comisión palestino-francesa para redactar una nueva constitución. En una iniciativa de alto perfil contra la corrupción, el ministro de Transporte fue destituido en octubre y se le investiga por acusaciones de soborno, de acuerdo con la prensa local.

Los palestinos son escépticos. En el sondeo de PCPSR, el 60% de los encuestados dijo que dudaba de que Abás celebre elecciones. Además, arrojó que si se celebrara una votación, el claro ganador sería Marwan Barghouti, una figura destacada de la facción Fatah de Abás encarcelado por Israel desde 2002. El actual presidente quedaría en un distante tercer lugar por detrás de cualquier candidato de Hamás.

Ines Abdel Razak, codirectora del grupo activista Palestine Institute for Public Diplomacy, sostuvo que ni Estados Unidos ni Israel están interesados en una verdadera democratización.

“Eso significaría que todos los palestinos tendrían realmente voz”, dijo. “Cualquier gobernante eficaz se enfrentaría a la ocupación israelí”.

Para Khatib, es probable que Israel consiga mantener a la Autoridad Palestina fuera de Gaza, ya que unirla con Cisjordania solo aumentaría las demandas palestinas para un Estado.

“Israel es la parte que toma las decisiones sobre el terreno”, dijo.AP

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